15 de septiembre 2019
La Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) recomendó —a través de un comunicado emitido a propósito de las festividades patrias— continuar la lucha cívica en Nicaragua, pero de manera pacífica para “romper el círculo de la violencia”.
“Hay que romper con el círculo de la violencia. Son muchos los pueblos que han triunfado con la revolución pacífica, con la fuerza de los valores, de la fe, de la esperanza y de la caridad, en una palabra, con el poder de Dios”, recomendaron los obispos católicos.
Citando los ejemplos de San Oscar Arnulfo Romero en El Salvador y el del padre Odorico D’Andrea, la Conferencia Episcopal llamó a “la capacidad de amar como respuesta al sistema de odio y muerte instalado en Nicaragua, que pretende ocultar la acción de Dios”.
Los obispos señalaron que en Nicaragua padece una crisis de confianza. Según ellos, en el país se “desconfía de la autoridad, se desconfía de las instituciones, se desconfía de las buenas intenciones y hasta de la viabilidad de los proyectos propios”.
“Esta misma desconfianza tensiona la vida familiar, nos aleja de nuestro prójimo y crea barreras entre grupos y sectores. Por esta razón, el diálogo que necesitamos para solucionar nuestros problemas, se ve interrumpido, coartado, ensombrecido. Y hasta desconfiamos de su factibilidad y eficacia para lograr los acuerdos necesarios [...] ¡Es imposible crecer en desconfianza!”, expresaron los obispos.
La CEN también hizo un guiño a la postura del régimen Ortega-Murillo: Por un lado en sus discursos predica la paz, pero en la práctica mantiene instalado un estado policiaco que aplasta a los ciudadanos.
“¿Es posible amar a quien cierra las puertas de su corazón a Nuestro Señor Jesucristo y por ende, a la oportunidad de promover una cultura de verdadera paz y democracia?”, plantean los obispos.
“¿Es posible mantener la esperanza, cuando todo parece indicar que no existe un poder capaz de resolver nuestra crisis? ¿Qué hacer, si la palabra de la sociedad civil no cuenta? ¿Es posible hoy en Nicaragua, ser católico y trabajar para una Institución que no respeta la conciencia y juega con el hambre de la gente? ¿Cómo perdonar tanta crueldad a la que hemos sido sometidos? ¿Es posible sanar estas heridas?”, agregan los obispos otras interrogantes.