Ciudad de Guatemala.- Los Rosenthal son una de las familias más poderosas y ricas de Honduras: el patriarca Jaime Rosenthal Oliva fue vicepresidente de Honduras (1986-1990) y presidente del Grupo Continental, dueño del banco del mismo nombre; su hijo Yani fue candidato presidencial en las pasadas elecciones y dirige el resto de las empresas familiares; y el sobrino Yankel era el ministro de Inversiones del actual gobierno hasta junio pasado y presidente del popular equipo de fútbol Marathon.
Todos sus negocios marchaban bien: el Banco Continental, la empacadora de carne, su fondo de inversiones y empresas inmobiliarias, hasta la semana pasada que el Gobierno de Estados Unidos los acusó de fraude y lavado de dinero por mantener negocios y otorgar préstamos a la mafiosa familia Rivera Maradiaga, alias Los Cachiros, acusados de ser los mayores transportistas de droga de Honduras, según acusación presentada a la Corte del Distrito Sur de Nueva York.
Simultáneamente la Oficina de Control de Activos en el Extranjero (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro de EE. UU. incluyó a los tres Rosenthal así como a sus empresas (incluido al Banco Continental y ocho empresas más radicadas en Honduras, Panamá, Islas Vírgenes Británicas y Estados Unidos) en su lista de narcotraficantes especialmente designados por lavado de dinero y conspirar para apoyar actividades de tráfico de drogas.
Yankel Rosenthal Coello fue arrestado en Miami, Florida, EE. UU., cuando abordaba un avión privado con destino a San Pedro Sula, Honduras.
Como resultado de la acción de OFAC, todos sus bienes y empresas bajo jurisdicción de EE. UU. fueron congelados y la Comisión Nacional de Bancos y Seguros de Honduras resolvió la “liquidación forzosa” del Banco Continental.
De cuatreros a narcos
Los Cachiros son una familia de antiguos ladrones de ganado que se convirtieron en los mayores transportistas de drogas del Istmo. La revista Insight Crime explica que los Cachiros compraban la droga a los carteles colombianos para revendérsela al Cartel de Sinaloa en México. Se estima que controlaban el 90 por ciento de las pistas de aterrizaje clandestinas en Honduras y Nicaragua.
El cartel era liderado por Javier Eriberto y Devis Leonel Rivera Maradiaga.
Según el diario ‘La Prensa’ de Honduras, Los Cachiros “tuvieron un poder casi absoluto. Los protegieron políticos, empresarios, jefes policiales y militares, formando una estructura impenetrable que operó desde marzo de 2004 hasta enero de 2015”.
Su poderío económico fue más evidente a partir de 2006, cuando invirtieron en una amplia gama de negocios, entre ellos gasolineras, centros comerciales, procesadoras de palma, haciendas, un zoológico, hoteles y transporte, muchos de estos negocios fueron financiados por el Banco Continental de los Rosenthal.
Pero el imperio mafioso de los Rivera Maradiaga empezó a desmoronarse a mediados de 2013, cuando el presidente Barack Obama los señaló de ser uno de los más poderosos y peligrosos carteles de México y Centroamérica.
El Gobierno de EE. UU. los incluyó en la lista OFAC y presionó al Gobierno hondureño para que les confiscara viviendas, empresas, ganado y grandes fincas de palma africana valoradas entre US$500 y US$800 millones.
Sin la protección del Estado, los Rivera Maradiaga empezaron a temer por sus vidas. Los Cachiros solían grabar videos de los sobornos que entregaban a los políticos, policías y militares para que se hicieran de la vista gorda a sus negocios o para divulgarlos si eran asesinados, indicó una fuente a un diario hondureño.
A inicios de 2015, las amenazas de muerte se hicieron más fuertes contra los hermanos Rivera Maradiaga, por lo que negocian su entrega a las autoridades estadonidenses. Javier y Devis huyen por barco a Las Bahamas desde donde son trasladados a una corte de Miami, Florida, EE. UU. el 26 de enero pasado.
Una añeja relación
Jaime Rosenthal contó en una entrevista a ‘Insight Crime’ cómo nació la relación con los Rivera Maradiaga. Fue en los años setenta cuando Santos Rivera Maradiaga, el patriarca familiar, y su hijo Javier Eriberto, comenzaron a venderle ganado a la planta empacadora de carne de los Rosenthal en San Pedro Sula.
“Y él se fue haciendo grande con el tiempo. Uno ve a una persona que ha empezado y va después con su camioncito, y después con otro, y otro… estaban haciendo bien sus negocios; fue creciendo”, explicó Rosenthal.
La familia Rivera Maradiaga abrió sus cuentas en el banco (Continental), pero los Rosenthal insistieron a ‘Insight Crime’ que esas cuentas estaban en consonancia con sus ganancias de esa época”.
Los grandes negocios entre Los Cachiros y los Rosenthal comenzaron en 2006, cuando el banco les prestó dinero para sus negocios de ganadería y leche. “Para el banco no era mal negocio, pues tenía buenas (reses)…”, comentó.
Pero hubo otros préstamos. Incluyendo uno para las grandes explotaciones de palma africana de Los Cachiros. Otro préstamo estuvo dirigido para ayudar a construir el zoológico y ecoparque Joya Grande. Los Rosenthal dicen que el préstamo para Joya Grande fue rentable y legítimo en todos los sentidos. “Cuando hicimos el análisis de ese préstamo nos dimos cuenta de que era un préstamo muy bueno, no solo para ellos sino para el país. No es un proyecto que iban a pagar con droga, es un proyecto que se pagaba solito”, concluyó.
Consultado sobre si sabían que Los Cachiros estaban involucrados en el narcotráfico, los Rosenthal aseguran que cuando se realizaron las debidas diligencias no apareció nada que sugiriera actividades del narco, y que se enteraron hasta que el Departamento del Tesoro de EE. UU. los incluyó en su lista de narcotraficantes especialmente designados en septiembre de 2013.
“Nosotros no teníamos motivos para creer que ellos eran tan pícaros como resultaron ser”, afirmó Rosenthal a ‘Insight Crime’.
Sin embargo, los Rosenthal admiten que habían escuchado rumores sobre Los Cachiros desde mucho antes de la decisión del Departamento del Tesoro. A principios de 2012, los Rosenthal ya estaban visiblemente preocupados: en marzo de ese año, 18 meses antes de que los funcionarios del Departamento del Tesoro se refirieran con nombre propio a Los Cachiros, Jaime Rosenthal envió una carta a la embajadora estadounidense Lisa Kubiske solicitándoles su apoyo.
“En el Banco Continental somos y queremos ser muy cuidadosos con nuestro negocio y nuestros clientes”, comienza la misiva que no menciona a la familia Rivera Maradiaga con nombre propio, pero les pide ayuda: “dado que la DEA (Agencia Antidrogas) y la Embajada de EE. UU. son los mejores informados en Honduras, le agradeceríamos mucho que pudiéramos confirmar con la DEA algunos nombres de nuestros clientes para asegurarnos de no involucrarnos en negocios que puedan dañar el nombre de nuestra familia”, concluye.
Aunque los Rosenthal se defienden de los señalamientos de lavar dinero para Los Cachiros, la acusación presentada por el fiscal Preet Bharara, ante la Corte del Distrito Sur de Nueva York, afirma que ellos conocían que esas operaciones financieras involucraban actividades ilícitas y las promovían, además de transferir fondos a EE. UU. y disfrazar la naturaleza ilegal de los mismos.
El escándalo Cachiros-Rosenthal no se limita solo a la elite hondureña, sacude también a la clase política y al gobierno del presidente Juan Orlando Hernández, de quien Yankel Rosenthal era un gran financista y su ministro de Inversiones.
“Nosotros hacemos lo posible, pero no podemos tener un cuerpo de investigación para ver si un cliente está metido en eso (narcotráfico)”, Jaime Rosenthal, presidente del Grupo Continental.
Gigante hondureño
El Grupo Continental fue fundado por Yankel Rosenthal, un inmigrante judio-rumano que arribó a Honduras en 1924. Es un conglomerado de más de 40 empresas en sectores como alimentos, banca, bienes raíces, cemento, energía, ganadería, inversiones, turismo, granjas de cocodrilos, medios de comunicación (diario ‘El Tiempo’ y ‘Canal 11’ de televisión), seguros, proyectos agroindustriales, etcétera. El grupo tiene activos por más de US$1. 173 millardos y una facturación de US$173 millones anuales. Jaime Rosenthal Oliva fue incluido por la revista ‘Forbes’ entre los 12 hombres más ricos de Centroamérica en diciembre de 2014.