Cinco cadáveres en una casa del cantón Pajales, en Panchimalco El Salvador, fue el resultado de una acción conjunta de Policía y Ejército de este país.
En la versión oficial se asegura que tras detectar movimientos de pandilleros en la zona, policías y soldados hicieron un grupo conjunto para verificar. Cuando llegaron, aseguran, fueron recibidos a tiros, y que por eso contestaron de la misma forma. Ningún miembro del grupo conjunto fue lesionado. El saldo fatal fue por cuenta de los pandilleros.
En la vivienda también estaban un hombre y una mujer mayores, tres mujeres jóvenes con sus hijos: una niña de dos años y un niño de cuatro. Tres días después de estas muertes violentas, una de las mujeres jóvenes desapareció como se revela en este reportaje publicado en la Plataforma de Periodismo Latinoamericano CONNECTAS.
Hay, por lo menos, dos versiones más de las que ningún funcionario ha hablado. La primera es la relatada por la familia que habita en esa casa.
“Cuando los soldados entraron, detrás de los muchachos, ya no dejaron salir a nadie. Yo desde el otro cuarto, encerrada, gritaba que dejaran salir a mis niñas y a mis nietos”, dijo la madre de las mujeres.
Camila, joven veinteañera residente en la casa, relató ese domingo que Luis, Wálter, Miguel, Jonathan y Óscar sí andaban armados, pero que lanzaron al suelo las armas al escuchar el llanto de los niños. Los cinco, según ese relato, fueron sacados del cuarto en el que se habían refugiado y llevados hacia un pequeño patio donde la familia tiene animales de corral. Los pusieron contra la pared y los acribillaron. Luego todos, ya muertos, fueron llevados al cuarto por los policías y soldados. Eso, según esta versión, explicaría el charco de sangre que quedó en el patio, donde no había ningún cadáver.
Es ella, Camila, la que desapareció tres días después, el miércoles 19 de agosto, cuando regresaba de trabajar, cerca de las 6 de la tarde.
El día que se conoció la muerte de los cinco pandilleros, una serie de fotografías de sus cadáveres ensangrentados circularon en redes sociales. El lugar donde estos cuerpos fueron retratados coincide con la casa que visitaron los reporteros auotres de esta nota. Sus ropas también coinciden con las descritas en las cinco autopsias que efectuó Medicina Legal.
La otra versión se desprende del dictamen forense. La autopsia correspondiente a Luis Benítez detalla que murió a causa de cinco disparos. El documento detalla que recibió, al menos, tres disparos cercanos a la región del hombro izquierdo, los otros dos en el tórax. En ambas zonas, según dejó por escrito el forense, había “extensas zonas de tatuaje de pólvora”. El tatuaje de pólvora, según diversas publicaciones criminalistas y la explicación de médicos especialistas, debe entenderse como los granos de pólvora que se impregnan en la piel durante un disparo hecho a corta distancia: entre los 20 centímetros y un máximo de 1.50 metros de distancia.
Al analizar estas fotos y compararlas con las autopsias, surgen interrogantes aún no resueltas: ¿era posible sostener un tiroteo en un espacio tan pequeño y que los cuerpos quedaran en esa posición? ¿Era posible que existiera un tiroteo sin que ninguno de los siete miembros de la familia de esa casa resultara herido? O, aún, desde otra perspectiva: ¿por qué la policía y los soldados sostuvieron un tiroteo dentro de una casa en la que había dos niños?
El mayor de los fallecidos, Miguel Benítez Jorge fue baleado en ocho ocasiones. Una de esas balas le perforó el pulmón derecho. Este tiro lo recibió en la espalda y emergió a través del pecho. Si Benítez Jorge estaba disparando y, como refirió la versión oficial, murió atacando a policías, ¿cómo es que recibió un tiro en la espalda? Si recibió un tiro por la espalda, ¿por qué quedó muerto boca arriba? En las fotografías Benítez Jorge aparece con un fusil sobre el cuerpo.
En una conferencia de prensa el pasado 27 de agosto, el ministro de la Defensa de El Salvador, David Munguía Payés, dijo que en todos los casos de tiroteos o similares en que está involucrado algún miembro del Ejército, se abre una investigación interna y que aún no había recibido el informe del caso de Panchimalco y, por ello, no podía brindar conclusiones. “Pero todo indica que actuaron apegados a la ley”, dijo.
El procurador para la Defensa de los Derechos Humanos, David Morales, manifestó al respecto que “se están cometiendo, desde el año pasado, diversos supuestos enfrentamientos armados entre policías y delincuentes, muchos de los cuales terminan con todos los delincuentes fallecidos, sin que a veces haya bajas o lesiones en los agentes policiales”. “Hemos constatado que no existe una auditoría seria sobre estos procedimientos. Nos parece que existe el riesgo de que en estos operativos se haya producido ejecuciones arbitrarias”, agregó.
Para leer este reportaje completo haga click aquí: https://connectas.org/cinco-muertes-sin-explicacion/
Este artículo fue realizado por La Prensa Gráfica (El Salvador) y es republicado en CONNECTAS gracias a un acuerdo para difusión de contenidos