17 de noviembre 2015
¿Cuáles de las etapas en la vida profesional de Danilo, merece menos elogios? A mi parecer, ninguna. Con su desempeño cabal en cada una de sus actividades, hizo su aporte a la historia del periodismo, y sobre eso no se ha dicho lo suficiente ni es poco lo que aún queda por decir.
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La historia del periodismo moderno, puede comenzarse a escribirse con La Prensa de Pedro Joaquín Chamorro, pero no podría continuarse –menos completarse— sin los capítulos dictados por Danilo durante su la vida profesional.
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Quiero decir, que esos capítulos de la historia del periodismo nacional tendrían que corresponder obligadamente a cada una de las experiencias de Danilo, desde de juventud como cronista deportivo y director del efímero diario La Nación, y seguirlas como jefe de redacción de los mejores noticieros en la época de gloria del periodismo radial,
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Y luego –más bien simultáneamente—, acompañarle en su incursión definitiva dentro del periodismo escrito –prototipo y siempre vanguardia de todo periodismo—, como jefe de redacción de La Prensa, como editor inaugural del diario Barricada, como fundador, subdirector y director de El Nuevo Diario, hasta su digna renuncia a END, pero no al periodismo. Aun después, y para siempre, bastará decir Danilo y habremos invocado la imagen del mejor periodista nicaragüense.
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Ese bagaje profesional de Danilo, con todo y que no es poco, menos que lo sea todo. Él no se encerró en una redacción a contemplar su labor, sino a ligar su quehacer diario con el despliegue de acciones reivindicativas del gremio, que lo llevaron a convertirse en el primer presidente de la Unión de Periodistas de Nicaragua y después a tener proyección internacional desde la presidencia de la Federación Latinoamericana de Periodistas.
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La imagen que Danilo se diseñó solo con sus perfiles de gran periodista y de luchador gremial. Así no estaría completa, la mutilaríamos, si nos olvidáramos de su militancia política y conciencia patriótica, lo cual nunca separó de su vida profesional sin caer en politiquería ni en falsa imparcialidad. Digo más: sus actividades políticas, forjaron el temple ético con el que Danilo actuó como periodista valiente y crítico.
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Pienso, claro está, en la militancia política en su sentido más amplio, no sectario, que le animó a luchar por la justicia social, los derechos humanos, la institucionalidad democrática, los derechos civiles (electorales, laborales, las libertades de prensa, de información y expresión) más una solidaridad activa con los oprimidos y los perseguidos. Todo, en su triple función de hombre, abogado y periodista.
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Danilo nos enseñó más que un buen periodismo. Nos enseñó que la militancia política no se riñe con la militancia partidaria, siempre que esta no pretenda sacrificar la libertad de crítica a favor de una disciplina borrega y sectaria. Enseñó que debemos vivir el presente según nos reclama la histórica en su momento, pero sin olvidar en ningún momento las enseñanzas de la historia.
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Danilo lo enseñó con su práctica. Cuando dentro de la bancada sandinista se discutía lo la reelección en el proyecto de la Constitución de 1987, él se pronunció en favor de que se prohibiera toda forma de reelección presidencial. Él siempre tuvo presente la experiencia histórica acerca de cómo la reelección desboca ambiciones personales, estimula la corrupción y provoca derramamientos de sangre, tal como ha ocurrido en nuestro proceso histórico.
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Danilo tuvo el valor de disentir, sin perder su fidelidad a la causa de la revolución. Y no le escuchamos. Pensábamos entonces que la revolución debía tener una continuidad para cumplir con una aspiración popular mayoritaria, pero no tomamos en cuenta que también había individuos en el poder que traicionarían esa aspiración en provecho propio.
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Danilo no cejó en su empeño democrático de evitar la reelección, y lo consiguió con otra bancada sandinista y con el apoyo mayoría de la Asamblea Nacional con las reformas de 1995. Pero los ambiciosos seguían en el poder y borraron de un solo tajo ilegal y cobarde la no reelección. Ahora estamos sufriendo las consecuencias, se perdió la visión aspiración patriótica de Danilo, y volvimos al pasado, al primitivo y al más reciente pasado.
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De esa forma traicionera también quedó comprometido el presente de los nicaragüenses quienes, a su vez, dejarán como herencia a sus descendientes un futuro empeñado que ojalá no necesite de nuevo la sangre para ser rescatado.
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Esta dimensión humana, política y profesional de Danilo llenará los mejores capítulos de la historia del periodismo nicaragüense, cuyos valores, méritos y ética han sido patentes en las condolencias de sus colegas en ocasión de su deceso. De buen provecho les sería su magisterio periodístico, si lo asociaran a sus enseñanzas –también magistrales— en el campo de la militancia política patriótica.
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La muerte de Danilo, es una buena oportunidad para que –en su honor—empezara a reivindicarse una buena parte del gremio de la morosidad con el cumplimiento ético de su función profesional. Si de esa morosidad ya no fuera reivindicable en un sector del periodismo, al menos hay que intentarlo con las nuevas generaciones sobre la base de los ejemplos de Danilo.
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Cuánto bien se le haría al gremio, al periodismo como profesión –sea ejercido sin título o con un título—, pero con dignidad y capacidad para que pueda huir lo más lejos posible, de la imagen de bufones de la corte presidencial y de los reyes del capital que se ofrecen desde algunos medios de comunicación… El fin de esta bufonería, sería el mejor homenaje a Danilo.
Cronología imperial (*)
1813.- 1) El 10 de febrero, Sospechosamente, el general Victoriano Huerta, a quien Madero ha confiado la comandancia de las fuerzas “leales”, noencuentra cómo recuperar las posiciones tomadas por el general Félix Díaz. 2) El 11 de febrero, Continúa la inoperancia de Huera, mientras la representación diplomática estadounidense se convirtió abiertamente en una madriguera de conspiraciones, y Taff envió tres acorazados hacia Veracruz.
3) El 12 de febrero, Henry Lane Wilson, en unión de sus colegas de Gran Bretaña, Alemania y España, protestaron ante Madero por la persistencia de las acciones militares en la capital mexicana. Los cuatro visitaron horas más tarde al general Díaz, de cuya “sinceridad y sentido humano” dejaron constancia en el informe de Wilson al Philander C. Knox.
4) El 13 de febrero, Madero ofreció a Wilson que trasladara si sede diplomática al barrio de Tacubaya, lejos de la línea de fuego, pero Wilson se negó, para no perder su excelente ubicación como centro de conspiraciones.
5) El 16 de febrero, el general Aureliano Blanquet, complotado con Huerta, arrestó a Madero, quien le acusó de traidor. Otro arrestado fue el vicepresidente José María Pino Suárez. Por la tarde, se reunieron en el salín principal de la embajada gringa Wilson, otros diplomáticos, senadores mexicanos cómplices y los generales Huerta y Díaz. En la reunión, única en los anales diplomáticos de entonces, firmaron el pacto conocido “de la embajada”. Les arrancaron las renuncias a Madero y Suárez, con la promesa de que sus vidas serían respetadas. Las víctimas se calcularon en 3.000 muertos y 6.000heridos.
(Continuará)
(*) Resumida d Guía del Tercer Mundo-86.
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