5 de octubre 2015
Hace un año, representantes de diversas organizaciones civiles y religiosas, lanzaron una propuesta pública al Consejo Departamental Electoral de Matagalpa y a la alcaldesa de Rancho Grande, para organizar un referéndum social que determinara si se permitía la actividad minera en el municipio.
El requisito principal es “que fuera organizado por todos juntos, desde el inicio hasta el final”, explica Monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa. Ni la alcaldesa ni los delegados departamentales del Consejo Supremo Electoral les contestaron.
Hace un mes, los promotores de la iniciativa decidieron ir más allá: pusieron su propuesta por escrito, y trataron de entregarla a sus destinatarios. Misión imposible. “Enviamos la carta en septiembre. La alcaldesa no ha querido hacernos el recibido de la carta. Hemos ido hasta su casa a pedirle que la firme, por protocolo, pero dice que no tiene autorización para recibirla. No nos han hecho caso”, dice el religioso.
Hace dos días, Monseñor Álvarez, y otras diez mil personas más, hicieron una peregrinación de dos kilómetros de largo -desde La Cascajera hasta Rancho Grande- para decir que están “a favor de la vida, y en contra de la minería”. El “desborde masivo” que relata el obispo “sobredimensionó nuestras expectativas”, admite.
Lo que más le satisface es que todos los que llegaron son ranchograndeños.
“Lo hicimos sin portátiles ni móviles de otros municipios. La gente se movilizó con sus propios medios: camiones, buses, bestias, a pie”. El común denominador de los congregados fue un ‘si a la vida, no a la minería’, detalló.
No todos los asistentes eran católicos. De hecho, el pastor Walter Pérez tomó la palabra en representación del 70% de los pastores evangélicos que apoya la lucha contra la minería.
El ambiente fue “festivo, fervoroso a favor del medio ambiente, de la Creación, de la naturaleza, con una conciencia y convicción clara de la gente sobre lo que quieren, y muy decididos en rechazar la presencia minera en sus comunidades”, recalca.
¿Alimentos o metales?
Cuando se le pide que explique por qué esa oposición a una actividad económica que además tiene varios años de presencia en el municipio sin haberse dedicado más que a la prospección minera, al padre Álvarez grafica lo que quieren que siga siendo su comunidad.
“Rancho Grande es un municipio en el que llueve diez meses al año, excepto en marzo y abril, así que no hay un centímetro de tierra que no sea productiva. Aquí se cultiva frijoles, cacao, café, maíz, yuca, quequisque, plátanos, hortalizas, mamón chino, malanga, papaya, cítricos y se da muy bien la ganadería”, explica.
“La gente tiene trabajo, produce su propia comida y le da para vender en otros departamentos, mientras que la minería solo serviría para favorecer a algunos capitales nacionales y multinacionales”, reflexiona.
El religioso explica que mientras la alcaldía era gobernada por liberales, se negaban los permisos a la actividad minera, pero eso cambió cuando los sandinistas se hicieron con el control del Consejo Municipal.
Quizás eso esté relacionado con la extraña reacción del partido gobernante, que respondió a la peregrinación organizada por la iglesia Católica, con una contramarcha cuyas verdaderas razones son difíciles de entender para Álvarez.
“Igual nos preguntamos por qué lo de la contramarcha. Fue una idea poco feliz, poco razonable, porque nuestra actividad no era política. Nosotros invitamos a los medios oficialistas para que la cubrieran. Hablamos con las autoridades para que aseguraran libertad de acceso, movimiento, transporte. [Organizar la contramarcha] fue temerario, porque ponía en riesgo la paz del municipio y de la gente. Fue intimidatorio”, admitió.
El jefe de la Iglesia en Matagalpa dijo que un sacerdote catalogó la actividad del FSLN como una “marcha de buses, más que de gente. Había unos 100 buses de todo el departamento, en los que transportaron a personal de oficinas gubernamentales y de las alcaldías”, relató.
“Si lo hicieron por razones políticas, fue una estrategia poco inteligente, porque las más de 10,000 que nos acompañaron, eran únicamente del municipio de Rancho Grande, mientras que ellos tuvieron que traer gente de todo el departamento, y segundo, porque nunca calcularon toda la gente que iba a llegar a la peregrinación”, concluyó.
Por ahora, el movimiento de ‘guardianes’ contra la minería, no tiene nada más en agenda. “No tenemos una cronología de actividades”, admite el padre Álvarez.
Quizás, esperar a que la alcaldesa reciba el permiso ¿de quién? para firmarles el recibido de la carta.