15 de noviembre 2019
En diferentes escenarios, a través de distintos interlocutores y por diferentes vías, el mensaje de la dictadura ha sido claro: “plomo” para quienes se atrevan a emular al pueblo boliviano, que tras semanas de protestas obligó a la renuncia y salida del presidente Evo Morales, señalado de tratar de “robarse” las elecciones del 20 de octubre, en las que se había declarado vencedor en primera vuelta.
Ex presos políticos, sacerdotes, empresarios, y ciudadanos protestantes, han sido acosados y amenazados durante la semana por personajes del régimen, grupos de paramilitares y la Policía de la dictadura. A estos últimos se sumó, la noche del jueves, la pareja presidencial, quienes alegaron que los opositores “juegan con fuego”.
Durante un acto con representantes de los países de la Alternativa Bolivariana de la Américas (ALBA), el dictador Daniel Ortega se lamentó que la salida de Morales era “algo increíble, pero “cierto”. En la misma línea con Venezuela y Cuba, afirmó que en Bolivia se produjo un “golpe de Estado”.
“Hemos apostado a la vía electoral, pero lo de Bolivia es una prueba de fuego para que se pueda sostener la mínima confianza en la vía electoral, de lo contrario, los pueblos se sentirán con todo el derecho y la obligación de buscar las armas para tomar el poder por la vía revolucionaria”, dijo.
Ortega recordó el papel que juegan las fuerzas armadas en escenarios como los de Bolivia. “Por mucha fortaleza de los movimientos sociales, de la población originaria, por mucha combatividad, el Ejército y la Policía son determinantes para inclinar la balanza a favor del capital y del imperio, o a favor de los pueblos”.
“Que no se atrevan”
El dictador amenazó a los opositores de los países del ALBA, advirtiendo que deben pensar “muy bien” antes de tratar de replicar el caso de Bolivia. “Que lo piensen bien, porque están jugando con fuego”.
En un tono igualmente amenazante, su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, advirtió que “con la paz no se juega, que no se atrevan a jugar, como hicieron por un tiempito los miserables, que se no se atrevan a jugar con la paz”.
Las advertencias de la pareja dictatorial van en consonancia con otros mensajes emitidos por personajes del régimen, como el sancionado presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras, quien llamó a las fuerzas revolucionarias sandinistas a estar pendientes de “cualquier acción del enemigo”.
“Si aquí nosotros no actuamos, ellos quisieran actuar ahorita como en Bolivia”, agregó el diputado, sancionado por Estados Unidos y Canadá, por violaciones a los derechos humanos y corrupción.
Hijo de la pareja presidencial
Uno de los hijos de la pareja dictatorial, Juan Carlos Ortega Murillo, apareció la noche del miércoles —visiblemente ofuscado— frente a las instalaciones del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), para amenazar a los ciudadanos que se oponen al régimen.
Junto a un reducido grupo, Ortega Murillo parafraseó al general Augusto C. Sandino: “La libertad no se conquista con flores, sino a balazos”, al tiempo que dio a conocer la creación de un movimiento autodenominado “Movimiento 4 de Mayo”, en alusión al día en que Sandino se negó a firmar el pacto del Espino Negro.
“Nos movilizamos en contra de los enemigos de la democracia, de la democracia real y la justicia social, los enemigos que están en contra del pueblo”, leyó cancaneado una proclama.
Juan Carlos es el único de los hijos de la pareja presidencial que ha expresado públicamente sus planteamientos políticos; en sus redes sociales pueden leerse comentarios en los que defiende el régimen, mientras que sus hermanos solo aparecen públicamente cuando se trata de eventos culturales y de moda.
Defender con las armas
Otros que leyeron un mensaje fueron unos paramilitares del autodenominado grupo “Frente Norte Carlos Fonseca Amador, Defensores de La Paz”, quienes amenazaron con “aniquilar totalmente” a los opositores del régimen y defendieron la actuación permisiva de la Policía y pasiva del Ejército nacional. “Ellos (fuerzas de seguridad) continuamente han respetado la Constitución Política de Nicaragua”.
“No vamos a permitir que nuestras conquistas que hemos alcanzado por la buena dirección de nuestro gobierno, que dirige nuestro presidente comandante Daniel Ortega, sean arrebatadas. Estamos alertas ante cualquier acción golpista para aniquilarlos totalmente. Si levantan la mano, se las bajaremos”, rezaba el comunicado, leído por uno de los paramilitares.
El documento fue leído en un patio de las oficinas departamentales del Ministerio de Gobernación (Migob) en Estelí, que ha funcionado como casa comando, desde hace más de un año.
Otro que amenazó con las armas fue Carlos Fonseca Terán, hijo de Carlos Fonseca Amador, fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Este orteguista escribió en Twitter que “los revolucionarios están armados”.
Muestra de miedo y debilidad
La excomandante guerrillera Dora María Téllez, fundadora del Movimiento Renovador Sandinista (MRS), subrayó que la salida de Morales ha significado un “golpe durísimo” dentro del régimen y ha influido “en la desmoralización general dentro orteguismo”.
“Hay temor a que en Nicaragua haya una nueva oleada de protestas como la de abril (de 2018). Eso explica que la estén echando toda con unos líderes sindicales ancianos, que están a punto de jubilarse”, mencionó Téllez, en referencia a una reunión de Porras con dirigentes sindicales afines a la dictadura.
Para el sociólogo Oscar René Vargas, las amenazas del régimen son parte del efecto que causó la salida de Morales en el orteguismo. A su criterio, las apariciones públicas de los cuadros del Frente Sandinista son también un intento para “intimidar” a los nicaragüenses ante los cambios políticos en la región. “Tienen temor” y “están dispuestos a todo para no perder espacios”, comentó.
Para el general en retiro, Hugo Torres, los comunicados y las declaraciones de los orteguistas buscan dos efectos: “motivar” a sus deprimidas bases, y tratar de atemorizar a la población para que no salgan a protestar.
“Sus mensajes son una manifestación de la desesperación que sufren, porque no logran encontrar una salida. Los ciudadanos continúan protestando, pese a la represión. No saben qué hacer”, comentó el exmilitar.