26 de octubre 2015
El amor, el sexo y las relaciones que surgen de estos tres elementos son impulsados por hormonas que invaden nuestros cuerpos y cerebros en cada etapa de los mismos. En lo personal, me parece un tema fascinante.
Cuando nos enamoramos, la culpable es la dopamina. Esta es la responsable de lo que llamamos “amor romántico”, es decir, la primera etapa del enamoramiento. En los enamorados, la dopamina:
- Incrementa y mantiene constante la concentración en el ser amado (no podemos concentrarnos en otra cosa)
- Dirige el comportamiento hacia alcanzar una meta (estar con el ser amado)
- Incrementa la energía
- Genera hiperactividad
- Disminuye la necesidad de sueño y el apetito
- Promueve preferencia por la persona amada al hacerla ver como novedosa y única
- Causa temblores, palpitaciones y respiración acelerada
- Produce regocijo, y a veces, manía, ansiedad o miedo
- Es la responsable por el incremento de la pasión de los enamorados cuando enfrentan una adversidad
La dopamina es comúnmente asociada con el sistema del placer del cerebro, proporcionando los sentimientos de gozo y refuerzo para motivar una persona proactivamente para realizar ciertas actividades. La dopamina es liberada mediante experiencias naturalmente gratificantes tales como comer, tener sexo y algunas drogas. Además, está asociada al deseo anticipatorio y la motivación (comúnmente denominados “querer”)
Una de las cosas que “queremos” con la persona amada es tener sexo. El deseo sexual es responsabilidad de la testosterona, que es la hormona masculina por excelencia, pero también está presente en la mujer, cumpliendo importantes funciones en la regulación de aspectos como el humor, apetito sexual y sensación de bienestar.
Los niveles de testosterona son heredados, por eso cada cual es diferente y es difícil encontrar a otra persona con la misma cantidad de “ganas” que nosotros. Estas dos hormonas, la dopamina y la testosterona interactúan de tal manera que –como muchos saben por experiencia – el deseo sexual puede originar amor y el amor puede incrementar nuestro deseo sexual.
Si tenemos suerte, el sexo con la persona de la que estamos enamorados nos gusta. Cuando sentimos placer sexual, están actuando la serotonina y norepinefrina. La serotonina es la hormona del humor y del placer. La serotonina inhibe el enfado, la agresión, el apetito y el vómito y regula la temperatura, el humor y el sueño. Adicionalmente – en el ámbito sexual – se libera justo después de la eyaculación u orgasmo provocando un estado de placer y tranquilidad (ganas de dormir).
La norepinefrina o noradrenalina:
- Produce excitación sexual
- Contribuye a la liberación de estrógeno
- Estimula el cortejo
- Produce regocijo
- Genera exceso de energía
- Disminuye la necesidad de sueño y el apetito
- Incrementa la capacidad de memoria para estímulos nuevos
La interacción de la norepinefrina con la testosterona, es decir del deseo con el placer sexual, hace que la respuesta sexual humana sea cíclica. El placer sexual nos da ganas de más sexo.
Ya nos enamoramos, tuvimos sexo y nos gustó. Entonces decidimos quedarnos con esta persona a largo plazo y se genera el apego, un sentimiento de calma, seguridad y unión con un compañero a largo plazo. Esta decisión es impulsada en las mujeres por la oxitocina y en los hombres por la vasopresina y ambas producen sentimientos de intimidad y cercanía entre los amantes.
La vasopresina se libera en el hombre durante la eyaculación, generando sentimientos de apego y disparando su instinto paternal. La oxitocina se secreta en la mujer en dos momentos importante durante la relación sexual, la estimulación de los genitales y/o pezones y al momento del orgasmo. La interacción de estas y otras hormonas y sus sitios de influencia cambian con los años, por eso las relaciones y los sentimientos que asociamos al amor van evolucionando, de la locura de los primeros tiempos, a la calma y seguridad que se consigue con el tiempo.
El mejor libro para leer sobre este tema se llama Why We Love: The Nature and Chemistry of Romantic Love, de la Dra. Hellen Fisher. Un libro fascinante, científico y de lectura fácil y amena. Muy recomendado.
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