24 de noviembre 2015
Hace un par de semanas fuimos a una consulta médica a un moderno complejo de oficinas y clínicas en las inmediaciones de la Rotonda del Periodista. Como es lógico, al ser de varios pisos, los edificios en cuestión cuentan con ascensor. Ese día, el ascensor estaba fuera de servicio y el acceso a los pisos superiores era por las escaleras. No tendría nada de particular este hecho si no fuera porque hay un par de clínicas en el 2° y el 3er. piso, una de ellas de Oftalmología.
Los pacientes, una buena parte de la tercera edad, en muchos casos con intervenciones quirúrgicas ambulatorias, enfrentaban el problema del acceso de y hacia la clínica. Uno de esos casos, requirió que el chofer del taxi subiera y bajara chineada por las escaleras a una señora recién operada. Desconozco si la situación del ascensor averiado era de larga duración, pero este hecho nos lleva a reflexionar sobre una situación que muchas personas enfrentan a diario: las dificultades de movilidad en la ciudad.
Nicaragua tiene una alta población con minusvalías de diverso tipo y gravedad: ciegos, personas en silla de ruedas, con muletas o andarivel. Incluso personas con dificultades de desplazamiento por razones varias encuentran barreras infranqueables allá donde vayan.
Las aceras en Managua son un campo minado. Inexistentes y semi destruidas en muchos casos; plagadas de obstáculos de todo tipo: basura, cascote, restos de materiales de construcción, zanjas, cables y tensores, cajas de teléfonos y ahora de los semáforos inteligentes, postes de todo tipo, color y tamaño. Para muestra, vaya Ud. a la esquina de la gasolinera frente al costado sur de Metrocentro: hay más de 10 postes en un reducido espacio que obliga a los transeúntes a bajarse a la peligrosa Carretera Masaya. Y no hablemos de la situación de los tragantes y recolectores de agua pluvial: huecos gigantescos en las esquinas atestados de basura de todo tipo sin las rejillas que en otro tiempo existieron; tapas rotas e inexistentes. Y podemos seguir hasta el infinito.
Las carreteras carecen de cruces peatonales seguros y aún en las nuevas inversiones, como Carretera Masaya o Rubenia, parecen haber sido olvidados y los peatones arriesgan su vida cruzando de un lado al otro de las vías. ¿Cómo circular con una silla de ruedas o un cochecito de bebé sino lanzándose a la calle?
Los cambios de uso de las zonas residenciales, como Altamira, Colonial Los Robles, Los Robles, entre otros, suman, al desorden urbano, el ver plagadas las aceras de vehículos estacionados que impiden el paso de los peatones. Hasta las motos circulan en los espacios libres de las aceras en flagrante desconsideración con el transeúnte y ante el yoquepierdo de las autoridades.
La situación en el transporte público no es mejor. Aunque los nuevos buses vinieron equipados con plataformas para facilitar el acceso de las personas con limitaciones de movilidad, especialmente ancianos, la grosería e insolidaridad de las empresas de buses llegó al extremo de dañar los sistemas, rechazando y discriminando, de hecho, a amplios sectores de la población.
Y ni que hablar de los mercados, con pasillos bloqueados por vendedores, canastos y basura, encharcados; sin aceras ni pavimento y con una agresividad preocupante por parte de usuarios y comerciantes. Una situación que se repite a lo largo y ancho del territorio nacional.
Pensemos en el Centro Cívico. Si Ud. ha sufrido un accidente y debe usar muletas o silla de ruedas, deberá encontrar alguien que le realice cualquier gestión ya que no podrá acceder a las oficinas de su interés si estas están en el 2° piso. Existe una Ley, la N° 763, del 1-08-2011, que establece el marco legal para “la promoción, protección y aseguramiento del pleno goce y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos de las personas con discapacidad…”, y obliga, tanto al sector público como al privado, a proveer soluciones y estrategias para garantizar su cumplimiento.
La Accesibilidad Universal es una de las primeras definiciones que encontramos en el Arto. 3. Sin embargo, los excelentes enunciados de la Ley siguen siendo papel mojado, ya que no se cumple como tantas otras que tienen que ver con el bienestar de la población. Traigo a colación el recién inaugurado edificio de Migración en Peñas Blancas en el que los baños carecen de los mínimos estándares de diseño para el usuario normal y absolutamente ninguna facilidad para las personas con necesidades especiales. Los corredores de descanso de los viajeros continúan ocupados por los vendedores y si Ud. anda con muletas o silla de ruedas se las tendrá que arreglar como pueda mientras espera bajo el inclemente sol o la lluvia pertinaz. Yo invito a las instituciones a leer el “Capítulo II- De la Accesibilidad” de dicha Ley y comenzar a dar respuestas acordes que realmente pongan en práctica políticas de respeto a este amplio sector de la población.
Tenemos una ciudadanía que sufre secuelas de guerra, de accidentes de tránsito (tan frecuentes hoy en día), amén del envejecimiento natural de un amplio sector, que debe ser incluida y no discriminada por su condición. Las instituciones como ENACAL, las alcaldías o las empresas telefónicas, por citar algunas de las que realizan trabajos en las vías y las aceras, debieran RECOGER toda la basura y el cascote que generan en sus intervenciones en lugar de dejar peligrosos montones sobre las aceras y cunetas o zanjas sin cerrar adecuadamente. Los nuevos semáforos y las nuevas paradas de buses han generado igualmente una enorme cantidad de obstáculos a los ya existentes, dándole a Managua una apariencia cada vez más sucia y desordenada. Es hora de centrar los esfuerzos en avanzar por el camino del orden, la limpieza, la organización y el respeto a los ciudadanos que merecemos condiciones aceptables de vida, especialmente aquellos que tienen necesidades especiales.