9 de noviembre 2019
El lunes 10 de junio, el Ministerio de Gobernación de Nicaragua publicó la lista de los primeros 50 presos políticos que serían liberados con la Ley de Amnistía aprobada por el parlamento dos días antes. De algún modo, en este grupo, como queriendo pasar desapercibido, y aprovechando el momento político, la red de influencias del sandinismo coló entre los manifestantes beneficiados a tres delincuentes comunes que no habían pasado ni tres años de condena.
Los liberados eran Santos Julián Morales Calero, quien el 5 de octubre de 2018, había sido detenido junto con otro hombre, cerca de la frontera con Honduras, transportando US$378 040 ocultos en compartimentos secretos de una camioneta; Helder Rafael Calero Palma, fue apenas capturado el 15 de marzo de este año en una comunidad de San Juan del Sur, con otros tres cómplices que llevaban US$57 600 que contenían residuos de cocaína; mientras a Álvaro Ernesto Hernández, la Policía le allanó su vivienda en el barrio Bello Aurora de Managua, donde incautaron 38 tacos de marihuana, en febrero de 2017.
Sin embargo, hay pocas posibilidades que alegaciones de corrupción contra funcionarios del Poder Judicial lleguen a ser investigadas o terminen en un enjuiciamiento, los casos contra funcionarios son raros, según el reporte Freedom in the World 2019 de la organización Freedom House.
El sistema de justicia como otras instituciones públicas están generalmente subyugadas al presidente Daniel Ortega y al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)”, determina el estudio.
Por otra parte, el Business Anticorruption Portal cita algunos puntos que resumen los principales hallazgos de las más recientes encuestas y estudios sobre la degradación judicial en Nicaragua:
Los dudosos vínculos de los magistrados
Los escándalos del Poder Judicial son amplios e involucran incluso a los mismos magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), desde el caso de Róger Camilo Argüello, implicado en el robo de US$600 000 de una cuenta del Poder Judicial, incautados al narco colombiano Luis González Largo, hasta el arresto del año pasado de un hijo del judicial de la Suprema Francisco Rosales Argüello, en Costa Rica, mientras comía en un restaurante con Juan Pereira Ramos, requerido por Estados Unidos por tráfico de estupefacientes. Aunque David Salomón Rosales fue liberado sin cargos en menos de 24 horas, el nexo da lugar a todo tipo de especulaciones.
Como un paréntesis, en el caso de González Largo, la actual jueza suplente del tribunal de Distrito de Ejecución de Sentencia y Vigilancia Penitenciaria de Matagalpa, Lenina Cerna González, sobrina del exjefe de la Seguridad del Estado, Lenín Cerna, gestionó su libertad en septiembre de 2005.
El magistrado Marvin Aguilar García también está empañado por su sobrino José Antonio García Aguilar, encontrado in fraganti con un cargamento de cocaína en la frontera sur en 2014, fue vinculado a una red dirigida por el excandidato a alcalde y exconcejal liberal de Cárdenas, departamento de Rivas, Nelson Santos Espinoza Guido, y condenado a prisión por los delitos de crimen organizado, transporte internacional de drogas, y tenencia y uso de armas restringidas, también fueron enjuiciados con él otros siete hombres.
Un dato llamativo es que la jueza suplente de Audiencias de Rivas que admitió la acusación contra la banda de Cárdenas era Lucía Flores Centeno, hija de la magistrada de la CSJ, Yadira Centeno.
García recibió casa por cárcel en 2015 por resolución del Tribunal de Apelaciones de Granada, siendo la segunda vez que esta corte actuaba a favor de él, pues en 2011 había mandado a Ponciano Tiberino como juez ejecutor al Distrito Penal de Audiencias de Rivas, a cargo de Diógenes Dávila, donde el sobrino del magistrado era acusado como parte de una red de robo y tráfico ilegal de vehículos. El enviado descubrió “un error” en el proceso: faltaba la acusación certificada de la Fiscalía en el expediente, por lo cual el implicado tuvo que ser liberado.
La protección de la pareja presidencial
El jurista y expresidente de la Comisión de Asuntos Jurídicos de la Asamblea Nacional, José Pallais, sostiene que escándalos que podrían causar despidos, renuncia o investigaciones en otros países, en Nicaragua “se revierten con el escudo de protección de la pareja presidencial (Daniel Ortega y Rosario Murillo), “si sos fiel tenés garantizada la protección, (y esto es) algo que opera en todos los niveles”.
Ese sentimiento de impunidad es propio de un sistema totalitario”, sostiene, particularmente porque no se paga un costo político, el cual se cobraría en los siguientes comicios, “pero si controlás las elecciones, qué temor vas a tener al costo político, si vos vas a asignar los votos.
Por su parte, el exprocurador General de la República de 2004 a 2007, Alberto Novoa, cree que “los escándalos en Nicaragua son mayúsculos porque involucran a las principales figuras nacionales, (por tanto) algo pequeño de un magistrado (de la CSJ) o de apelaciones no causa estragos”.
Novoa explica que a pesar del marco jurídico que permite que el Poder Judicial trabaje formalmente, con regulaciones y controles, el funcionamiento y el cumplimiento de sus postulados de imparcialidad, objetividad, apego a la ley, interpretación de la ley y su rubricación, no son posibles porque no es una institución autónoma, por eso, “no tiene razón de ser porque para poder cumplir la ley requiere independencia”.
El mismo exmagistrado Rafael Solís, al hacer pública su carta de renuncia en enero de 2019, señala que Nicaragua vive “una dictadura con caracteres de monarquía absoluta de dos reyes que ha hecho desaparecer todos los Poderes del Estado, dejando al mismo Poder Judicial, al que yo pertenezco, reducido a su más mínima expresión”.
La captura de la Corte
La Constitución marcadamente presidencialista de 1987, le permite negociar más puestos en las instituciones estatales a Violeta Barrios cuando llega al poder en 1990. Sin embargo, el exprocurador Novoa, advierte que en este pacto de transición les otorgaron cargos a aliados de la presidenta, incluso en el sistema judicial donde ella nombra algunos magistrados en la Corte, tribunales de apelaciones y jueces, pero bajo la condición de Humberto Ortega de sostener las estructuras del ejército y la policía.
La primera de seis reformas a la carta magna fue en 1995, esta amplió las atribuciones de la CSJ y establecía que cualquier diputado podía hacer ternas para las magistraturas, lo que anteriormente era una decisión exclusiva del presidente. Estas reformas entraron en vigencia en el periodo de Arnoldo Alemán.
Los diputados sandinistas renovadores y una parte de parlamentarios electos con la Unión Nacional Opositora, habían dejado en las reformas de 1995 un supuesto candado para evitar que la Corte y otras instituciones, así como la misma carta magna, perdiera independencia o cambiaran con un nuevo Gobierno, así que incrementaron la mayoría calificada a 60%, al final, lo que dejaron fue a la minoría sandinista con amplio poder de veto y Alemán se vio tentado a pactar con Ortega para repartirse las instituciones desde la Asamblea Nacional.
Cuando Arnoldo Alemán asume la Presidencia de la República en 1997 la Corte tiene 8 magistrados no sandinista y 4 sandinistas. Sin embargo, solo uno era del Partido Liberal Constitucionalista (PLC), su organización política, Guillermo Vargas Sandino, quien a pesar de todo trataba de mostrarse independiente y crítico de la corrupción judicial, como manifestó el embajador estadounidense Paul Trivelli al Departamento de Estado en 2006, según los cables diplomáticos revelados por Wikileaks entre 2010 y 2011.
Parte del pacto de 1998 entre Alemán y Ortega fue el pastel de la CSJ, primero ocuparon cuatro cargos nuevos, que se convirtieron dos o tres años después, a medida que se van venciendo los nombramientos, en ocho magistrados por cada partido, desde esa división los sandinistas trabajan para crear su mayoría llegando a acaparar las cortes de apelación y juzgados, así como el personal administrativo.
Pallais advierte que el FSLN mantuvo una sistemática captación de opositores ofreciendo protección y estabilidad, las deserciones se dieron para preservar el cargo.
Se van cooptando a funcionarios de diferentes niveles, de su cuota de 50%, los sandinistas van ampliando su influencia mediante la inclusión partidaria, llegando a ser actualmente el 90% del Poder Judicial cuadros del FSLN, con comisarios que resuelven los juicios en base a decisiones políticas, sostiene el jurista.
El caso del expresidente Arnoldo Alemán
Un momento crucial para la captura del Poder Judicial se da cuando Alemán es acusado por corrupción. Daniel Ortega ya tiene ocupados puestos claves y se aprovecha la debilidad de los liberales para sacarles favores. El PLC cedió poder para salvar al caudillo, de tal forma que llegando a las elecciones en 2006 y perdiendo, las cuotas fueron disminuyendo.
Durante su condena, el expresidente liberal pasó seis meses en la Sala J del Hospital Militar y cuando el sistema penitenciario, administrado por el entonces presidente Enrique Bolaños, mandó a quitarle el celular, la jueza Juana Méndez llegó personalmente a entregárselo, recuerda Novoa. Méndez es ahora magistrada de la Corte Suprema.
Por otra parte, la CSJ se convirtió en la punta de lanza para atacar al Parlamento donde por cuatro periodos los sandinistas no tuvieron oportunidad de hacer mayoría.
“Me tocó pelearme varias veces, (el magistrado Francisco) Rosales me amenazó con echarme preso, la Sala Constitucional mandó a apresarnos en un conflicto entre Judicial y Legislativo por el control preventivo de las leyes y detener el proceso de formación de la ley porque teníamos una mayoría oscilante que se perdió con la bancadita del Partido Liberal Independiente que se plegó al Gobierno”, revela Pallais.
Finalmente, el 9 de enero de 2009 el parlamento elige al sandinista René Núñez como presidente del Legislativo y el 15 de enero la Sala Penal de la CSJ, sobresee definitivamente a Alemán por las condenas de malversación de fondos que le concedían 20 años de cárcel. Entre los magistrados firmantes estaban los liberales Sergio Cuarezma, Gabriel Rivera y Guillermo Selva, agregado en sustitución de Antonio Alemán Lacayo, hermano del procesado, además, otro liberal, Iván Escobar Fornos, sustituyó a la magistrada sandinista Ligia Molina (suplente de Juana Méndez), quien estaba fuera de Nicaragua. Los magistrados sandinistas Armengol Cuadra y Rafael Solís votaron en contra. Rafael Solís era el principal operador político de El Carmen, casa de la familia Ortega Murillo convertida en Casa Presidencial y Secretaría General del FSLN.
Con la reforma constitucional de 2014 el FSLN tiene un nuevo aliado con el cual pactar, la denominada alianza público-privado deja al gran capital nicaragüense interactuar en la función estatal, incluso da algunos cargos al empresariado en la misma Corte, así aparecen como magistrados Virgilio Gurdián Castellón, José Adán Guerra y Carlos Aguerri Hurtado, como gesto de buena voluntad.
Es la renovación del viejo pacto, que no involucra a los liberales, sino, a la burguesía, reitera Novoa.
A pesar de eso, en el aspecto económico se sabe que quien vaya a pelearse con los intereses sandinistas desde que entró en el juicio sabe que está perdido. Hay un aparato para controlar a la sociedad y proteger el capital del FSLN, dice el exprocurador.
Los amigos de Daniel Ortega
Los comisarios responsables de cada departamento transmiten la línea política, consultan los fallos antes de llegar a la Suprema, pero hay al menos dos magistrados que mantienen la relación con la pareja presidencial.
Solís fue indiscutiblemente el principal operador político en la Corte, era el enlace directo con Ortega en El Carmen, y la orden todopoderosa para tomar cualquier decisión judicial, “la mayor parte de los jueces obedecían, la romería era a su oficina, abogados y miembros del Poder Judicial. Llegó a concentrar tanto poder que elaboró la sentencia para desconocer el artículo 147 de la Constitución que prohibía la reelección”, sostiene Novoa.
Un exfiscal señala, en cambio, que había una disputa con Alba Luz Ramos Vanegas, cuya autoridad es la que ahora pesa en una CSJ, donde los otros magistrados tienen un rol prácticamente decorativo.
Pero Solís es el padrino de bodas de Ortega y Murillo, el exguerrillero, exfundador del Ejército Popular Sandinista, el artífice de la sentencia que le da a Ortega la reelección indefinida.
Con la salida de Solís, la relación directa de la Corte con El Carmen la tiene Ramos Vanegas, citan diversas fuentes, pero se manifiesta como negociador político Rosales, quien participó como delegado del Gobierno en la segunda fase del diálogo en el año 2019.