4 de diciembre 2015
La pérdida del 52% de las áreas de granos básicos (frijol rojo, maíz, sorgo y arroz) sembrados en la cosecha de primera, no afectará al abastecimiento de esos mismos productos, porque “el gobierno tiene sus mecanismos de importación, y esto asegura que no haya un vaivén, un alza de precios al consumidor”, aseguró Michael Healy, Presidente de la Unión de Productores Agropecuarios de Nicaragua, (Upanic).
Al hacer su análisis del impacto de la sequía en el ciclo agrícola 2015/2016, la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides) explica en su Tercer Informe de Coyuntura Económica 2015 que “la estimación preliminar de los daños de la sequía… en los principales rubros agrícolas… es de US$35 millones”, dato que se encuentra sujeto a revisión.
Juan Sebastián Chamorro, Director Ejecutivo de Funides, explicó que aún hace falta recolectar y tabular los datos de la cosecha de postrera para poder ofrecer un dato definitivo, que podría confirmar que se perdió el 25% de las áreas cultivadas de mayo a noviembre.
Healy también recordó que el gremio que él representa había previsto que las pérdidas causadas por la sequía en la cosecha de primera rondarían los US$40 a US$50 millones. “Funides calculó US$35 millones, y nosotros estamos de acuerdo con ese dato. La diferencia se explica por una leve recuperación que hubo en los últimos meses del periodo lluvioso: octubre y noviembre”, aseguró.
El productor también validó en términos generales, el dato de Funides, según el cual, se perdieron casi 640,000 quintales de frijoles (o sea, el 54.4% del total esperado), así como 4.6 millones de quintales de maíz (58.5% del total); 368,528 quintales de sorgo, y casi 86,000 quintales de arroz de secano (12.1% del total que se esperaba cosechar).
Pero no solo los productores de granos básicos sufrieron por los rigores del clima. Los cultivos industrializados, que cuentan con mayores recursos porque en general, están destinados a la exportación, también tienen una historia triste que contar. Café, caña de azúcar, ajonjolí y maní reportan pérdidas superiores a los US$20 millones, si sólo se atiende al factor climático, y de US$26.2 si se incluyen otros elementos.
Siendo que las pérdidas ya son historia pasada, Funides elige concentrarse en el futuro, por lo que recomienda tratar de diferenciar cuáles pérdidas fueron causadas por una sequía ‘normal’, y cuáles pueden atribuírsele a ‘El Niño’. También sugiere a instituciones como MAG, Mefcca, IPSA, Inafor, INTA y Mific, entre otros, la planificar e implementar un plan de desarrollo de la economía rural.
La institución también señala que más allá del cambio climático y la sequía, hay otros factores que enfrentar, como “los obsoletos métodos de producción, las plagas, la baja capacidad de almacenamiento e infraestructura tanto vial como energética”.
“Preservar y mejorar las condiciones naturales y elementales de producción, son tareas urgentes”, dice Funides. Esto implica “promover embalses hídricos y campañas de reforestación en las fuentes de agua y localidades alcanzadas por la desertificación, así como preservar y aumentar las condiciones de producción básicas, tanto en no agotar las capas fértiles de los campos de cultivo, como en mantener y aumentar las fuentes de agua”.