14 de octubre 2019
Un elemento constante en el desarrollo de la crisis sociopolítica ha sido la creación y adaptación de símbolos para motivar y movilizar a los ciudadanos, para diagnosticar problemas y para proponer soluciones. Dentro de todo el espectro de símbolos usados desde abril 2018, este artículo desea prestar atención a uno en particular: la figura y mensaje de monseñor Romero.
La recurrencia al obispo mártir se exacerbó cuando en octubre de 2018, solo un mes después de la conclusión de la oleada de protestas, la Iglesia Católica en Roma canonizó a Romero. El evento eclesial tuvo resonancia en el país, incorporándose al proceso de interpretación de ese momento difuso de la movilización, en que parecía estar aplastada por la acción estatal y paraestatal.
Lejos de ser un fenómeno sencillo, la construcción y apropiación del legado y símbolo de Monseñor Romero se convirtió en una verdadera disputa entre las partes. Se presenta evidencia de este forcejeo simbólico gracias al análisis de contenido de veintiocho artículos que dieron cobertura a actividades y declaraciones relacionadas a la canonización y que fueron identificadas en cinco diarios nicaragüenses, tanto oficialistas como independientes.
Primero es relevante señalar que el surgimiento de símbolos o marcos de referencia en contexto de protestas no es inédito para Nicaragua. Estos normalmente surgen a partir de procesos de reflexión de los activistas sobre las posibles oportunidades y amenazas relevantes para la movilización. Crear buenos marcos de referencia, señalarán los académicos, requiere identificar elementos que resuenen cultural, política y socialmente en los medios donde serán aplicados. La reflexión es clave, pues entre más poderosos y congruentes sean los símbolos creados y adaptados, más fuerte será la movilización, más resonará entre los ciudadanos, y más eficaces serán los posibles resultados. Monseñor Romero representaba todo esto para el caso de la Nicaragua en crisis.
Gracias a estos símbolos, sobre todo en contextos autoritarios, los actores movilizados constituyen su “nosotros” y su “ellos”, y promueven el valor y legitimidad de sus causas, sus compromisos con el cambio, su fuerza, unidad y número. Sin embargo, la literatura advierte a los activistas que la aplicación o creación de símbolos per se no garantiza eficacia de estos. Es decir, un símbolo tendrá más empuje tanto cuanto sea consistente con las acciones y procedimientos de actores y tanto cuanto ellos tengan credibilidad y legitimidad para interpretarlo.
Una vez definidos estos presupuestos conceptuales, se puede proceder a la presentación de algunos elementos encontrados en el análisis de la cobertura periodística a la canonización. Se encontraron en los veintiocho artículos 113 expresiones, de las cuales 63 pueden categorizarse como oposición, y 50 como sandinistas. Con fines analíticos, es posible agrupar en dos grupos el uso de estas expresiones, que sirvieron -usando de referencia a Romero- para (1) diagnosticar problemas y encontrar culpables; y/o (2) llamar a la acción a los actores movilizados.
Referencias al símbolo de Romero para diagnosticar y acusar
Para diagnosticar el problema de la crisis, la cobertura sandinista declaró que el ejemplo de Monseñor Romero era clave para el momento que el país estaba viviendo. Su mensaje, señalaron, acompañaba los recientes esfuerzos por recuperar la paz y tranquilidad perdida. Se indicó una y otra vez que Monseñor Romero no promovió la violencia o la guerra, sino que trajo mensajes de paz. Las afirmaciones tienen fuerte sentido al reconocer que es precisamente octubre el mes en que la oleada de protestas cedió ante la represión estatal, y el discurso sandinista empezó a argumentar con mayor persistencia el deseo de paz e intenciones de “desterrar el odio”, expresión normalmente asociada a la oposición en declaraciones de la vicepresidente Murillo.
Por su parte, la cobertura de la oposición diagnosticó el problema reiterando constantemente el estado de crisis sociopolítica en el país. Las denuncias de Romero hacia las graves violaciones a los derechos humanos de su tiempo fueron subrayadas para tener resonancia en el contexto de represión en Nicaragua. Una de las fuentes para esta investigación, mostró explícita referenciación diagnóstica de Romero al definir, en uno de sus titulares, que el obispo “fue un santo contra la represión”. La mayor parte de referencias diagnósticas de este grupo van en esta línea, y reflejan no solamente la relevancia del símbolo, sino la necesaria interpretación de la vulnerabilidad percibida entre la oposición una vez sufrida la abrumadora represión gubernamental.
Con componente acusatorio, se encontraron 48 referencias entre ambos grupos. En este sentido, la cobertura sandinista insistió en que los responsables de la muerte de monseñor Romero fueron miembros de la derecha salvadoreña. El presidente Ortega, en un homenaje al obispo enfatizó: “lo asesinaron los derechistas, los oligarcas, los proimperialistas”. La referencia a sus oponentes es explícita, pues parte del discurso argumentativo para explicar la oleada de protestas había sido que la derecha “somocista” en Nicaragua era la responsable de la crisis sociopolítica.
Igualmente, el presidente Ortega diagnosticó una de las causas del problema al enfatizar que Monseñor Romero fue “un ferviente opositor a toda intervención e injerencia extranjera, porque perpetúa la opresión.” La expresión, con parangones en otros artículos de la cobertura sandinista, adquiere relevancia en medio de acusaciones hacia la comunidad internacional- particularmente Estados Unidos- de haber gestado o apoyado un intento de golpe de Estado en Nicaragua.
Otra referencia acusatoria en la cobertura sandinista es hacia líderes religiosos, implícitamente hacia algunos obispos de la Conferencia Episcopal. Se les culpó de estar “llenos de odio y que no buscan el bien para Nicaragua” (Murillo, octubre 13, 2018).
Los medios de oposición, por su parte, para construir referencias acusatorias, apelaron al argumento de la incoherencia de las posturas oficialistas sobre Romero, que hacían uso de su figura al tiempo que ejecutaban la represión en Nicaragua. Tanto La Prensa, como Artículo66 y Confidencial, calificaron como “manipulación” incoherente a la figura y el legado de Romero, las acciones y discursos gubernamentales de ese mes.
Referencias al símbolo de monseñor Romero para llamar a la acción
Aunque en menor número, las referencias hacia Romero para llamar a la acción estuvieron presentes en ambos grupos. Por un lado, los sandinistas se exhortaron a sí mismos a que “en medio de esta batalla, (debían tener) paciencia, para seguir pregonando amor… en Nicaragua.” Las referencias al obispo Romero para seguir construyendo la paz y para “llenarse de paciencia” ante la oposición son una constante en esta cobertura.
La oposición, por otro lado, referenció al obispo para exhortar al gobierno del presidente Ortega a que cesara los actos represivos. En esta línea, un artículo de opinión en Confidencial recalcó: “Ortega dbería escuchar las palabras del sacerdote Romero para que policías y paramilitares no dirijan sus armas contra el pueblo”.
Las llamadas a la acción o movilización referenciando a Monseñor Romero se limitaron a dos eventos. En la cobertura sandinista se orientó participar en una Caminata el 13 de octubre; mientras que la oposición hizo referencia a la movilización virtual en torno a la etiqueta #OigamosARomero, y a las actividades religiosas en homenaje al obispo que se realizaron en catedral.
Efecto del marco referencial en la movilización y contra movilización
La disputa por el símbolo de monseñor Romero en Nicaragua en octubre pasado no puede ser separada de los procesos de movilización y contra movilización que estaban activados en las calles ese mes. La drástica reducción de protestas manifestada en octubre (-70% comparado a septiembre, de acuerdo con otras investigaciones de este autor) y con evidenciada causalidad atribuida a la represión gubernamental, además de las irresueltas demandas de la protesta inicial, generaron vacío, confusión, y agotamiento entre los manifestantes.
La coincidencia con la canonización de Monseñor Romero un mes después de concluida la oleada representó una oportunidad para ambas partes con el fin de construir símbolos e interpretaciones en torno al obispo. La cobertura revela que, para los sandinistas, fue una oportunidad de reafirmar su proyecto y consolidarlo tras las protestas fuertemente reprimidas por sus fuerzas estatales y paraestatales.
Para la oposición, debilitada y desorientada, representó aliento y reafirmación de sus acciones, además de ser otra forma de certificación eclesial hacia las demandas por justicia y democracia. Es decir, los parangones de Romero y Nicaragua 2018 fueron útiles para interpretar esa primera sensación colectiva ante la revuelta aplastada por el régimen autoritario.
Acercarse a la disputa por este símbolo en la Nicaragua convulsa de 2018 no solamente ofrece la posibilidad de contribuir al estudio de esta nueva realidad sociopolítica del país, sino que muestra, una vez más, que Monseñor Romero sigue teniendo voz y vigencia en medio de contextos represivos y violatorios de derechos humanos. Esta investigación pretendió probar ambos elementos.
*Investigación completa: https://www.scribd.com/document/430098953/Un-Simbolo-en-disputa-Monsenor-Romero-en-la-crisis-sociopolitica-de-Nicaragua