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Dos crisis en Venezuela: humanitaria y cubana

Nadie puede destruir una economía o permitir niveles de violencia, como el régimen de Maduro, sin pagar un precio en las urnas

Venezolanos participan de un concierto para celebrar la victoria de la coalición opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) en las elecciones parlamentarias del pasado 6 de diciembre. EFE/MIGUEL GUTIÉRREZ.

Jorge Castañeda

15 de diciembre 2015

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Solo la izquierda trasnochada puede sentirse decepcionada por la derrota del chavismo en Venezuela. Nadie puede destruir una economía o permitir niveles de violencia, como el régimen de Maduro, sin pagar un precio en las urnas, si hay urnas. Para los venezolanos, para la comunidad latinoamericana, se trata de un paso adelante frente a uno de los gobiernos más aberrantes en una región donde suelen abundar.

Pero esto no significa que los problemas creados por la demencia chavista hayan terminado. Al contrario: para Venezuela, para su vecinos y para todo el hemisferio (incluyendo a EU), los dilemas apenas arrancan. Nos podemos hallar ante una de las crisis potenciales más agudas en América Latina. Los escenarios son escalofriantes. Me referiré solo a dos.

La primera es la que varios observadores pronostican y temen: una crisis humanitaria de grandes dimensiones. Con una economía ya hundida en el abismo, dos elementos adicionales han venido a agravar una situación de por si catastrófica. La primera es el persistente derrumbe del precio del petróleo, del cual depende Venezuela para la casi totalidad de su presupuesto y de sus importaciones. Mientras la OPEP siga produciendo, los precios seguirán cayendo. Para Caracas es una pesadilla agudizada desde hace una semana por un gobierno dividido, pasmado, incapaz de tomar decisiones inevitables e impostergables, y enfrentado a más de medio país que lo aborrece. De allí la crisis humanitaria: escasez permanente de todo, hiperinflación, una población armada (los niños piden pistolas para Navidad), dos fronteras terrestres porosas y atractivas (Brasil y Colombia) y otra marítima, a una hora de vuelo (Miami). Hay cálculos de hasta 2 millones de desplazados en dirección de esas fronteras.

Segundo escenario: la prensa internacional informa de una quincena o más de buques petroleros cargados de productos refinados estacionados frente a puertos venezolanos, sin descargar, por incapacidad de pago de PDVSA, que no puede exportar. Sin reservas monetarias —se dice que el oro ha sido pignorado dos veces ya— Venezuela no puede seguir subsidiando a Cuba, al son, según El País, de 5 mil mdd al año.


El número de emigrantes cubanos a EU se ha duplicado de 2014 a 2015. La oposición victoriosa procura, con razón, suprimir un subsidio que le cuesta al pueblo venezolano por triple partida: petróleo vendido debajo de precios de mercado, pago exorbitante a médicos cubanos y presencia desorbitada de seguridad cubana. Si todo eso se acaba, ¿qué será de Cuba?

O quizás Barack Obama ya esté negociando con Henrique Capriles y la MUD que no recorten el salvamento cubano para evitarle un nuevo Mariel (1980) o crisis balsera (1994). Esa es la magnitud de la crisis venezolana.


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Jorge Castañeda

Jorge Castañeda

Político y comentarista mexicano. Catedrático en la Universidad de Nueva York. Fue Secretario de Relaciones Exteriores de 2000 a 2003. Hijo del también diplomático mexicano Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa.

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