22 de julio 2015
Productores y procesadores de carne insisten en pedir una reunión en la que participen todos los sectores interesados (incluyendo al gobierno), para buscar cómo salvar la ganadería. El problema es que cada uno tiene distintos intereses.
Por un lado, los industriales aglutinados en la Cámara Nicaragüense de Plantas Exportadoras de Carne Bovina (Canicarne), piden al Ejecutivo que nombre un representante con quien puedan negociar temas sensibles como el contrabando de ganado, la subvaluación o sobrevaluación del ganado exportado en pie, y que se simplifiquen los trámites a cumplir.
Por el otro, los productores organizados en la Unión de Productores Agropecuarios de Nicaragua (Upanic), y en la Federación de Asociaciones Ganaderas de Nicaragua (Faganic), en ambos casos con la ‘bendición’ de la Cámara de Industrias y del Consejo Superior de la Empresa Privada, apoyan la posición de Canicarne, pero añaden una propia: hay que hablar sobre precios.
Oscar Sobalvarro, Presidente de la Feria Expica permanente, detalla que “la industria creció muy aceleradamente, e invirtió en ampliar la capacidad productiva de las plantas sin tomar en cuenta que Nicaragua es suscriptor de acuerdos de libre comercio con Honduras, Guatemala, El Salvador, México, etc., países que pueden comprar ganado en pie”.
Añade que, “en los últimos años, las exportaciones de ganado en pie se han incrementado, producto de la oferta y la demanda”. En general, los datos del Centro de Trámites de las Exportaciones (Cetrex), confirman esa observación. En el 2009, se exportaron 14.1 millones de kilos, equivalente a unos 37,225 animales de 380 kilos cada uno.
La cifra se elevó un poco en el 2010, cuando se exportaron legalmente 17.7 millones de kilos (46,591 reses), pero volvió a caer en 2011 (14.2 millones de kilos y 37,264 animales), y 2012 (14.8 millones de kilos y 39,020 animales), para casi duplicarse en 2013, cuando llegó al pico de 25.3 millones de kilos y 66,713 semovientes. Las cifras cayeron 20% en el 2014, pero aun así superan a todos los otros años precedentes, con una venta de 20.4 millones de kilos al extranjero, lo que representa unos 53,630 animales.
Visto de otra forma, mientras en los cuatros años del periodo 2009 – 2012 se exportaron unas 160,100 reses, en sólo los dos años siguientes llegaron a exportarse 120,343 animales. Los datos a mayo del 2015 muestran que la tendencia es a mantener los mismos niveles del año pasado, con un crecimiento mínimo de 2% en las ventas.
Mismo precio; menores gastos
Sobalvarro admite que todo ese panorama forzó a los mataderos a mejorar los precios, pero el esfuerzo fue insuficiente para competir con los comerciantes que llegan hasta la finca del productor a comprarle su ganado, porque lo pesan y se lo pagan ahí mismo, ofreciendo un precio por kilo que es similar al de los industriales.
Vender al comerciante (en vez de al industrial) resulta más cómodo y beneficioso para el ganadero, porque el productor se ahorra el pago de 300 a 400 córdobas por cabeza por trasladar el animal al matadero. Aunque la industria le reconoce 200 córdobas por res, el comerciante – exportador llega hasta su finca y le paga todos los kilos que pesó el ganado, incluyendo vísceras, piel, cuernos, huesos, etc.
La diferencia a favor del ganadero puede ser de unos C$20,000 en una transacción de 100 animales, y no es raro que se venda el doble o el triple de esa cantidad de una sola vez.
“Lo que hace falta es que el gobierno promueva un encuentro entre diferentes sectores: la industria de la carne, organizaciones ganaderas y los productores para buscar un acuerdo”, insiste.
René Romero, Gerente General de la Financiera Fundeser está de acuerdo en sentar a todos los sectores interesados para hablar de los temas planteados, pero más urgente, para abordar lo que considera el verdadero problema del sector.
“El hato no está creciendo, y eso tiene que ver con la extracción desmedida de animales, sin que sean repuestos con una ganadería de largo plazo. El problema es que no tenemos financiamiento de largo plazo para incrementar y elevar la calidad de la población vacuna del país con un programa robusto para retener vientres y mejorar la genética del ganado nica”, detalló.
“La ganadería es uno de los rubros más importantes del país, así que deberíamos dedicarle recursos importantes para que crezca y mejore. El sector necesita un programa de fomento con una mezcla de recursos públicos y privados, para poder financiar a un ganadero por 8 años, porque ningún banco o financiera presta a los ganaderos a 8 años de plazo”, recordó.
Invertir en pastos
Del lado de los industriales, Raúl Barrios y José Daniel Núñez, Presidente y Vicepresidente de Canicarne, insisten en que el problema que el Estado debe combatir es el contrabando, porque representa evasión de impuestos, está dejando a mucha gente sin trabajo, está generando descomposición social en el campo, y porque implica que hay funcionarios públicos que están jugando al juego sucio de la corrupción.
Onel Pérez, Gerente General de la Cámara, rechaza la idea de que el hato esté mermando, porque “el número de hembras sigue creciendo, igual que la producción de leche”.
Aunque sean los productores quienes reclaman apoyo para incrementar el hato y ser más eficientes, es evidente que los mataderos también se beneficiarían de lograr esas metas, porque podrían producir más carne sacrificando el mismo número de animales, ganando eficiencia en el proceso.
Aunque los mataderos no crean que el problema radica en una mayor extracción del hato, Argeo Bravo Martínez, Promotor Nacional de Ganadería de Escasan, cita otra estadística no mencionada hasta ahora: las exportaciones están creciendo a un ritmo de más del 8%, mientras que el de nacimientos es de sólo 6%.
“Tenemos que buscar alternativas para producir más y para enfrentar el cambio climático. Para producir más, tenemos que resolver tres aspectos: sanidad, nutrición y genética. De los tres, prefiero concentrarme en la nutrición, que es el más importante, si queremos producir más”, sentencia.
Bravo cree que los ganaderos harían bien en invertir en semillas de pasto y en cuidar la química de sus potreros para asegurar que la tierra aportará al pasto, los minerales (el fósforo en especial) que éstos deben trasladar luego a las reses.
Este año se importaron unos 450,000 kilos de semilla de pastos de diversas variedades, lo que alcanza para sembrar 120,000 a 130,000 manzanas, o sea el 2% de las tierras aptas para esos menesteres. Otras opciones son recurrir a los silos y al heno, pero se calcula que no más del 5% del ganado se alimenta de estas maneras.
“Los expertos brasileños con los que he conversado recomiendan almacenar pasto en invierno, para tenerlo disponible en temporada seca, pero muchos ganaderos lo que guardan es comida pensando sólo en que las vacas no se les mueran, cuando deberían guardar alimento de calidad para producir igual que en invierno, o similar, para mantener un punto de equilibrio”, recomendó.