30 de septiembre 2015
En las últimas entregas de este blog, nos centramos en las repercusiones que traen para nuestra salud los alimentos procesados. Sabemos ahora que estos tienen un alto contenido calórico y poco valor nutricional, por lo que su consumo de forma regular provoca enfermedades crónicas, aumento de peso y la obesidad en tasas que no se habían visto antes en nuestras sociedades.
Tomemos en cuenta que:
Un alto índice de peso corporal en comparación con la altura se relaciona con el riesgo de diabetes tipo dos e hipertensión.
Un aumento de la circunferencia de la cintura indica un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo dos y mortalidad.
La grasa subcutánea elevada en el tronco – que se manifiesta con pliegues cutáneos - indica un riesgo elevado de enfermedad cardiovascular y síndrome metabólico.
La acumulación de peso, y en particular la acumulación de grasa, también demuestra un estado nutricional inferior a lo normal y un mayor riesgo de enfermedades crónicas.
Durante nuestra vida, nos enseñan que consumir más calorías de las que el cuerpo necesita provoca que aumentemos de peso. En lo que no meditamos es que, al consumir productos clasificados como “light”, aumentan también los indicadores de grasa. Esto sucede porque estamos adquiriendo “calorías vacías”.
Como nuestro cuerpo no puede producir sus propios nutrientes esenciales, depende estrictamente de lo que comemos y bebemos. Si consumimos sólo calorías pero no suficientes nutrientes, nuestro sistema no las desecha, las guarda… en forma de grasa. Al mantener este tipo de dieta, la sintetización de los alimentos y de la grasa se convierte en un proceso muy sencillo, porque sólo se realiza con calorías. Para poder mantener nuestros músculos y huesos en un estado saludable, nuestro cuerpo requiere un flujo correcto de nutrientes en nuestra dieta, no solamente calorías.
Es cierto, conseguir todo lo que nuestro cuerpo necesita es un proceso exigente porque requiere de un gran número y variedad de nutrientes. Pero si dicho consumo queda por debajo de lo requerido, el resultado es la acumulación de grasa corporal. Cuando comemos alimentos “ricos en nutrientes” - o sea, pocos productos procesamos y muchos nutrientes en comparación con caloría - mejora de manera significativa nuestra capacidad para mantener una buena salud y apariencia.
En conclusión, estar pendiente del contenido calórico de nuestros alimentos debería ser un asunto relevante en nuestras vidas, pero eso es sólo una parte de la tarea. Si consumimos productos cuyo estado es lo más parecido a como creció en la tierra o el agua, mayores serán las probabilidades de que el contenido de nutrientes sea superior. Los alimentos de colores vivos, carnes magras y pescado, así como los granos enteros y semillas, contienen lo que el cuerpo necesita para fortalecer nuestro sistema inmunológico y, por ende, gozar de una buena salud.
¡Hasta la próxima!