5 de septiembre 2015
“De los cincuenta en adelante, uno no tiene memoria para las cosas recientes,
pero las del pasado las recuerda cada vez mejor”.
Mo Yan
Solemos volver a algunos escritores, y de otros, nos conformamos con leer una o dos obras, dando por terminado el ciclo de ese aprendizaje, talvez porque no logró atrapar nuestros gustos y preferencias de lectores –según las expectativas-, por las traducciones confusas e insípidas que no aciertan el sentido de lo escrito en un idioma distinto, o ante la dificultad para conseguir los libros de ese escritor por el tiempo transcurrido, que suele escasearlas ante la implacable circunstancia del olvido.
Guan Moye, conocido por el seudónimo Mo Yan (Gaomi, 1955), -el primer chino residiendo en la República Popular de China que recibió el Premio Nobel de Literatura (2012)-, es uno de los autores contemporáneos a los que vale la pena seguir, como sucedió con Gabriel García Márquez (1927-2014), y el portugués José Saramago (1922 – 2010), estuve siempre detrás de los libros que iban produciendo, el primero, desde Cien años de soledad (1967), y el segundo a partir de Memorial del convento (1982).
Sin embargo, cuando la fama literaria ha encumbrado al escritor, a veces parece creerse con derecho a escribir casi cualquier cosa o sobre cualquier asunto, manteniendo la fidelidad del lector y eso, aunque es parcialmente cierto –“date fama y échate a dormir”-, no es válido para el lector activo, que suele tener otras exigencias, que es persistente, curioso y necio, puede perder el entusiasmo y cerrar, sin esperar más, el ciclo de sus lecturas. Cuando se han producido obras sobresalientes, -no es fácil que las siguientes superen-, pienso que Saramago lo logró; García Márquez, casi, de no ser por Memoria de mis putas tristes (2004), novela basada en La casa de las bellas durmientes (1961), del japonés Kawabata (1899-1972).
Con Cambios (2010), una breve novela autobiográfica de Mo Yan, que incluye el retrato de la gente común de un inmenso país que se transforma, podría el autor cometer la misma falta; después de sus sorprendentes obras: Las baladas del ajo (1988), La república del vino (1992) y La vida y la muerte me están desgastando (2006). El relato ofrece un texto simple, sin grandes luces, con cierto agrado cotidiano, el autor se aproxima al contexto personal, histórico y social.
En las vacaciones de la escuela del pueblo de otoño de 1969, un niño campesino pobre observa a la selección de ping-pong escolar que participará en el torneo de la capital del distrito, los espectadores son profesores y unas alumnas guapas que admiraban, aunque ellas no los vuelven a ver, eran de una clase social más alta. Lu Wenli, una pequeña belleza, compañera de pupitre enfrentaba en el juego al profesor Liu y le metió la pelota en la boca. El profesor de matemática Liu Tianguang, tenía una enorme boca, le decían Liu el Sapo, hijo de un héroe de la guerra, era presidente del comité revolucionario del centro educativo, y por ponerle el apodo, que en ese caso era un delito grave, lo expulsaron cuando cursaba quinto grado: “Yo era muy poca cosa, un desgraciado desde la infancia, especialista en pasarme de listo para acabar metiendo la pata en todo”. Muchos creían que odiaba la escuela y a los profesores, “era completamente falso”.
He Zhiwu, el chico más alto y fuerte de la clase estaba enamorado de Wenli; escribió una composición escolar que el profesor Zhang elogió: “No tengo más ideal que éste, un único ideal. Mi ideal es ser el padre de Lu Wenli”. El padre era el conductor que admiraban por la velocidad con que cruzaba las calles con el enorme camión soviético desechado en el 53, le daba aire de autoridad. La muchacha lloró. Zhiwu no contestó a la pregunta del maestro de explicar el porqué del texto, tomó su mochila, rodó por el suelo, rompió los libros y todo vínculo con la escuela. Muchos lo admiraron por el acto de terquedad. Era el mayor de cinco hermanos, hijo de un obrero agrícola, vivían en una casa destartalada. Años después, cuando Zhiwu cumpliría treinta años, Mo le prestó diez yuanes, él dijo: “Quiero ir al nordeste a buscarme la vida”.
El narrador y autor relata en primera persona que quiso entrar en el ejército, “empezó a sentir desasosiego e impaciencia” en donde estaba “censado como campesino”. En 1976, después de muchas solicitudes, recibió el certificado de enrolamiento y fue enviado a una pequeña unidad de seguridad de dieciséis hombres, sin posibilidad de mejora; había un camión igual al del padre de Wenli, “creía que los camiones tenían alma”. El técnico Zhang contaba las hazañas gloriosas del camión; eligió al joven Mo como copiloto. En enero de 1978 fue con él por primera vez a Pekín, pasando por la Gran Muralla, visitaron la plaza Tiananmen y el mausoleo de Mao: “Ni en sueños habríamos creído que le presidente Mao moriría un día, pero murió. Creíamos que si moría el presidente Mao, sería el fin de China. Pero llevaba dos años de muerto y el país no solo no había llegado a su fin, sino que iba mejorando paulatinamente”.
“El sueño de convertirme en escritor fue intensificándose”; desde 1978 “empecé a estudiar creación literaria”; escribió Mamá y luego la obra de teatro Divorcio, las envió a Artes y letras del Ejército de Liberación. En febrero de 1979 estalló el contraataque defensivo a Vietnam en donde enviaron doscientos mil soldados, la guerra acabó rápido y la unidad recobró su rutina. En julio “mi jefe me permitió volver a casa para casarme”. En septiembre de 1981 fue publicada su primera novela Densa lluvia en la noche primaveral; tres años después aprobó el examen de ingreso al Departamento de Literatura del Instituto de Arte del Ejército de Liberación. Escribió El rábano transparente y Sorgo rojo que causó sensación e hicieron una película. Comenzó a adquirir fama, viajó al extranjero para dar conferencias y asistir a reuniones…
Cuando reencontró al compañero de aula Hi Zhiwu, supo que hizo dinero comercializando animales de tiro: caballos y bueyes traídos de Mongolia interior, porque desde 1978 comenzó la reforma agraria que disolvió las comunas populares. Regresó al pueblo, compró el viejo camión al padre de Wenli con precio generoso, le ofreció matrimonio a la joven, pero ella estaba comprometida con el hijo del secretario del partido. Wenli se casó, el marido se mató, Zhiwu quiso buscarla, pero ella contrajo matrimonio con el profesor de la boca grande, Liu.
Es la novela más personal de Mo Yan, revela confidencias de la autenticidad de su origen social y cultural, entre los cambios políticos. Hijo de campesinos pobres, quiso ser camionero, fue obrero y militar, hizo militancia política y llegó a la cumbre como escritor en el país más poblado y de mayor crecimiento económico, fue quizás elevado en la ola alzada de la inmensa plataforma de reformas, cambios y expansión, en lo que su nación representa en el mundo contemporáneo.