22 de octubre 2019
Las protestas se han repetido por todo Chile, tras el cuarto día de disturbios, incendios y saqueos, mientras el estado de emergencia y el toque de queda se extienden de norte a sur y asciende hasta 13 la cifra de fallecidos.
Con el paso de los días las manifestaciones se han irradiado desde Santiago hacia casi todas las regiones de Chile en un estallido social que se prendió con el alza en el precio de los pasajes de metro en la capital chilena, la gota que colmó el vaso de la paciencia de los ciudadanos.
El descontento entre la población se esparció por las principales ciudades del país suramericano, al tiempo que los disturbios y los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad aumentan cada día.
La situación en todo el país
Una situación que también ha provocado el esparcimiento de las medidas excepcionales adoptadas por el Gobierno para recuperar el orden en medio de los disturbios.
Prácticamente, todas las regiones del país tienen decretado el estado de emergencia, a excepción de la norteña región de Arica y Parinacota y la austral de Aysen, ya sea en la totalidad de los territorios, como ocurre en la Metropolitana de Santiago y Valparaíso, o acotado a provincias concretas o ciudades determinadas.
En el norte, el orden público está bajo control militar en la provincia de Iquique y la urbe de Pozo Almonte (región de Tarapacá); en la región de Antofagasta y la ciudad homónima; en las localidades de Copiapó, Caldera y Vallenar (región de Atacama); y en la región de Coquimbo.
En el centro del país es donde la situación está más complicada, ya que las protestas se originaron en Santiago hace una semana y la región Metropolitana fue la primera en ver a los soldados del Ejército tomar el control de las calles.
Actualmente toda la región capitalina está bajo estado de emergencia, al igual que las vecinas regiones de Valparaíso y O'Higgins, además de la ciudad de Talca (región de Maule), Chillán y Chillán Viejo (región de Ñuble) y la región del Bío Bío.
En la zona sur, las medidas excepcionales se aplicaron en las ciudades de Temuco y Padre Las Casas (región de La Araucanía), la provincia de Valdivia (región de Los Ríos), las localidades de Osorno y Puerto Montt (región de Los Lagos) y la austral Punta Arenas (región de Magallanes).
Tanto el Ejército como la Armada y la Fuerza Aérea pasaron a tomar la defensa nacional del orden público en estas zonas y los soldados se desplegaron en los últimos días.
Los toque de queda
Pero en algunos puntos de Chile, a pesar de la presencia militar, la situación se recrudeció y esta medida no fue suficiente para acabar con los disturbios, por lo que el Ejecutivo ha decretado toques de queda en algunas de ellas.
Santiago de Chile sumaba en la noche del lunes su tercera jornada consecutiva con la privación de las libertades de movimiento, lo que no ha evitado que continúen los saqueos y la violencia en algunos sectores de la capital.
Por eso el toque de queda que regía para la totalidad de la región Metropolitana, así como para la región de Valparaíso tras los fuertes disturbios ocurridos este lunes en el barrio del puerto.
La prohibición de salir a la calle en la noche se estableció además en Iquique y Pozo Almonte, Antofagasta, Copiapó, Caldera, Vallenar, La Serena, Coquimbo, Rancagua, Talca, Concepción, Valdivia, Osorno y Puerto Montt.
Estas drásticas medidas de la Administración del presidente, Sebastián Piñera, dejan la seguridad de los chilenos en manos de los militares y con los Carabineros y la Policía de Investigaciones (PDI) a las órdenes de las Fuerzas Armadas por al menos 15 días.
Aún así, y pese a que en parte la llegada del lunes ha devuelto un poco la normalidad de un día laboral al país, la continuación de las protestas ha sido patente en todo el país.
Y las consecuencias de los disturbios y los enfrentamientos se cuentan por decenas de heridos y cientos de detenidos, y las cifras de fallecidos siguen aumentando con el paso de las horas, con un balance de 13 muertos en todo Chile hasta la madrugada de este martes.
Cacerolazos y cánticos ganan a la violencia
La protesta pacífica de los chilenos en reclamo de una sociedad más equitativa superó por primera vez en esta jornada a las manifestaciones violentas, que hasta ahora protagonizaban un estallido social sin precedentes que aún mantiene a casi todo el país en estado de emergencia.
Con cacerolas y cazos en las manos y con una consigna clara: "sin violencia", miles de chilenos lograron que su manifestación pacífica de descontento por una sociedad "sin abusos" se escuchara por encima de los episodios de violencia, aún existentes pero mucho más puntuales y esporádicos que en las pasadas jornadas.
"El pueblo ha despertado", se leía en alguna pancarta exhibida por un ciudadano en una de las muchas concentraciones de la capital, especialmente masiva en la céntrica Plaza Italia, pero también importante en otros puntos como Ñuñoa o en la misma puerta de la Escuela Militar de Santiago.
El toque de queda decretado de nuevo por el Ejército para despejar las calles a partir de las ocho de la tarde, lejos de ahuyentar a las personas, fue motivo de celebración, con los manifestantes voceando la cuenta atrás hasta la hora del comienzo de esta medida.
El mismo gesto de desafío al toque de queda y la autoridad militar se repitió en distintos puntos de Santiago y solo el agua lanzada por los carabineros o el propio paso del tiempo logró despejar las concentraciones.
La jornada no fue del todo ajena al vandalismo ni estuvo falta de tensión. De nuevo hubo barricadas, enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, desperfectos del mobiliario público y saqueos, en mitad de las marchas y también durante el toque de queda, pero en menor cantidad que en las jornadas anteriores.