26 de septiembre 2015
El 10 de mayo de 1996, el monte Everest fue escenario de una de las peores tragedias deportivas de la era moderna. Una tormenta repentina atrapó a varios excursionistas y guías que escalaban la cima más alta de la tierra. Los eventos fueron relatados en best-seller “Into Thin Air”, de Jon Krakauer. El periodista reportaba una historia para la revista “Outside”, cuando se convirtió en uno de los protagonistas del desastre. Él mismo figura en la película, encarnado por Michael Kelly (la mano derecha del Presidente en “House of Cards”). Sin embargo, la película de Baltasar Komárkur está basada en los testimonios de otros sobrevivientes.
En medio de una historia coral, “Everest” define a Rob Hall (Jason Clarke) como el protagonista. Él es el pionero de las excursiones a la cima, preparando el ascenso de un nuevo grupo. Deja en Inglaterra a su esposa embarazada (Keira Knightley), y lo seguimos junto con su equipo hasta Nepal. Helen Wilton (Emily Watson) es la administradora de su campamento base, y Caroline Mckenzie (Elizabeth Debicki), médico del grupo. El éxito comercial de Rob ha hecho florecer una pequeña industria turística. Varios operadores siguen sus pasos, llevando turistas menos que preparados a la cima. Vemos como Rob registra con aprensión el incremento de excursionistas en los peligrosos senderos, y las dificultades logísticas que eso acarrea para todos. Uno de sus colegas, Scott Fisher (Jake Gyllenhaal), es una especie de hippie con una actitud desenfadada, que contrasta con la sobriedad profesional de Hall. El grupo de turistas incluye a Beck Weather (Josh Brolin), un abrasivo empresario texano; Doug Hansen (John Hawkes), un cartero amante del alpinismo con un intento fallido en su haber, y Yasuko Namba (Naoko Mori), una mujer que trata de convertirse en la primera japonesa que escala las siete cimas más altas del mundo.
Kormákur es un islandés que se ha labrado un nicho comercial en Hollywood. Tome nota de que sus dos películas previas, “Contrabando” (2012) y “2 Guns” (2013), fueron producidas y protagonizadas por Mark Wahlberg, y consiguieron distribución incluso en mercados tan pequeños como el nuestro. También son dos thrillers poco memorables. Sin embargo, el director tiene sus instintos comerciales bien afinados. “Everest” es una producción mucho más ambiciosa, y complicada en términos de logística y narrativa. Tienen que retratar a un reparto extenso, establecer sus personalidades y administrar su tiempo en cámara. También hay que aclarar para el espectador la geografía de la montaña y sus múltiples campamentos, así como hilvanar con claridad los eventos. Mantener al espectador claro sobre que le esta pasando a quien, y a donde, no es una tarea fácil.
El director logra administrar nuestra atención, así como construir momentos de suspenso y horror, pero se queda corto a la hora de hacer que la película trascienda. Al favorecer la claridad, sacrifica cualquier impulso que vaya más allá del simple reportaje de eventos. El paisaje asume la carga mítica. La película se convierte por defecto en una historia de hombres blancos y occidentales. Excelentes actrices quedan reducidas a esperar una señal de vida al lado de un teléfono o un radio. En parte, esto es producto de las circunstancias. Sin embargo, desaprovecha a Yasuko, y virtualmente invisibiliza a los nepaleses. Dos sherpas apenas figuran en una escena que prefigura uno de los pequeños desastres que encadenados, condujeron a una tragedia mayor.
Un tratamiento más integral habría demandado un formato épico de larguísimo metraje; o el tiempo extendido de una miniserie televisiva. Pero eso es pura especulación. La película que tenemos es un eficiente producto taquillero, que demanda ser visto en la pantalla grande.
“Everest”
Dirección: Baltasar Kormákur
Duración: 2 horas, 1 minuto aproximadamente.
Clasificación: * * * (Buena)