22 de octubre 2019
Año y medio después del estallido del 18 de abril de 2018, con una resistencia indoblegable y en pleno crecimiento, fortalecida con recargas de patriotismo y ansias de libertad para todos, escucho hablar de la búsqueda de la urgente y necesaria unidad, una gran coalición sin exclusiones.
A mis 76 años, no puedo evitar frotarme los ojos y preguntarme frente a un espejo imaginario: ¿Qué es lo que he estado viendo durante todos estos meses? ¿Acaso no es eso una demostración de unidad azul y blanco sin precedentes, verdaderamente indestructible, almacenadora de los votos que se necesitan para forzar un cambio de sistema, el objetivo esencial de esta resistencia tan estimulante?
Históricamente, los políticos lo han contaminado todo desde antes de los filibusteros, y pueden volver a hacerlo si esta nueva generación que pelea bravamente por su futuro, con el respaldo del grueso sector beligerante de una iglesia comprometida con los intereses populares en persecución de un país diferente, se los permite.
Indestructible
Fui a las marchas y nunca encontré a alguien pensando como liberal, conservador, MRS, comunista, social demócrata, sino como nicaragüense, necesitado de un cambio de sistema, anticorrosivo. Recuerdo haber saludado a cinco militares de alto nivel, algunos ex jefes del Ejército, presentados juntos en fotografías, que seguramente deben seguir impulsados por ese sentimiento pro-patria que los llevó a juntarse tan espontáneamente, como lo fueron las protestas que más adelante, por encima del costo de vidas, se multiplicaron en alardes de osadía, colocando el temor a un lado…
¿Quiénes convocaron a esas multitudes tan diversas y tan compactas, firmes en su posición? Si lo hubiera hecho algún político, o algunos, esas marchas no hubieran sido posibles, mucho menos la hermandad mostrada con esos rostros tan iluminados que la dictadura no quiere volver a ver. La atrevida, hermosa y significativa actitud de la chavalada estudiantil, graficada en el reclamo enérgico de Lesther Alemán, nos hizo sentirnos a todos como él, unidos a su alrededor, como ha permanecido el sector mayoritario de la sociedad en ebullición.
La única lucha
Fabián Medina fue directamente al grano: la lucha es entre dictadura y democracia, nada que ver con liberales y conservadores de tan dañina historia, ni con nuevas corrientes. Se trata, desde su arranque, de un nuevo movimiento que tiene como soporte las gigantescas bases azul y blanco, cuya consistencia y proyecciones, no dependen de lo que se decida en las alturas.
Las protestas “exprés”, las expresiones en las calles, las actitudes nada ocultas mostrando inconformidad, la captación de opiniones en cualquier sitio, el sueño del cambio, el empeño de una juventud purificada por el fuego que no merece ser afectada por los políticos, el abierto apoyo de una iglesia combativa, son la más grande muestra de unidad opositora a un sistema que yo he visto a lo largo de mi vida, y eso que estuve organizado con el Frente, no como ahora, solo un libre pensador en la llanura…
La unidad azul y blanco está abierta para todos los que deseen incorporarse. Bienvenidos sean. Es en esa unidad donde están los votos ganadores si no hay despojo, no en las cúpulas. De eso, todos deberían estar claros mientras se raya el cuadro apropiadamente para disponer del espacio requerido. Esa unidad, es un divino tesoro.