28 de octubre 2015
Caminaban como si quisieran hundir el asfalto con sus botas de hule. Firmes y decididos, miles de campesinos entraron a la Carretera Norte, en Managua, transitando con el puño en alto, felices de lograr lo que muchos no creían posible: vencer la muralla impuesta por el gobierno del presidente Daniel Ortega. Bajaron de los camiones que los transportaron, algunos después de más de 2 días de viaje, sorteando tranques y trampas en el camino. Nada los detuvo. Fueron recibidos como héroes. Vitoreados igual que los combatientes que entran a su pueblo después de una victoria de guerra.
Una mujer pequeña, morena y de piel tostada por el sol encabezaba el grupo. Francisca Ramírez, líder de la comunidad La Fonseca, en Nueva Guinea, miraba a su alrededor conmovida, mientras se abrazaba con sus pares. “Sí se pudo”, gritaba junto a la multitud eufórica. Desde el sábado, ella organizaba el viaje hacia Managua. Vivió amenazas, enfrentamientos policiales y aún así logró traer 60 camiones llenos de campesinos, de los 150 que tenía previsto.
También vinieron delegaciones de otras comunidades alejadas en Río San Juan y la Región Autónoma del Atlantico Sur (RAAS): comarcas en El Tule, San Miguelito, Puerto Principe, Punto Gorda, territorios que serían expropiados por la construcción del canal interoceánico.
A las 1 de la tarde, el sol ardía incandescente en la capital. El mar de hombres y mujeres, de botas, sombrero o gorra y camisa a cuadros seguía creciendo. Muchos llevaban al cinto un machete en su estuche de cuero, el símbolo del trabajo campesino. Todos con banderas de Nicaragua. El entusiasmo era evidente. No hubo policía, ni partidario del gobierno u obstáculo físico que detuviera la avalancha de personas que se dirigieron a la tercera marcha nacional en contra del proyecto del canal celebrada este 27 de octubre.
Algunos como Iván Otero recorrieron más de 250 kilómetros en los camiones que usualmente utilizan para transportar la producción de alimentos o las reses. Vino de la comunidad Las Flores a 10 horas a caballo hacia Puerto Príncipe y asegura que su único objetivo es que deroguen la ley 840, ley de concesión del canal interoceánico. “Nos ha costado mucho venir. Por los tranques hemos tenido grandes dificultades. Este gobierno solo entiende por la violencia. Enseñábamos los garrotes y los antimotines nos dejaron pasar”, relató.
Durante el trayecto hacia la capital, efectivos de la policía nacional ubicaron más de 6 retenes. Ninguno logró detener a los manifestantes. En cada retén, los campesinos se salían de los camiones con palos y machetes. Sobrepasaban en número a los policías. Tenían que dejarlos pasar. Después del tercer retén no tuvieron otra opción que abrir el paso pero tiraron por la carretera miguelitos (objetos cortopunzantes) y pincharon más de 50 llantas. Tampoco eso funcionó.
“El día de ayer y hoy hemos tolerado todo. Hemos luchado contra las pandillas danielistas, contra la policía que se presta al juego de proteger al gobierno. Pasamos toda la madrugada cambiando llantas pero aquí estamos”, dijo Inés Barrera Chavarría de la comunidad de Santa Isabel, en Punta Gorda.
Las tierras de Inés serían expropiadas y entregadas a la empresa china HKND, dueña de la concesión. La ruta trazada tiene 270 kilómetros de extensión y va desde las costas del Caribe hasta las del Pacífico.Los departamentos que serían afectados son Rivas, Río San Juan y la RAAS. El costo supera los 50 mil millones de dólares, aunque aún el dueño de la concesión, el misterioso magnate chino Wang Jing, no ha mostrado indicios de haber reunido el dinero suficiente para la construcción que estaba prevista a iniciar en diciembre de 2014.
El proyecto ha causado conmoción entre juristas, defensores de derechos humanos, ambientalistas y un gran sector de la población que temen que los efectos sociales y ambientales serían devastadores para el país, pues, además de la destrucción de ecosistemas a lo largo de la franja, se afectaría a decenas de miles de nicaragüenses que serían desplazados de sus hogares.
Cambio de ruta
Originalmente la marcha saldría del kilómetro 4 de la Carretera Norte y avanzaría hasta la Asamblea Nacional, donde los manifestantes exigirían a los diputados la derogación de la Ley 840, aprobada hace dos años y cuatro meses, en una sesión expresa, sin consulta previa y con muy poca discusión sobre los efectos.
Desde las siete de la mañana, centenares de manifestantes de Managua, Masaya, y el norte del país se anclaron enfrente del diario La Prensa a esperar a la caravana de campesinos. También se presentaron pobladores de las comarcas afectadas en Rivas.
Angie García, una joven de Tolesmaida, estaba desde tempranas horas en el plantón sosteniendo una manta. “No queremos canal. Si en el campesino no somos nada, es quien produce lo que comemos, no vamos dejar que nos quiten nuestras tierras”, dijo.
Diferentes grupos sociales y políticos confluyeron en el mismo espacio. Partidos como el PLI y MRS fueron representados por sus líderes y simpatizantes. Se hicieron presentes también organizaciones de sociedad civil, grupos feministas y grupos de la diversidad sexual. Todos unificados bajo una misma demanda.
Managua se encontraba sitiada desde el día anterior. Desde la semana pasada el gobierno convocó a una contra marcha, bautizada por la primera dama y secretaria del consejo de comunicación, Rosario Murillo, como la “Caminata Trabajo y Paz… Unida, Nicaragua Triunfa!”. Miles de trabajadores del Estado, estudiantes de secundaria y de universidades, y grupos paramilitares se reconcentraron en varios puntos, incluyendo algunos que estaban en la ruta prevista por la marcha anti canal.
Los grupos oficialistas se transportaban en buses interurbanos y camiones de la alcaldía. Frente a la protesta anti canal, pasaron varios gritando consignas y atacando verbalmente. En uno de los camiones los simpatizantes de Frente Sandinista de liberación Nacional (FSLN) tiraron piedras y hasta un platina de metal. En esa trifulca ocurrida a las 9 am, resultó herido en el ojo el joven Alexander Ortega.
Mientras la expectativa crecía, los manifestantes recogieron dinero entre todos para dar agua y comida a los campesinos. A cada momento se anunciaba que ya estaban más cerca y todos aplaudían. El triunfo llegaba.
Poco antes que arribaran a Managua los camiones, oficiales antimotines impusieron un cerco policial a 200 metros de la protesta. Atrás de ellos se encontraban centenares de motorizados, armados con pistolas, bates, y cuchillos.
Cuando llegaron los campesinos, algunos manifestantes, casi todos de Managua, se acercaron a la hilera de policías y tuvieron un intercambio violento con las fuerzas de choque oficialistas. Tiraron piedras, palos y morteros de ambos lados.
Visiblemente molesta, Francisca Ramírez, líder anti-canal, se acercó a ellos y les exigió que no buscaran un enfrentamiento con los grupos del gobierno. “Nosotros no venimos a pelear con nadie. Nuestra protesta es pacífica, por favor váyanse para atrás adonde estamos nosotros”, les dijo a los miembros del movimiento de jóvenes REJUDIN.
Los campesinos no avanzaron hacía la Asamblea como tenían previsto, decidieron encaminarse a la rotonda Bello Horizonte y tomaron el boulevard hacia el sur. Llegando al punto de reunión, Octavio Ortega, coordinador del Consejo en Defensa del Lago, tierra y soberanía, aseguró que la decisión de no seguir con el plan fue tomada para prevenir cualquier enfrentamiento.
“Hubieron cuatro cabezas calientes que dijeron que fuéramos a la Asamblea, pero ya estaba tomada desde ayer. Nosotros no queremos ni muertos ni violencia, tratamos de evitar la confrontación. Que mire el pueblo de Nicaragua que la violencia es de parte de ellos. Fue la mejor decisión”, expresó Ortega respaldado por un grupo de campesinos.
Después de peregrinar rápidamente en la rotonda, los manifestantes volvieron de nuevo al punto de origen. Ahí los líderes anti canal decidieron que por seguridad de todos se regresarían hoy a sus comunidades y no acamparían en Managua, como habían anunciado.
“Nosotros queremos ganar esta lucha sin que haya derramamiento de sangre. Tenemos un gobierno que no cree en la lucha pacífica, pero nosotros vamos a seguir”, expresó Ramírez.
“Nosotros somos inteligentes , no somos confrontativos. Sabemos bien que si nos quedamos es hacerles el juego a ellos porque ellos lo que quieren es echarnos las turbas y nosotros no andamos en eso”, añadió Francisco Javier Carmona, habitante de San Miguelito.
A pesar del reiterado espíritu pacífico de la marcha, el gobierno sí logró agredir a algunos manifestantes. Un grupo de jóvenes denunció a través de las redes sociales que fuerzas de choque del FSLN bloquearon el paso y cercaron a varias personas en Bello Horizonte, cuando estaba terminando la marcha. Motorizados atacaron y dispararon, dejando a Carlos Ruiz, de 25 años, herido en la cabeza. Su hermano André Ruiz, que también se encontraba en el hecho, aseguró que “en cuestión de momentos la barrera de antimotines se abrió para dar paso a un grupo de motorizados armados que se tomaron toda la rotonda de Bello Horizonte a vista y paciencia de todas las autoridades”.
El joven activista Flavio Latino también denuncio a través de internet como ese grupo de motorizados los agredió y tuvieron que refugiarse en un local de comida rápida de la zona. Latino compartió un video en el que relata que está encerrado en un baño con dos amigas y trabajadoras del restaurante, pues los motorizados ingresaron al negocio para perseguirlos.
Se reportaron además dos detenidos en Ocotal, Nueva Segovia que se dirigían a participar en la protesta.
“Pedimos a los Managua que nos apoyen”
La convocatoria de la marcha fue catalogada como un éxito por los organizadores y participantes. Miles de personas lograron vencer todos los obstáculos impuestos por el gobierno del comandante Daniel Ortega y llegaron a la manifestación. Para el director Jurídico del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), Gonzalo Carrión, los métodos que está utilizando el partido de gobierno son para aterrorizar y reducir la movilización, pero eso no les están dando frutos.
“Hicieron un operativo combinado con policía nacional, las fuerzas de inteligencia, las fuerzas de choque que están desplazadas en Managua, el MTI (Ministerio de transporte). Tienen miedo” dijo Carrión.
Por su parte, presidenta del PEN Nicaragua, Gioconda Belli, hizo un llamado a seguir protestando a pesar de todas las limitaciones.“Ha sido una tónica de este gobierno tenerle miedo a la opinión de los demás . Aunque nos coarten, aunque nos limiten. Esto es lo que hay que hacer”, manifestó la escritora.
Los campesinos organizados en contra de la expropiación hicieron un llamado a los habitantes de Managua y las otras zonas que no están en la ruta del canal que se sumen a su lucha. Inés Barrera, de Punta Gorda, declaró que es necesario que se visibilice más al campesino, por que son ellos quienes alimentan al país. “Únanse a nosotros. Nosotros somos los que producimos y les vendemos a los Managua para que coman, y ustedes nos venden a nosotros. ¿Si nos quitan las tierras adonde vamos a producir”, dijo.
El logro del movimiento campesino
La solidaridad con la lucha anti canal reunió a una amplia gama de grupos y sectores del país. No logró el gobierno desactivar la participación ciudadana en la marcha no oficial más grande del año. Los campesinos dejaron atrás los retenes policiales pero también el miedo. Prometen regresar a Managua para presionar al gobierno que derogue la ley y restituya sus derechos.
En su batalla, solo hay dos convicciones: Nunca van a aceptar la construcción del canal y no van a ceder ante la violencia estatal.
A pesar que no lograron ir a la Asamblea, como lo tenían previsto, los participantes sienten que su presencia en Managua este martes fue muy importante. “Logramos nuestro objetivo por que el gobierno paralizó el país entero para que no viniéramos aquí y ni aún así, pasamos la muralla que nos impuso”, dijo Francisco Javier Carmona, de San Miguelito, Río San Juan.