15 de julio 2015
John Kelly, Jefe militar del Comando Sur de Estados Unidos, ha expresado en la reciente XXXII Conferencia Internacional para el Control de Drogas (IDEC) en Colombia: “Soy el primer norteamericano en admitir que el problema son las sociedades consumidoras. Mi país es el principal, Brasil el número dos, y Europa y Asia”, dijo Kelly, añadiendo más adelante que: “Tiene mi país una demanda insaciable por las drogas: no hablo de marihuana, también hablo de cocaína, heroína, metanfetaminas”.
La XXXII Conferencia Internacional de Drogas, reunió esta vez en Cartagena, Colombia, a delegados de 127 países, a la DEA, la ONU, Comando Sur de Estados Unidos y al gobierno de Colombia, por lo que las expresiones de Kelly no dejan de ser trascendentales al obedecer a la búsqueda de nuevos enfoques y estrategias de lucha contra los diversos problemas e impactos sociales del circuito económico de las drogas ante el fracaso de la actual estrategia.
El fracaso de la costosa estrategia de “tierra arrasada”
El fracaso de la costosa estrategia de “tierra arrasada” en lo militar y en lo ecológico (EEUU ha estado fumigando glifosato en 1.4 millones de hectáreas en Colombia desde 2003), ha sido cuestionada desde hace tiempo. Entre sus críticos, desde la Comisión Global de Políticas sobre Drogas están Kofi Annan, ex Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, (ONU), quien declaró agudamente, en el 2013: “La guerra contra las drogas ha fracasado en África occidental y en todo el mundo. (…) Es hora de adoptar una postura más inteligente respecto a las políticas sobre drogas. Es imperativo poner primero la salud y la seguridad de la gente”.
¿Es la economía de la droga, estúpido?
Sin embargo, en este punto, hay que señalar que John Kelly y estas nuevas tendencias de re-enfoque se están quedando cortos señalando, ya bastante tardíamente, solamente la realidad de la demanda que presiona a la oferta: Es claro que como en todo circuito económico, la demanda de un bien o servicio es uno de los principales impulsores de su producción y distribución. Pero quedarse hasta allí en el análisis, deja de lado el hecho que la cadena económico-financiera de las drogas tiene sentido solamente en la medida que genere ganancias y que estas ganancias se re inyecten por diversas vías, al sistema económico legalmente reconocido.
Es decir, que la cadena de las drogas solamente se sostiene si genera ganancias y si estas ganancias pueden resguardarse, re invertirse y crecer, ya sea en la misma cadena o en cadenas legalmente reconocidas. El capital de las drogas tiene la misma necesidad vital de todo capital.
El “eslabón perdido”: Las ganancias de las drogas necesitan de un banco
Estamos hablando del papel que las redes financieras y bancarias formales, especialmente en esos países que generan la demanda, juegan para la acumulación y redistribución de las ganancias que deja la cadena. Este aspecto aún no ha sido considerado en profundidad en los análisis y documentación de la propia Comisión Global de Políticas sobre Drogas, que si bien habla en términos genéricos de “lavado de dinero”, deja todavía invisibilizado el papel de los grandes bancos de los grandes países consumidores de drogas.
Uno de los casos más conocidos de estos vínculos, que comprueba la complicidad del sistema bancario financiero legal, es el del Banco de Wachovia (comprado por Wells Fargo en 2009), uno de los más importantes de Estados Unidos, que en marzo de 2010 fue acusado de haber realizado en 2004, transacciones de lavado de dinero con casas de cambio de México ligadas al comercio de drogas, por más de US$ 420 mil millones de dólares. El Wachovia ( uno de los bancos quebrados en la crisis del 2008-2009 y rescatados por el gobierno de G. W. Bush), solamente pagó una multa de 160 millones de dólares, a pesar que el fiscal federal del distrito sur de Florida en esa ocasión, Jeffrey Sloman, calificó de “ flagrante desprecio del Wachovia por nuestras leyes bancarias (que) dieron a los cárteles internacionales de la cocaína una virtual carta blanca para financiar sus operaciones de lavado de dinero”[1] .
Hay varios estudios y reportes periodísticos que ilustran aún más los descubrimientos de las relaciones entre grandes bancos y corporaciones financieras ( y no sólo de EEUU), con las ganancias del circuito de las drogas. Pero como comenta por ejemplo, Bill Monroy, entidades como el Citigroup,JP Morgan Chase & Co., el ya mencionado Wachovia, HSBC Holdings,ING Bank, Standard Chartered,American Express Bank International, Western Union, entre otros, han sido acusados en los últimos años de grandes fallas en el control del lavado de dinero, implicando miles de millones de dólares en transacciones oscuras. Pero pagan una bagatela relativa en las multas respectivas y siguen sin recibir sanciones y de hecho, ningún banquero o sus ejecutivos, han sido objeto de sanciones penales.
Un caso emblemático, ha sido el del Hong Kong and Shangai Banking Corporation Limited (HSBC): En diciembre del 2012, el Fiscal General Federal Auxiliar Lanny Breuer, anunciaba un acuerdo en relación a los cargos de lavado de dinero contra HSBC en Nueva York, mediante el cual el HSBC admitía que sus directivos y ejecutivos ignoraron durante años las advertencias federales que los carteles de la droga mexicanos estaban usando filiales del banco para sus operaciones de lavado de dinero (el mecanismo se ejecutaba a través de una red de casas de cambio, con cuentas en el HSBC). El arreglo establecía la incautación de $1.9 mil millones de dólares de los fondos del banco estimados con ese origen (las ganancias del HSBC el año anteeior fueron de mas de $22 mil millones de dólares). CCN Money tituló su nota sobre este caso: “¿Muy grande para una jaula?”, reseñando que el Fiscal Breuer justificó el arreglo sin sanciones ulteriores, por el interés federal de “asegurar la estabilidad bancaria y tranquilidad del público”. El HSBC sigue operando normalmente hoy en día.
En el 2010, Antonio María Costa, Director Ejecutivo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) declaró: “La delincuencia organizada se ha globalizado convirtiéndose en una de las primeras potencias económicas y armadas del mundo”. Costa señalaba en su informe en esa ocasión, que “de un mercado mundial de posiblemente unos 55 mil millones de dólares de los EE.UU. de la heroína afgana, los agricultores afganos, los comerciantes y los insurgentes perciben tan solo un 5% (…) De los 72 mil millones de dólares de los EE.UU. del mercado de la cocaína en América del Norte y Europa, los distribuidores de nivel medio en los países consumidores perciben un 70% de las ganancias”. Es decir, las ganancias se concentraban allí donde estaba concentrado el consumo.
La potencia económica del mercado de la droga, se explica por la creciente generación de ganancias y estas ganancias tienen su corazón bombeante en los grandes centros bancarios del mundo. Esta es la parte “invisible” que hace falta sacar a luz para abarcar todo el circuito económico de las drogas.
Es un buen paso, atender integral u “holísticamente” como planteó John Kelly en Cartagena, toda la cadena o circuito económico-financiero de las drogas, que cubre desde su producción, distribución y lleva hasta su consumo (que es su verdadero origen), hasta llegar al sistema financiero y bancario, que es su “final”, el punto donde las ganancias se cristalizan, circulan, acumulan y se difunde en todo el entramado económico y político de los países parte de esa cadena.
Una visión de este tipo, señala que habrá que atender simultáneamente el problema del consumo (y las políticas represivas y punitivas contra los consumidores individuales en los grandes centros de demanda), así como los problemas de distribución y producción en los países agrarios y pobres, simples satélites de esos grandes centros de demanda y en especial, dotarse de una estrategia que minimice las ganancias del circuito y pueda cortar de manera eficiente sus flujos reproductivos en los sistemas bancarios y financieros de los grandes países consumidores.