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Victoria Obando: “No vamos a parar hasta la salida de Ortega"

La activista trans blufileña, universitaria y excarcelada política sostiene demanda: que se vaya Daniel Ortega para poder reconstruir Nicaragua

Victoria Obando, activista trans blufileña, universitaria y excarcelada política. // Foto: Cortesía | Reino de Países Bajos

Cindy Regidor

10 de diciembre 2019

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“Todavía no me lo creo”, reacciona Victoria Obando, activista trans blufileña, universitaria y excarcelada política, sobre el premio Tulipán de los Derechos Humanos, que recibió en días reciente de parte del Reino de los Países Bajos, que entrega este por primera vez en Centroamérica.

Obando, de 28 años, permaneció en las celdas de la cárcel para hombres "La Modelo" durante nueves meses y diez días, junto con decenas de personas que el régimen de Daniel Ortega capturó por razones políticas, durante la protestas ciudadanas desatadas a partir de abril de 2018. Si bien excarceló a varias, entre ellas a Obando, como parte de las negociaciones políticas que sostuvo con la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, el régimen Ortega Murillo mantiene encarcelados a más de 160 presos políticos, entre quienes no fueron liberados, los recapturados y los nuevos detenidos, incumpliendo así los acuerdos alcanzados en esa negociación que fue cancelada por el mismo régimen en agosto de este año.

El Embajador del Reino de los Países Bajos para Centroamérica, Peter Derrek Hof, entregó a Obando la estatuilla en forma de tulipán (flor insigne de ese país europeo) el jueves cinco de diciembre en su residencia, en San José, Costa Rica. Se trata de un premio que se otorga de forma anual, a nivel internacional y a nivel local. Obando fue una de las ocho personas premiadas en distintas partes del mundo, a nivel local. El año pasado, el ganador a nivel internacional del mismo premio, fue Zeid Ra'ad Al Hussein, exalto comisionado de los Derechos Humanos para las Naciones Unidas.

El atuendo de Obando para la ceremonia fue peculiar. “Cero tacones, cero glamour”, adelantó, y a la ceremonia asistió con el traje azul que visten los presos y presas en Nicaragua, ese mismo con el que la población nicaragüense ha visto en fotos y vídos a varios líderes opositores que han sido encarcelados por el actual régimen, que los acusa de terroristas. Ese que Obando usó por nueve meses y diez días.


“Como Embajador para Centroamérica, sé que las personas defensoras de derechos humanos a menudo conllevan un gran riesgo personal. Estoy convencido que justamente estas personas tienen un poder increíble para generar cambios y mejorar la vida de otras personas”. Para Obando, el riesgo y el precio por ejercer su activismo fue la cárcel. De ahí salió más convencida aún de cuál es su propósito: generar un cambio en Nicaragua, una sociedad de derechos humanos y de justicia.

Victoria Obando

Victoria Obando junto al embajador del Reino de los Países Bajos para Centroamérica, Peter Derrek Hof. // Foto: Cortesía

¿Qué hacías antes y por qué decidiste involucrarte en la Rebelión de Abril?

Lo que hacía antes era siempre ejercer el activismo, desde las organizaciones de sociedad civil que promueven los derechos humanos de todos los nicaragüenses, con especial énfasis en la población LGTBI. Yo solía estudiar y solía trabajar como gastrónoma en un restaurante.

¿Por qué decidiste involucrarte en la Rebelión de Abril?

Sentí el llamado. Sentí la necesidad de participar activamente apoyando la lucha del pueblo de Nicaragua, que exigía que no se nos reprimiera en las manifestaciones. Y sentí el dolor del primer estudiante asesinado. Me identifiqué tanto que no paré y a cada una de las marchas asistí, grité, pinté postes en azul y blanco, dimos a hacer calcomanías, las pegábamos en los buses y no pude parar hasta que el Gobierno decidió pararme, al enviarme a la cárcel.

¿Por qué creés que el Gobierno te envió a la cárcel?

Quizás nos ven a nosotros como los enemigos. Nos ven a nosotros como los peligrosos, por motivar a otros nicaragüenses a que se involucren, por empapar a los nicaragüenses de la información necesaria, de por qué lo reclamas y a quién le reclamas… (sobre) las leyes en Nicaragua, la Constitución Política… No quieren que tengamos una sociedad rebelde que reclame y exija.

Cuándo supiste que irías a la cárcel y a una cárcel de hombres, ¿cuál fue tu reacción como activista y como mujer trans?

Horror total. Yo, desde la captura y el asqueroso manoseo de paramilitares en la espalda, pensé que iba a sufrir lo que otras personas han sufrido: violación directa a la integridad física y corporal. Gracias a Dios no sucedió, pero pensé que en la cárcel podía pasar, pues desde que nos trasladaron a La Modelo nos preguntábamos ‘¿estaremos juntos?, ¿nos van a dividir? ¿nos van a llevar a celdas con delincuentes, con asesinos?’ y, gracias a Dios, no fue así.

Todos fuimos a parar a la Galería 16, una donde estaban los otros hermanos de lucha y con el tiempo nos encariñamos entre todos y hubo mucho respeto y mucho apoyo de todos con todos.

¿Hubo diferencia de trato de los custodios hacia vos por el hecho de ser una mujer trans que estaba en una cárcel de hombres?

Ellos tienen un perfil investigativo sobre cómo hacerle la vida imposible a cada uno de los hermanos de lucha, presos políticos que tienen ellos en La Modelo.

En mi caso, fue algo muy particular: Ellos saben que yo vengo de un proceso de tránsito en el Género. Antes, yo era Víctor, y no me da vergüenza decirlo. El Gobierno de Nicaragua me reconoce como Víctor, porque no respeta la identidad, no respeta el derecho humano y estamos en ese proceso, por eso estamos luchando. Entonces a mí, especialmente, no me dejaban pasar las afeitadoras y lo comprobamos con el tiempo porque, durante los nueve meses y 10 días que estuve en la cárcel, yo tuve que negociar la afeitadoras dentro de la cárcel intercambiando otras cosas, porque a los demás les llegaba.

¿Cuál consideras que fue tu mayor aporte, en ese momento, a la lucha ciudadana que hoy día continúa buscando un cambio?

Mi mayor aporte, creo que ha sido entregarme en cuerpo y alma a esto, que muchos estudiantes, feministas, sociedad civil, campesinos, empresarios… no vamos a parar, hasta lograr lo que, desde aquel 18 de abril salimos a exigir: la salida de Ortega y la construcción de un mejor sistema social en Nicaragua basado en ley, un sistema democrático, un sistema justo, un sistema lleno de libertades para los nicaragüenses.

Yo pensé que yo iba a morir… El día que mataron a don (Eddy) Montes y sentimos la muerte… yo me respondía a mí misma, cuando estaban los guardias disparando directamente y estábamos invadidos de bombas lacrimógenas,  me decía yo, ‘yo creo que he hecho suficiente y si no he hecho suficiente, al morir yo, otros nos van a seguir…

¿Cómo es ser activista, ser trans y excarcelada en un país como Nicaragua?

Es como un triple compromiso… en los procesos de construcción, como activista, como defensor, hemos pasado procesos intensos de fortalecimiento, para poder lidiar con múltiples responsabilidades y también lidiar con sociedades tan complejas y tan violentas como la nicaragüense. Esa pregunta es como que me preguntés ‘¿Y qué se siente ser trans, ser pobre y ser negra?’. Es como una triple discriminación y tenés que lidiar con eso a diario, batallando contra el sistema, cultivando, desde la educación, desde las bases sociales, para cambiar esa cultura, esa hegemonía de violencia…

¿Qué ha sucedido tras su liberación? ¿Has continuado con tu activismo? ¿Hay asedio como el que han denunciado compañeros y compañeras tuyas, también excarcelados?

A raíz de la captura de Roberto Buschting y Wendy Juárez (parte de los 13 arrestados cuando intentaban llevar agua a las madres en huelga de hambre en la Iglesia San Miguel Arcángel en Masaya), que son estudiantes que pertenecen a la plataforma de la Coordinadora Universitaria por la Democracia y la Justicia, la Policía orteguista investiga y saca toda la información del teléfono de Roberto. Nosotros como estudiantes estamos organizados, seguimos formándonos, seguimos proponiendo, seguimos trabajando en pro de la Nicaragua que nosotros queremos y, al sacar la información y los datos de nosotros, el Gobierno ha desatado una represión personalizada, hacia cada uno de los miembros de la plataforma y hemos tenido que vernos obligados, nuevamente, al desplazamiento forzado, desde el seno de nuestro hogar, y buscar lugares de refugio seguro, -aunque ya nada está seguro en Nicaragua-, pero intentamos que sea seguro, para poder continuar con nuestro activismo.

¿Cuál es la situación de tus compañeros y demás presos políticos que siguen en la cárcel?

Ahora vemos que los van a querer utilizar como fichas de intercambio en negociaciones, por ejemplo. Al momento de que venga la reforma de la Ley Electoral, él (Daniel Ortega) va a decir ‘no me reformés aquí. Tengo esto y si vos me exigís que reforme aquí, no te doy esto’.

En el caso de Amaya (Coppens, presa política recapturada), que padece de la presión (hipertensión) y no le pasan el medicamento, hace poco una policía la agarró del cuello y la golpeó. A nosotros no nos hicieron eso. Entonces significa que la violencia se está volviendo peor con las personas que están capturando y recapturando.

Hace un año estabas en la cárcel y hoy estás aquí, recibiendo este premio. ¿Qué viene a tu mente al repasar lo que has vivido en estos casi dos años?

Viene a mi mente lo increíble de la trayectoria y lo rico que ha sido el construirlo de esta manera, el construirlo desde la moral, desde la buena formación que te dan en tu familia para ser un buen ciudadano, desde la responsabilidad que te cultivan en la universidad, de cómo te tenés que involucrar en todos los procesos sociales…

Se me viene a la cabeza recordar las múltiples discriminaciones que vivimos como individuos, los de la población LGTBI, especialmente nosotras, las trans, también los colectivos feministas y LGTB, porque se nos ha negado tanto y no paramos de proponer, no paramos de exigir.

¿Cómo recibir este premio? ¿Qué sentiste cuando te enteraste que te lo darían?

Me emocioné mucho y, te cuento, pues yo todavía no me lo puedo creer. Quizás el nivel de trabajo y compromiso, que pienso que es una tarea más de la que yo tengo que cumplir.

 ¿Cuál es tu principal demanda hoy día? ¿Es la misma?

La demanda principal que exigimos nosotros es la misma que vamos a seguir sosteniendo todos los nicaragüenses: La renuncia de Ortega, que se vaya, o por lo menos que tenga la dignidad de someterse a elecciones libres y transparentes para que se dé cuenta que el pueblo manda y el pueblo lo detesta, lo repudia, lo aborrece.

Ahora, aún más, la demanda viene hacia mí misma, dar más, porque el trabajo que se nos viene es enorme. Construir un país, desfragmentar un sistema violento y corrupto y construir uno nuevo.

Por estos días se conmemora el Día de los Derechos Humanos, ¿cuáles creés que son las deudas del Estado de Nicaragua para con toda la ciudadanía y en particular para con la ciudadanía trans?

Es una deuda enorme, completamente enorme, principalmente a partir de abril de 2018, en donde muchos nicaragüenses fueron asesinados… Es una deuda enorme, comenzando con la justicia transicional. Nosotros no vamos a parar hasta que el Gobierno reconozca que sí hubo crímenes de lesa humanidad. Siguen habiendo asesinatos selectivos. Sigue habiendo sufrimiento en aumento. Sigue habiendo represión constante que pretenden normalizar. Pero nosotros vamos a mantener nuestra voz siempre en alto y vamos a gritar: ‘En Nicaragua. Nada es tan normal’. La deuda es tanta que exigimos cárcel.

Exigimos que parte de la justicia que se nos tiene que hacer a nosotros, los nicaragüenses en general, es que ellos paguen con cárcel todas las atrocidades…

Y para nosotras las ciudadanas trans, el reconocimiento de que, como ser humano, tenemos derechos elementales, derechos humanos universales y también derecho de la identidad y que tienen que respetarlo. Contamos con iguales capacidades, con iguales habilidades, con iguales destrezas, con iguales condiciones humanas. También somos de carne y hueso, también somos seres pensantes, también somos nicaragüenses. Si hablamos de una Nicaragua justa, libre y democrática, es para todos y para todas, incluyendo a las mujeres trans.

Y es por eso que me siento orgullosa de, en este momento, ser la cara, ser la que proyecta la problemática, la que demanda. Pero no solo soy yo, somos mucha. Me siento orgullosa de estar vinculada con una lucha general de los nicaragüenses y específica, con la mía propia, y decirte que no vamos a parar, todos los colectivos organizados, todos los colectivos cohesionados… (por) la salida de Ortega y la construcción de un mejor sistema, de derechos humanos, para Nicaragua.


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Cindy Regidor

Cindy Regidor

Periodista nicaragüense desde 2007, con experiencia en prensa escrita, televisión y medios digitales. Tiene una especialización en producción audiovisual y una maestría en Medios de Comunicación, Estudios de Paz y Conflicto de la Universidad para la Paz de las Naciones Unidas. Fundadora y editora de Nicas Migrantes, proyecto por el cual ganó el Impact Award 2022 del Departamento de Estado de EE. UU. Ha realizado coberturas in situ en Los Ángeles (Estados Unidos), México, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Costa Rica. También ha colaborado con France 24, The Guardian, Al Jazeera, BBC World Service. Ha sido finalista y ganadora de varios premios nacionales e internacionales, entre ellos el Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación Javier Valdez, del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), 2022.

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