13 de noviembre 2015
A las once de la mañana de este jueves, familiares, colegas y amigos del maestro del periodismo, el doctor Danilo Aguirre Solís, se reunieron en el cementerio Sierras de Paz para darle el último adiós a un hombre que decidió -según algunos de sus colegas- que su epitafio fuese “siempre al píe del cañón”.
Periodista, político y ciudadano comprometido, el ex director de El Nuevo Diario siempre luchó por la democracia y la transparencia en la función pública de Nicaragua, la mayoría del tiempo desde el periodismo. Su última obsesión, según su hijo Erick, fue reflexionar sobre el panorama social y político actual en espacios como el Movimiento por Nicaragua (MpN).
El epitafio “siempre al píe del cañón” resume el espíritu combativo de Danilo Aguirre, concordaron muchos de los presentes en el sepelio. El acto fúnebre no fue una misa religiosa, sino una tribuna donde sus amigos describieron al Danilo Aguirre que conocieron. Hubo lágrimas y dolor, pero se percibió la sensación de que Aguirre dejó una misión cumplida acompañada de un contundente legado periodístico y cívico.
“Una enseñanza en tres vías: moral, ciudadana y política. Vertientes importantes en la lucha de la justicia social, por las cosas correctas en la política, por la decencia y la honestidad”, definió Erick Aguirre, escritor y periodista.
El poeta Luis Rocha, compañero de trabajo y amigo, dijo que el doctor Aguirre siempre “fue frontal” a cualquier dictadura. “En este presente negro que estamos viviendo, a lo que se llamó Revolución, fue igual: compartíamos el criterio de quienes están en el poder traicionaron a la Revolución que tanto había costado”, afirmó Rocha.
El escritor Sergio Ramírez sostuvo que cuando Aguirre fue diputado fue “un gran momento” de la contribución como ciudadano y jurista a la vida democrática del país.
“Una de las grandes hazañas de Danilo fue acompañar la reforma integral a la Constitución para hacerla democrática, que prohibía la reelección o que el jefe del Ejército o la Policía no podían ser parientes cercanos del presidente de la República, darle atributos de poder verdaderos al poder judicial y electoral… Todo eso que ya sabemos fue echado para atrás”, recordó el autor de Castigo Divino.
El magistrado de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), Rafael Solís, asistió al entierro por la amistad que mantuvo con Aguirre. Dijo que lo recordaba más como legislador que periodista. En las discusiones parlamentarias ambos mantenían visiones diferentes, aunque dice, la relación amistosa se sobrepuso a eso.
“Recuerdo que para la constitución del 87, en algunos artículos hubo discusiones fuertes y él mantuvo su propio criterio alrededor de la reelección y nosotros lo respetamos”, dijo Solís. “Ese era un criterio de toda la vida de él. Sin embargo eso no afectó la amistad. De manera que cualquier opinión que haya dado se las respeté en vida y con mayor razón se las respeto ahora”, agregó.
Erick Aguirre rememoró que su padre tuvo una vida agitada: en la oposición al somocismo cuando caía preso, saliendo noche de la radio o el periódico, y cuando estudiaba Derecho en la Universidad Centroamericana (UCA). “Pero cuando llegaba (a la casa) era un amor, nos bañábamos con él, jugábamos y eso igual con sus nietos y sobrinos. Siempre fue amoroso”, dijo.
Aguirre dijo que su padre siempre se sintió defraudado en Nicaragua: desde que nació hasta que murió. “Las circunstancias no fueron las que él quiso para este país. Realmente estaba bastante decepcionado, pero siempre con ganas de cambiar. Siempre debatiendo de las necesidades de la democracia en Nicaragua, el funcionamiento pleno de la democracia. En eso pensó hasta en el último momento de su vida, reuniéndose con los compañeros para reflexionar. Esa era últimamente su gran obsesión”, aseveró.
Muchos colegas periodistas lloraron durante el sepelio. William Roiz apenas pudo terminar su discurso. El llanto comenzaba a ganarle. Cerró su intervención diciendo que el doctor Aguirre le entregó “su corazón a Nicaragua”.
Sergio Ramírez, quien no dio un discurso, sostuvo que el país perdía no solo a un gran narrador y un virtuoso de la memoria, como el personaje de Jorge Luis Borges, Funes el Memorioso, sino a “un ciudadano de primera, integral por su transparencia, honestidad, por su lucha inclaudicable por los valores cívicos del país”. “Lo demostró como periodista y ciudadano”, zanjó.
Después de escuchar todas las valoraciones sobre el ex director de El Nuevo Diario, a la mente se venía esa frase de Carlos Monsiváis: “El periodismo no es un oficio sino una misión política y patriótica”. Pocos se fueron cuando el sepelio terminó. Se quedaron a ver cada palada de tierra que caía sobre el ataúd. Como si quisieran ver al epitafio inscribirse en la lápida. “Danilo Aguirre Solís, siempre al píe del cañón”.