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El asesinato que selló la suerte de un diputado evangélico del FSLN

Máximo Ríos Orozco fue asesinado y cortado en pedazos. “El crimen atroz fue la gota que derramó el vaso” del pastor y diputado Francisco Sarria

Parte de la banda con la que acusan al exdiputado Francisco Sarria, por crimen organizado, narcotráfico y asesinato. // Foto: Tomada de la Policía Nacional

Ismael López

11 de octubre 2019

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El viernes cuatro de octubre, ya terminando el día, el fiscal departamental de Managua, Alejandro López, llegó emocionado a los juzgados de Managua. Sonreía. Tenía luz verde para acusar a un pez grande: el diputado suplente por el FSLN en el Parlamento Centroamericano (Parlacen) y pastor evangélico, Francisco Sarria. Los cargos: Crimen Organizado y Asesinato Agravado.

Ese viernes, López llegó a solicitar al juez correspondiente que solicitara a la Asamblea Nacional el desafuero de Sarria, un pastor evangélico de 61 años que los domingos hablada de amor al prójimo en el púlpito, pero que tenía, según la Fiscalía, una doble vida: valiéndose de su inmunidad parlamentaria, era uno de los capos fuertes de una red de narcotraficantes.

Francisco Sarria, caído en desgracia con la cúpula del FSLN, finalmente renunció a su inmunidad y la Fiscalía lo acusó el lunes pasado –según una copia de la acusación en poder de Confidencial– de ser el jefe de una banda del narcotráfico internacional que descuartizó y esparció cabeza, piernas y brazos de Máximo Ríos Orozco en la Carretera Vieja a León. Un caso espeluznante que cautivó a los noticieros de nota roja y al país entero.

“Había vínculos entre él (Francisco Sarria) y los que mataron al hombre, se hicieron llamadas y en los interrogatorios lo mencionaron a él en el crimen y de ser el jefe del grupo. Él estuvo presente cuando lo mataron”, dijo escuetamente a Confidencial un fiscal que trabaja en la oficina de López.


“Fue un crimen atroz, a sangre fría”, dijo el fiscal. Sin mediar palabra primero lo golpearon, luego lo machetearon y finalmente lo cortaron en pedazos, metieron sus partes en sacos y parte por parte las fueron enterrando en los montes aledaños a la Carretera Vieja a León, según la acusación de los fiscales.

Junto a Sarria son acusados los guatemaltecos Siles Galindo y el piloto de avionetas Lucas Mondragón, el colombiano Everth de los Ríos y los nicaragüenses: Marcos Amaya, Carlos Cortez y Victorino Mondragón.

La acusación de la Fiscalía precisa que, a finales de septiembre, el grupo planeo, sin detallar cuál fue el móvil, asesinar a Ríos Orozco, un viejo convicto por narcotráfico que quedó libre en 2015 por cumplimiento de pena.

Ríos Orozco fue atrapado en 2008 transportando más de 50 kilos de cocaína en un furgón. Fue condenado por tráfico internacional de estupefacientes a ocho años de prisión. En 2015, cuando se celebró una audiencia para pedir su libertad, dijo ante el entonces fiscal de la Unidad Contra el Crimen Organizado, Giscard Moraga, que él había sido una víctima, que lo habían engañado y que no era el responsable directo de transportar la cocaína, según el expediente al que tuvo acceso Confidencial.

El crimen paso a paso

El pasado 24 de septiembre, el acusado Marcos Amaya llegó a las cuatro de la tarde a la finca de Victorino Mondragón en la comunidad de Buenos Aires, municipio de Villa El Carmen, Managua, acompañado de los extranjeros Siles Galindo, Lucas Mondragón y Everth de los Ríos. En esa propiedad ya se encontraba el pastor Francisco Sarria, según la relación de hechos de la acusación.

—Préstame una pala, una piocha y mecate para amarrar—, le dijo Amaya, un chinandegano de 35 años, a Mondragón, el dueño de la propiedad, y salió de la casa simulando ir a ver unas siembras de maíz, pero regresó casi inmediatamente.

Un poco más de dos horas después, a las 6 y 20 de la tarde, en un carro gris conducido por una persona a quien aún los fiscales no identifican, se presentó a la finca el acusado Carlos Cortez, un joven de 22 años, originario de El Viejo, Chinandega, acompañado de Ríos Orozco, la víctima.

Ríos Orozco se bajó del carro y caminó a encontrarse con Amaya como para saludarlo efusivamente, “momento que es aprovechado y es golpeado por la espalda por el resto de los acusados para neutralizarlo y evitar que la víctima huyera del lugar” y proceden a golpearlo. Y le piden a Sarria que se vaya del lugar, dice la acusación.

—Están matando a una persona en tu propiedad— le dijo Sarria muy tranquilo a Mondragón, un hombre de 37 años que en 2017 fue acusado por narcotráfico y que inexplicablemente quedó en libertad. Ahora está prófugo de la justiica. Es el único de los acusados que no ha sido capturado.

—Ahí déjelos y no diga nada—, respondió Mondragón.

Amaya, de 35 años, chinandegano, de oficio comerciante y descrito por los fiscales como el más sanguinario del grupo, caminó hacia un caballo que estaba amarrado a un poste y de la montura de la bestia sacó un machete.

“Luego regresó al lugar”, dice la acusación. “Posterior a eso se llevan a la víctima a una siembre de maíz”, la misma que Amaya había ido a inspeccionar cuando llegó al lugar.

Ya en el maizal, a Ríos Orozco primero le cortaron una oreja, luego le hacen una herida en la pierna. No contentos con eso, le cortan la cabeza y después ya muerto, le amputan los pies y las manos. Y meten sus partes en sacos.

En un saco con la leyenda Monisa introdujeron los pies y manos, en otro pequeño, sin ninguna leyenda, metieron la cabeza, y en otro, lo que quedaba del cuerpo. Lo subieron a los vehículos y salieron de la finca de Mondragón, camino a Managua.

En la Carretera Vieja a León, llegaron a la finca Campo Amor y al borde de la vía enterraron el saco con las manos y los pies y la ropa ensangrentada de la víctima. En otro lugar, muy cercano, enterraron la cabeza y a 77 metros de la cabeza el cuerpo. Y se fueron del lugar.

Dos días después, el 26 de septiembre, un habitante de la zona que pastoreaba su ganado encontró el cuerpo y horrorizado avisó a la Policía.

Luz verde de la dictadura

Cuando el fiscal López llegó sonriente el viernes 4 de octubre a los juzgados, buscando que un juez solicitara el desafuero para Sarria, la fiscal orteguista, Ana Julia Guido, acababa de recibir la orden de la dictadura de Daniel Ortega de ir contra Sarria.

“La Policía ya le venía dando seguimiento, se le habían perdonado muchas, se tenía un expediente sobre él, el crimen atroz fue como la gota que derramó el vaso”, dijo el fiscal.

Sin embargo, el caso se maneja con sigilo. Las audiencias son manejadas como secreto de Estado y contrario a lo que pasó con los otros acusados, no ha sido expuesto ante los medios oficiales.

Francisco Sarria uno de los nuevos aliados

Sarria era de los nuevos aliados del FSLN. Es abogado y un pastor evangélico de perfil bajo, a quien nunca le gustó figurar. “Es de toda la confianza de Guillermo Osorno, era el encargado de sacar personería jurídica de fundaciones religiosas”, dijo un pastor de las Asambleas de Dios.

Guillermo Osorno, diputado del Parlacen del FSLN, ha sido desde siempre el padrino de Sarria. “Él lo llevó a la política cuando fundó Camino Cristiano Nicaragüense, en 1996, y él se lo llevó al FSLN, cuando Osorno, ya acabado políticamente, solo buscó conservar un puesto”, dijo el pastor.

Confidencial buscó este jueves a Osorno en su oficina en Managua, para hablar sobre su colega y amigo, pero argumentaron que no estaba dando entrevistas.

La primera audiencia contra Francisco Sarria ante el juez Henry Morales, titular del Juzgado Sexto Distrito Penal de Audiencias, fue el pasado lunes. Solo le dijo al juez que su abogado sería Marvin Mora, pero como no estaba presente en la audiencia, se le asignó uno de oficio.

En la audiencia, la fiscal auxiliar Valeska López, pidió al juez prisión preventiva para Sarria. El juez decidió trasladarlo de El Chipote, a donde ha estado detenido desde el cuatro de octubre, hasta la cárcel La Modelo.


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Ismael López

Ismael López

Periodista. Tiene 16 años de experiencia como reportero de prensa escrita y televisión. Escribe sobre crimen organizado, derechos humanos y política. Premio a la Excelencia Periodística Pedro Joaquín Chamorro.

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