23 de noviembre 2015
Buenos Aires.- El conservador Mauricio Macri se consagró este domingo como nuevo presidente de Argentina al derrotar en una inédita segunda vuelta al oficialista Daniel Scioli y pondrá fin, a partir del próximo 10 de diciembre, a un ciclo de doce años y medio de kirchnerismo en el poder.
"Hoy es un día histórico, es un cambio de época que va a ser maravilloso", dijo Macri al celebrar su triunfo ante miles de adherentes políticos reunidos en un centro de convenciones de Buenos Aires, la ciudad que gobierna desde hace ocho años.
Con el 96,40 % de las mesas contabilizadas, Macri, líder del frente electoral Cambiemos, obtenía el 51,72 % de los votos por el 48,28 % de su rival, quien reconoció su derrota y llamó al electo mandatario para felicitarlo.
Quien dentro de tres semanas tomará las riendas del país por los próximos cuatro años afirmó que el cambio que tiene por delante Argentina "no puede detenerse por revanchas" y convocó a la participación de "todos", incluso a quienes no le votaron, para "encontrar el camino del desarrollo".
"¡Sí, se puede!", arengó Macri a sus seguidores, que le respondieron a coro. "Le pido a Dios que me ilumine para ayudar a cada argentino a encontrar su forma de progresar, ser feliz. Les pido que por favor no me abandonen, que el 10 de diciembre comienza una etapa maravillosa de Argentina", grito Macri, exultante, quien festejó a puro baile, arropado por su mujer, Juliana Awada, y la hija de ambos, Antonia, de 4 años.
Globos, lluvia de papeles, música a todo volumen en el búnker de Cambiemos. Y unas cuantas cuadras de allí, en un hotel del centro de la capital argentina, la cara de la derrota: militantes del Frente para la Victoria deshechos en un mar de lágrimas.
Su candidato, el gobernador saliente de la provincia de Buenos Aires, contuvo su amargura en público y, al reconocer la derrota, habló con serenidad. "Yo he puesto lo mejor de mí", aseguró Scioli, un peronista de origen no kirchnerista y que en la primera vuelta electoral, el pasado 25 de octubre, había logrado el primer puesto, con el 37 % de los votos, menos de lo que le auguraban los sondeos y apenas tres puntos por encima de lo obtenido por Macri.
Scioli reconoció que "se optó por un cambio" y dijo que "Dios quiera e ilumine al ingeniero Macri y que ese cambio sea por el bien de nuestro pueblo". "La dinámica del balotaje (segunda vuelta) ha elegido la alternancia. Es nuestra democracia, tenemos que hacerla madurar día a día y cuidarla. Hoy hemos dado una manifestación ejemplar al mundo", añadió.
Scioli, de 58 años, aseguró que a partir del próximo 10 de diciembre, cuando deje el cargo como gobernador bonaerense, buscará "desde donde sea poder defender coherentemente a un ideal, a un proyecto de país que comenzó hace doce años, con un sueño, lo que parecía inalcanzable fue avanzando; Argentina se transformó".
Ayer me felicitó @CFKArgentina. Me dijo que estaba contenta por haber tenido el primer ballotage en paz y me deseó la mejor de las suertes.
— Mauricio Macri (@mauriciomacri) November 23, 2015
Cristina Fernández, que tuvo una mala relación con Macri desde que en diciembre de 2007 ella llegó a la Casa Rosada y él a la Alcaldía de Buenos Aires, también llamó a su sucesor para felicitarle. Según fuentes oficiales, la jefa de Estado, que tendrá que traspasar su banda presidencial al líder opositor, le convocó a un encuentro el próximo martes en la residencia oficial de Olivos, a las afueras de Buenos Aires. Fernández, de 62 años y cuyo futuro político es aún una incógnita, habló además por teléfono con la tercera esposa de Macri, Juliana Awada, que en pocos días se convertirá en la nueva primera dama de Argentina.
Macri consiguió un 51,42 por ciento de votos, una ventaja de tres puntos, sobre el oficialista Daniel Scioli, con el 99 por ciento del escrutinio. Scioli se quedó con un 48,58 por ciento de votos, de acuerdo con los datos provisionales de la autoridad electoral.
La jornada transcurrió con normalidad y con una participación del del 80,91 por ciento. Alrededor de 32 millones de argentinos estaban llamados hoy a las urnas para elegir a su presidente en una convocatoria que estrenó en Argentina la segunda vuelta, sistema instaurado en 1994.
El fiscal electoral Jorge Di Lello recibió unas 200 denuncias por irregularidades menores y más de 53 contra la presidenta, Cristina Fernández, por saltarse la veda electoral en las declaraciones realizadas tras depositar su voto. También fueron denunciados, a través del teléfono o vía internet, Scioli y Macri por violar la veda.
La economía, el gran desafío de Macri
Llegó la "hora de la verdad": el opositor Mauricio Macri descubrirá qué tan mal o bien está la economía del país suramericano. Con estadísticas oficiales sumidas en el descrédito desde hace casi nueve años, lo primero será determinar cuál es la real tasa de actividad económica. Según los datos oficiales, Argentina crece: 2,8 % en septiembre frente a igual mes del año anterior. Pero para los organismos internacionales Argentina terminará este año con un crecimiento casi nulo, del 0,4 %, y se contraerá 0,7 % en 2016.
No es una simple discusión técnica. Macri debe saber si se estrenará con una economía estancada o en caída. Y de inicio tiene un problema: un Presupuesto 2016, diseñado por el kirchnerismo y ya aprobado por el Parlamento, que incluye una pauta de crecimiento económico del 3 %, de difícil cumplimiento.
Estos días trabajaremos para definir el gabinete económico, para que tomen acción y podamos conocer el estado real de las cuentas públicas.
— Mauricio Macri (@mauriciomacri) November 23, 2015
La caja de Pandora que se abrirá antes de las Navidades también incluye otras posibles sorpresas desagradables para el nuevo Gobierno: a cuánto asciende realmente el déficit fiscal primario (unos 4.800 millones de dólares en el primer semestre, según datos oficiales) y cuál es el verdadero nivel de reservas monetarias (26.000 millones de dólares, según el Banco Central).
"Creo que lo más importante es la herencia a nivel económico porque hay un déficit fiscal importante. Se deja una bomba de tiempo", dijo Celia Kleiman, directora de la consultora Polldata. Para la analista, Macri, que viene de ocho años de gestión al frente del Gobierno capitalino, "va a tener que desarmar esta bomba y seguramente eso va a equivaler a una política de mayor o menor grado de ajuste, pero de ajuste al fin".
El flamante presidente electo rehuye a hablar de "ajuste", casi una mala palabra para los argentinos castigados por crisis cíclicas, y en su entorno prefieren hablar de "sincerar la economía". Y eso incluye transparentar la inflación, que para el Gobierno de Cristina Fernández acumuló un alza del 11,9 % en los primeros diez meses del año y para la oposición ronda el 25 %.
La llegada de Macri a la Casa Rosada supondrá también un nuevo valor para el tipo de cambio, si es que el líder del conservador frente Cambiemos cumple con una de sus principales promesas de campaña: dar por finiquitado el odioso "cepo cambiario" instaurado a finales de 2011 por el Gobierno de Fernández para intentar, en vano, contener la fuga de divisas.
Terminar con las restricciones cambiarias, que no solo afectan a los pequeños inversores sino a los importadores y a las empresas que desean girar dividendos, puede resultar un paso peligroso. El tipo de cambio oficial actual es de 9,67 pesos por unidad. La cotización en el mercado ilegal ronda los 15 pesos. No son pocos los economistas que advierten que barrer de un plumazo el cepo, en vez de desmontar las restricciones de modo gradual, puede resultar en una fuerte devaluación y un salto inflacionario mayor.
Para templar los nervios, Rogelio Frigerio, uno de los principales asesores económicos de Macri, prometió que se aplicará "una política monetaria que proteja el peso nacional". Las promesas incluyen levantar las restricciones a las importaciones, dar incentivos al empleo, rebajar algunos impuestos y un plan de infraestructura con proyectos por hasta 120.000 millones de dólares.
Macri apuesta a que el cambio de Gobierno suponga un giro en el humor de los inversores, un regreso de los capitales al país y un retorno de la nación suramericana a los mercados financieros internacionales. Y esto último dependerá en gran medida de la solución que el futuro Gobierno le de al complejo conflicto judicial con los fondos especulativos que le reclaman a Argentina 1.300 millones de dólares, más abultados intereses, por bonos en mora desde finales de 2001, un litigio que ha puesto al país contra las cuerdas en materia de financiación externa.
De empresario a presidente
- Evita las etiquetas ideológicas y apuesta por el "desarrollismo del siglo XXI", con la bandera del "cambio" y el sueño, ha dicho, de una Argentina unida
Mauricio Macri tiene muchos motivos para celebrar. No solo ha llegado a la Presidencia argentina, sino que es el primer mandatario del país elegido en segunda vuelta y su nombramiento marca un cambio drástico y termina con los doce años de la llamada "era K".
Pocos apostaban apenas hace unos años a que Macri, el "ingeniero", como se le conoce en círculos políticos y empresariales, un hombre sin tradición militante y que aterrizó en la política en su madurez, llegaría a la Presidencia en su primer intento.
Ha roto, además, la tradición de abogados en el sillón de Rivadavia y es el primer empresario que logra el bastón presidencial desde el retorno de la democracia, en 1983. Pero no es la única tradición que ha roto este "niño" mimado por la oposición, que cambió los negocios por el fútbol antes de saltar a la política.
Para llegar a la Presidencia, Macri se ha creado un perfil de ciudadano medio, con un aspecto desenfadado y una campaña audaz e innovadora, basada en el contacto personal y volcada en las redes sociales, más eficaz que las multitudinarias concentraciones del peronismo.
Evita las etiquetas ideológicas y apuesta por el "desarrollismo del siglo XXI", con la bandera del "cambio" y el sueño, ha dicho, de una Argentina unida.
Este ingeniero de 56 años (Tandil, provincia de Buenos Aires, 1959), comenzó su carrera en las empresas del imperio fundado por su padre, el italiano Franco Macri.
A los 32 años fue secuestrado durante dos semanas por un grupo de expolicías, una experiencia que marcó su vida pero que, vista en la distancia, le ayudó en su carrera política. "Si yo no hubiese sido secuestrado, tal vez mi vida pública no hubiese existido", ha reconocido públicamente en alguna ocasión.
De los negocios familiares saltó al deporte como presidente del popular Boca Juniors. Una exitosa gestión, con el récord de 17 títulos internacionales para el club, le abrió las puertas de la fama y de la política.
Rostro habitual de las revistas del corazón a finales de los 90, Macri creó 2003 Compromiso para el Cambio, un semillero de jóvenes profesionales de distintas tendencias.
Consolidado el grupo, nació Propuesta Republicana (Pro), el partido que le permitió convertirse en diputado nacional y ganar la Alcaldía de Buenos Aires en 2007.
Con una oposición fragmentada, Macri asumió progresivamente del papel de portavoz opositor con la vista puesta en la Presidencia. En 2011 llegó a adelantar incluso sus planes, pero la muerte de Néstor Kirchner, un año antes, fortaleció electoralmente a su esposa y sucesora, Cristina Fernández, y Macri se replegó.
Fernández revalidó la Presidencia con un 54 por ciento de votos y el "ingeniero" se consolidó en la ciudad, con un 64 por ciento de apoyo. Con este aval en la mano, comenzó a preparar concienzudamente su carrera presidencial.
Consciente de que lideraba una fuerza joven, con cuadros desconocidos y carente de una estructura nacional, tejió una alianza con la centenaria Unión Cívica Radical y socios coyunturales.
Un peronismo dividido y distanciado del núcleo duro del kirchnerismo colaboró con la estrategia de Macri para escalar posiciones. Su gran desafío fue convencer a los argentinos de que, por primera vez, era necesaria una segunda vuelta para elegir a su presidente. Lo logró el 25 de octubre.
Espero que todos nos sintamos parte. Enfocamos demasiados años en las diferencias, pero es mucho más lo que nos une. #Cambiamos
— Mauricio Macri (@mauriciomacri) November 23, 2015
"Metí un gol de tiro libre", admitió hoy el presidente electo para definir el resultado obtenido hace un mes. Con las cifras en la mano, su camino a la Casa Rosada se convirtió ya en un paseo, abonado por un nutrido equipo de profesionales con dos figuras clave: Marcos Peña, su mano derecha, y pieza fundamental de su futuro Gabinete, y el ecuatoriano Jaime Durán Barba.
A medida que crecía políticamente, los argentinos han sido testigos de la evolución de Macri. Se afeitó el bigote, cambió los trajes y la corbata por cazadoras, camisas claras y "jeans", y no tuvo empacho en cantar y bailar en público para celebrar sus triunfos electorales.
El proceso de transformación incluyó el relato de anécdotas tan personales como que ha consumido viagra o que se disfrazó de Freddie Mercury y estuvo a punto de ahogarse con un bigote postizo durante la fiesta de boda con su tercera esposa, Juliana Awada.
También Awada, una conocida empresaria del mundo de la moda 15 años más joven que Macri, ha contribuido a forjar esa imagen.
Discreta y siempre en segundo plano, el beso que Awada le estampó a Macri en la boca sobre el escenario tras el debate entre los presidenciables a una semana de las elecciones será quizá lo único que recuerden los argentinos de ese primer cara a cara.
Una buena estrategia de comunicación relegó las lagunas en su gestión en Buenos Aires, especialmente en materia de vivienda y servicios públicos básicos, como educación y sanidad.
Tampoco ha tenido impacto electoral alguno su procesamiento como partícipe de una asociación ilícita en una causa por presunto espionaje ilegal, en 2009, que sigue en tribunales y que sus colaboradores atribuyen a una operación orquestada.
La "revolución de la alegría" que propuso en un programa con poco contenido para resolver los graves problemas del país caló entre los electores frente a la "campaña del miedo" que lanzó el oficialismo para intentar frenarle.
"Voy a dejar lo que tengo y lo que no tengo para que los argentinos tengan mejores oportunidades", prometió Macri el jueves, en su cierre de campaña, en el empobrecido norte argentino.