12 de octubre 2015
Los semáforos siguen llenos de niños que piden un córdoba por limpiar el parabrisas, o de adultos tratando de vender frutas, agua helada o una manita para rascarse la espalda, mientras en el campo hay miles de familias que pasan hambre y ni siquiera encienden el fogón de su rancho tres veces al día. Sin embargo, el informe oficial basado en la última Encuesta de Medición del Nivel de Vida (EMNV) dicen que la pobreza cayó en 13 puntos entre el 2009 y el 2014.
Juan Sebastián Chamorro, Director Ejecutivo de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), explica que al diseñar esta encuesta, el Instituto Nacional de Información para el Desarrollo (Inide), y su par en todo el proceso, el Banco Mundial (BM), se ven obligados a ceñirse a la línea de pobreza definida durante la primera EMNV, realizada en 1993.
“Ellos de alguna manera están amarrados a esa cifra, porque se guían por el número de calorías consumidas, que son 2,281 por persona”, y cuestan C$10,500 al año (o C$3,797 al mes para una familia promedio de 4.34 personas), para considerar que alguien vive en pobreza extrema.
Al añadirle un monto adicional para acceder a servicios básicos como salud y educación, así como para hacer otros gastos en el hogar que no sean estrictamente alimentación, se llega a la suma de C$17,000 por persona al año, (o C$6,143 mensuales, para una familia del mismo tamaño), que es lo que define la línea de pobreza.
Carlos Sobrado, el ‘Especialista en Pobreza’ del BM, lo admite claramente cuando señala que “esta medida de pobreza es la mínima medida de que realmente, el que está pobre está muy mal. Eso no quiere decir que el día que tenga suficiente dinero para comer se acabaron sus problemas. Es una medida muy dura de pobreza la que nosotros aplicamos. Es de lo que hay que acordarse”.
“Pobreza extrema significa que un hogar toma todos sus recursos y los dedica sólo a comprar alimentos, aunque no tenga casa y no tenga nada. Aun así, se van a ir desnutriendo. Ni siquiera les alcanza para el mínimo de calorías requeridas. ¡Imagínese qué extremo es eso! Ese es casi un indigente, que está muriéndose de desnutrición”, admitió.
Aunque los resultados ofrecidos por la EMNV representan una “reducción sustantiva”, como la catalogó Ovidio Reyes, Presidente del Banco Central de Nicaragua (BCN), o “un logro muy sustancial”, en palabras de Luis Constantino, Representante del BM en Nicaragua, los resultados de la medición que efectúa Nicaragua tienen un problema: son distintos de los que usa la Comisión Económica Para América Latina (Cepal), para medir la pobreza en la región.
Ese organismo considera que una persona vive en pobreza extrema, cuando solo dispone de US$2,5 por día, lo que contrasta con el US$1.11 en que lo calcula Nicaragua. La pobreza general, por su parte, está delimitada por la posibilidad de consumir US$4 al día.
Eso explica que, mientras el Inide decía en el 2009 que solo el 42.5% de los nicaragüenses vivía en pobreza general, la metodología empleada por la Cepal decía que ese número se elevaba hasta el 58.3% de los habitantes. La brecha es mayor en el caso de la pobreza extrema: mientras el Inide declaraba que el 14.6% de los nicas vivía en pobreza extrema, la Cepal duplicaba esa cifra para ubicarla en 29.5%.
Debate nacional sobre pobreza
El economista Adolfo Acevedo advirtió que aunque “técnicamente”, de acuerdo a la encuesta del Inide la pobreza disminuyó entre el 2009 y el 2014, si queremos que se produzca una reducción efectiva, lo que hay que hacer es crear más y mejores empleos. De lo contrario, la próxima encuesta podría reportar cero ‘pobres’.
“Si queremos ver una reducción genuina de la pobreza, lo primero que se necesita es una discusión nacional en la que se defina qué es la pobreza, y cuál es la línea que determina qué es una vida digna”, aseguró al ser entrevistado para el segmento ‘Cuentas Claras’, del programa de televisión ‘Esta Noche’, que se transmite por canal 12.
“Para lograr una reducción significativa y estructural de la pobreza, se requiere que las familias tengan condiciones de vida digna, en especial, que tengan acceso a empleos de alta productividad, alta calidad, y alta remuneración”, señala recordando que el aspecto laboral es clave para explicar que la pobreza general se redujera de 42,5% a 29.6% en cinco años.
“Si no se cumplen esos requisitos, lo más probable es que la pobreza extrema se reduzca a 1% o incluso 0.8% en la próxima Encuesta de Medición de Nivel de Vida (EMNV), sin que eso signifique que la gente ha dejado de ser realmente pobre”, sentenció el experto.
La explicación a ese aparente contrasentido es el ‘tecnicismo’ al que se refería al inicio. Según las definiciones de la EMNV 2014, una persona se considera en estado de pobreza, si su consumo anual es de C$17,000 (o sea, C$46.58 o US$1.81 por día). De igual manera, se cataloga en situación de pobreza extrema, a aquellos individuos cuyo consumo anual es de C$10,500 anuales o C$28.7 por día, equivalentes a US$1.11.
Se supone que ese promedio debería permitir a las personas adquirir alimentos para suplir una necesidad de 2,282 calorías por día, más un cierto monto para cubrir gastos mínimos de otros bienes y servicios, tales como vivienda, transporte, educación, salud, vestuario y otros de uso cotidiano en el hogar.
Es fácil dejar de ser ‘pobre’
Esa definición permite que, con sólo que un individuo pueda mejorar su consumo diario en US$0.10 por día (C$2.75 diario o sea, C$82.5 al mes o C$1,003 al año), técnicamente, deba dejar de considerársele como pobre o pobre extremo, según sea el caso.
Y es fácil que eso ocurra.
Según las explicaciones de Acevedo, basado en los supuestos que explicó Carlos Sobrado, Especialista en Pobreza por el Banco Mundial, es fácil que el consumo per cápita crezca en “diez, veinte, treinta o hasta cuarenta centavos por persona al día”, tan solo con el crecimiento vegetativo del consumo, o sea, porque hay más gente que creció, salió a buscar trabajo, y alguno de ellos lo encontró.
O porque hay más remesas, o porque los niños de las familias pobres reciben un alimento en la escuela, lo que se contabiliza como ‘consumo’. Dicho de otro modo: ese niño desayunó o almorzó, pero eso no cambió en nada las condiciones de pobreza en que vive su familia.
En otro ejemplo, Acevedo imaginó una familia de tres personas: padre, madre e hijo que tienen un ingreso de US$200 mensuales (unos C$5,500), lo que les permitiría darse el ‘lujo’ de consumir US$2.22 por día. “Ellos no serían pobres según esta línea de pobreza, aunque ellos se sientan pobres, y la gente a su alrededor piense que son pobres”, explicó.
El fenómeno tiene mayor incidencia en el campo, donde los niveles de pobreza sobrepasan el 50.1%, en razón de que la agricultura -que genera el 32% de la fuerza laboral del país- genera empleos de bajísima productividad y bajos sueldos.
Siendo que en el caso de las personas con menores ingresos, el salario es el que determina cuán pobres serán, el hecho que la labor agrícola sea tan escasamente remunerada explica que haya tantos pobres en las zonas rurales.
Acevedo opina que haría falta un programa que llevara más financiamiento (y asistencia técnica) a las unidades productivas en el campo, además de elevar la inversión en infraestructura en las zonas rurales, especialmente en la construcción de redes eléctricas y carreteras.
Las razones de la mejoría
Carlos Sobrado, el assor del Banco Mundial, considera que el aumento en el consumo se explica por cuatro razones, a saber, el aumento en las remesas familiares que recibe el país de centenares de miles de nicaraguenses que emigraron a Estados Unidos, Costa Rica y otros paises. Las que pasaron de C$21,880 millones en el 2009, a C$29,484 en el 2014, (o sea, C$7,603millones) e implica un aumento nominal de 34.8%. Este aumento explicaría un 12% del aumento del consumo.
Otra razón es la disminución de personas dependientes por hogar, asociado al crecimiento demográfico. Mientras en el 2009, el hogar promedio estaba integrado por 4.75 personas, en el 2014 la cifra se redujo a 4.34 personas, lo que combinado con el aumento de los ingresos salariales, explicaría que los hogares tuvieran más dinero para gastar por cada uno de sus miembros.
Finalmente, se calcula que los programas sociales también han incidido en aumentar los niveles de consumo, especialmente entre los más pobres. El experto del BM dijo que calcularon indirectamente el impacto de esos programas, al analizar qué pasaría si desaparecieran la mochila escolar y la merienda escolar, encontrando que cancelarlos habría elevado los niveles de pobreza en dos puntos porcentuales.
Para la EMNV 2014, se entrevistó a 7,570 viviendas, tanto urbanas como rurales, de Managua, el Pacífico, en Centro del país, y la Costa Caribe.
El ‘apagón informativo’ continúa
La divulgación de los hallazgos iniciales de la EMNV 2014 no significa que ha cesado el ‘apagón informativo’ denunciado por economista e investigadores sociales.
Juan Sebastián Chamorro, de Funides, señala que aún está pendiente de publicarse la Encuesta Continua de Hogares, porque la última que se conoce es la del 2012; el Censo Nacional Agropecuario, y el Censo General de Población, que se realiza cada 10 años, y debió haberse efectuado en el 2015. La ausencia de todos esos instrumentos genera “falta de continuidad y falta de actualización de alguno de los estudios”.
Adolfo Acevedo por su parte, recuerda que dejaron de publicarse todos los indicadores educativos, y que el Ministerio de Salud cesó por completo la publicación de datos. Pasa lo mismo con la información que ofrecía el Ministerio del Ambiente, Ineter, y el Ministerio de Economía.