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Elecciones Made in USA

"Ningún otro candidato o presidente de la primera potencia del mundo ha sido rectificado tantas veces por verter mentiras como Trump"

Trump gusta pasar por hombre duro

Guillermo Rothschuh Villanueva

20 de octubre 2019

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Poniendo las cosas en perspectiva. Las elecciones para la presidencia de Estados Unidos tienen un sello característico: es como si tratara de un choque de trenes a altísima velocidad, los candidatos saben que el encontronazo los va a descarrilar y no hacen nada por evitarlo. Sacan los trapos sucios a ventilar a plena luz. La ferocidad con que se agreden está más cerca de un pleito callejero que de un auténtico debate cívico. Con tal de conquistar el solio presidencial son capaces de restregarle en la cara a sus contrincantes las más crudas bajezas. Lo grave del asunto es que esta modalidad —la llamada americanización de la política— se ha extendido por el mundo. Ni los europeos pudieron saltarse el cartabón. Sucumbieron. Otro tanto podemos decir de América Latina. En el traspatio su influencia todavía es mayor.

En la antevíspera de la campaña electoral la refriega estalló. El presidente Donald Trump —aspira a la reelección— ha recurrido desde ya a los golpes bajos. No esperaba ningún cambio de actitud de su parte. Trump hará todo lo que esté a su alcance para revalidar su mandato. Su falta de escrúpulos no conoce tibiezas. Prefiere golpear recio y dejar mal heridos en el camino a quienes considera como sus opositores más encarnizados. A nadie puede sorprender que el primer contendiente contra quien enderezó sus baterías haya sido Joe Biden. El demócrata venía encabezando las encuestas de su partido y Trump había dado por un hecho que lo adecuado era tumbarlo desde ahora. No deseaba que cogiese aire entre los electores.

Está tan arraigada esta forma de hacer política, que el experto Dick Morris dedica un capítulo de su libro, El nuevo Príncipe, Maquiavelo autorizado para el siglo XXI, (Buenos Aires, 2002), a la importancia que han cobrado los escándalos dentro de la política estadounidense. Escatología pura. Los candidatos pueden lanzarse las acusaciones más enrevesadas con tal de romperle la crisma al adversario. El flirteo político es su contracara. Las promesas de campaña son una carta a Santa Claus. Ofrecen de todo. La variante más importante introducida a partir de las elecciones presidenciales de 2016, se debe al actual presidente de Estados Unidos. Implantó como su estampilla de marca los fake news. Ese año despuntó haciendo alarde de mentiras. Sigue igual.

No hay reconsideraciones. A menos de tres meses de concluir el año 2019, la actuación asumida por el presidente Trump, ratifica que no tendrá reparos en continuar con una estrategia política que le ha reportado enormes réditos. ¿A cuenta de qué esperar lo contrario? ¿Acaso no ha persistido a lo largo de más de tres años en utilizar mentiras? Nada lo hará variar. Las reiteradas rectificaciones a la que se ha visto sometido por The Washington Post, The New York Times, CNN, etc., no le importan. Trump entiende las elecciones como una liza para conquistar el poder y no como una contienda cargada de civismo. Una concepción de esta naturaleza jamás ha pasado por su cabeza. La rudeza con que ha actuado históricamente en sus distintos negocios, se acentúa a la hora de contender por alcanzar o retener el poder.


Como ocurrió durante las elecciones de 2016, las redes sociales siguen siendo la plataforma ideal para persistir con su cadena de mentiras. Alguien podrá aducir que Trump solo replica lo que los otros candidatos acostumbran hacer. Nada más alejado de la verdad. El actual presidente de Estados Unidos ha estirado la cuerda más allá de lo imaginable. Ningún otro candidato o presidente de la primera potencia del mundo ha sido rectificado tantas veces por verter mentiras a diestra y siniestra, como lo ha sido Trump. La insistencia por caminar sobre la cuerda floja le está costando caro. ¿No le teme al vacío? ¿Será que piensa que abajo tiene una red suficientemente flexible como para soportar cualquier caída? ¿Un suicida político? Eso dicen.

La investigación emprendida en su contra por la Cámara de Representantes tiene su origen precisamente en su vocación por desafiar el entramado legal estadounidense. El presidente Trump solicitó al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, que investigara a Joe y Hunter Biden, por sus negocios en Kiev. En un país donde las filtraciones son el pan nuestro de todos los días, Trump fue puesto en evidencia. Un miembro de los servicios de espionaje hizo el destape. ¿Una venganza? Trump se mal dispuso desde un inicio con las instituciones encargadas de realizar el espionaje. Como en política no hay almuerzos gratis, hizo saber a Zelenski que “Vuestra economía va ir mejor de lo que yo predije”. A todas luce le hizo una buena oferta.

Otra vez las redes. Los dueños de las redes sociales han vuelto hacer presencia una y otra vez de forma reincidente. Especialmente facebook. En vista que lo afirmado por Trump sobre Joe Biden resultó una mentira, Elizabeth Warren, la candidata demócrata que encabeza las encuestas de su partido, decidió comprar un anuncio en facebook, incluyendo en este de manera deliberada, algunas mentirillas. Todo con el afán de dejar al desnudo la red propiedad de Mark Zuckerberg. ¡Y lo logró! ¿A que se debió que mordieran la carnada? ¿Será como afirma Warren que se trata nada más de una cuestión de dinero? Desde la perspectiva mediática, la decisión de facebook constituye un desafío. Otra vez vuelve a mentir. Algo que está siendo oneroso para esta empresa. Los costos económicos y la baja en su credibilidad son altos.

Warren solicitó a facebook que retirara un anuncio comprado por el equipo de campaña de Trump, abiertamente mentiroso. El anuncio sostiene que Joe Biden había ofrecido a Ucrania unos mil millones de dólares en ayuda, si el Gobierno ucraniano retiraba al fiscal que investigaba una empresa vinculada con su hijo Hunter. La actitud de CNN fue diametralmente opuesta. Se negó a publicarlo. Argumentó que varios medios lo habían rechazado porque su contenido era falso. En vez de actuar en consonancia con la verdad, los directivos de facebook expusieron que lo hacían bajo el principio de que la libertad de expresión es la base todo proceso democrático. En su alegato olvidan deliberadamente que esta libertad no puede sustentarse en mentiras.

El rechazo de Facebook por enmendar su conducta vuelve a poner en mal predicado a las redes. Mientras en los medios tradicionales de comunicación actúan basados en principios éticos y están regidos por diversas disposiciones legales, las redes actúan por la libre. Algo deberá hacerse. Especialmente los Gobiernos. La actuación de Zuckerberg se deba a que Warren ha emprendido una serie de acciones encaminadas a normar el funcionamiento de las redes. ¿Admitir los anuncios de Trump aun cuando no estén sustentados en la verdad, es el seguro que Zuckerberg está adquiriendo de ante mano en caso de que este resulte ganador? Dijo sin empacho que, de ganar Warren, el escenario “apestaría”. Todo indica que trata de curarse en salud.

Dos varas para medir. El torbellino de las elecciones estadounidenses enseña que no pueden existir dos maneras para medir la conducta de los medios de comunicación. ¿Será que ya nada queda por hacer? Los directivos de las redes actúan sin pesos ni contrapesos. Ninguna de las medidas adoptadas por Gobiernos de distintas latitudes, han sido suficientes para que rectifiquen el rumbo. El desposeimiento de la clase política en materia de soberanía es manifiesto. Lucrarse económicamente y no sentirse atados a ningún mandamiento legal, confiere a las redes una situación privilegiada. En la medida que su poderío ha crecido, sus posibilidades políticas han experimentado un mayor ascenso. El dilema consiste que de no hacerse nada ahora, mañana podría ser absolutamente tarde. No habría vuelta de hoja.

El juego democrático ha venido pervirtiéndose, las disponibilidades de recursos económicos de los aspirantes a cargos de elección, son determinantes para obtener resultados favorables. Los requerimientos económicos en cada elección estadounidense han venido aumentando de manera considerable. Gana el que tiene más no quien posee los mejores atributos. Algo que repugna a los electores. El rechazo hacia el establishment en Estados Unidos es cada día mayor. La inversión en las redes continuará su curso. La personalización de la política es una consecuencia directa de la hegemonía televisiva. Lo censurable es hacer inversiones millonarias en una lid donde privan las mentiras sobre consideraciones de carácter ético.

Las innovaciones tecnológicas y el mejoramiento de los servicios que prestan las redes, deben ir acompañadas de restricciones que condenen e impongan sanciones a las mentiras que se difunden a través de las plataformas digitales. Lo más llamativo de la argumentación de los turiferarios de las redes, fue decir que "Si la senadora Warren quiere decir cosas que sabe que no son ciertas, creemos que Facebook no debería estar en posición de censurar ese discurso". Nadie mejor que ellos saben que no se trata de una forma de censura, más bien sería asumir una actitud responsable ante la ciudadanía, para que esta no pueda ser objeto de campañas políticas basadas en mentiras creadas de manera intencional. Una función básica de los medios es orientar a la ciudadanía y no meterla en callejones oscuros que solo benefician a quienes se dedican a propalar infundios.


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Guillermo Rothschuh Villanueva

Guillermo Rothschuh Villanueva

Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.

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