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Lesther Alemán: “El proyecto de Daniel Ortega fracasó”

“Iniciamos de forma autoconvocada, y hoy es necesaria la organización. La protesta continúa a lo interno del país”

El universitario Lesther Alemán durante una entrevista en el programa Esta Semana.

Carlos F. Chamorro

10 de septiembre 2019

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Dieciséis meses después que estalló la Rebelión de Abril, el estudiante universitario Lesther Alemán, el vocero de la Alianza Cívica que demandó la rendición del régimen en el primer diálogo nacional en mayo del año pasado, afirma con aplomo, ahora desde el exilio, que “el proyecto de Ortega fracasó, la protesta continúa a lo interno del país”.

Alemán destaca la resistencia que se mantiene en los colegios de secundaria ante la imposición de los símbolos partidarios del FSLN, durante las fiestas patrias. “Los estudiantes quieren libertad, justicia y democracia; a pesar de tener un adoctrinamiento, hay un rechazo total a las mentiras del régimen yel discurso de Ortega de intentar demostrar normalidad, aun dentro de los colegios”, dice el estudiante de la Universidad Centroamericana.

En esta entrevista brindada en San José, Costa Rica, Alemán habla de la  reorganización del movimiento estudiantil, después de la represión, y del retorno de los exiliados a Nicaragua que, insiste, es una “responsabilidad individual voluntaria”.


¿Cómo valoras el impacto del último informe de la ONU sobre las violaciones a  los derechos humanos en Nicaragua? ¿Hay suficiente presión para mover al país hacia la suspensión del estado de sitio?

Era necesario un informe como este, con contundencia, de la Alta Comisionada, que se añade también a informes que ha hecho la CIDH, sobre todas las cosas que ha recomendado, también el cese de la represión y el estado policial que impera en las ciudades y que se ha introducido en los colegios y también en las universidades. Obviamente, mentir y a la vez evadir lo que solicitan los organismos internacionales, es la técnica de Ortega que lo hunde más, y le genera mayor presión.

La demanda de unidad

La Alianza Cívica ha hecho una propuesta de reformas electorales que se está discutiendo en diferentes sectores. La pregunta que mucha gente se hace es ¿se puede ir a una elección mientras se mantiene el estado policiaco?

Siempre hemos pensado en la presión internacional acompañando el proceso interno del país. La solución está a lo interno, y es necesario que cese la represión, que cese la intimidación, y que Daniel Ortega, además de las reformas, permita un ambiente para celebrar elecciones. Hay grupos paramilitares en el país, da la sensación de que no podés ir a una elección con un grupo armado mientras te está acompañando en un proceso. Entonces, creo que va desencadenándose en dos carriles, el aceptar las elecciones como una propuesta,  no única, sino que se genere el mayor consenso, y creo que la ciudadanía debe apropiarse de ella;  y posterior, también, incidir desde la comunidad internacional por medio de acompañamiento, y así una de las recomendaciones, también por organismos internacionales, del desarme de este tercer grupo armado que Ortega formó y que probablemente está queriendo heredar.

Vos estuviste en el primer diálogo nacional que, en determinado momento, pareció que existía en el país la suficiente presión nacional para imponerle al régimen una negociación que condujera a las reformas políticas ¿Cómo ves los resultados de este segundo diálogo?

Iniciamos de forma autoconvocada, y hoy es necesaria la organización. En algún momento teníamos el control de la calle por más de cincuenta días, y actualmente Ortega recupera el control militar, en este caso hay que reorganizarnos. Los territorios están en esa reestructuración al igual que a lo interno, y creo que ha sido la demanda también para las estructuras que se crearon, tanto la Alianza Cívica como la Unidad, de reorganizarse en esa propuesta de generar mayor consenso nacional y, que sobre todo la presión sea dirigida a que la protesta no se ha dejado. La protesta continúa a lo interno y a lo externo del país.

Cuando a la gente le hablan de la Alianza Cívica, o de la Unidad Nacional Azul y Blanco, lo que se percibe, en muchos lugares, es que la gente dice: queremos ver unidad, queremos que estén juntos.

Escuchando esa propuesta de la ciudadanía, hemos entrado a ese proceso. Esta lucha no es solo de estudiantes, abarca a más sectores, pero de cara a crear eso nuevo obviamente, porque se ha pedido inclusión, representatividad y, sobre todo, ampliar esa estructura con personas que tal vez están generando mayor capital político pero que no pertenecen a ninguna de las dos, o personas que quieran ver una sola estructura y un solo nombre.

El triunfo de la bandera azul y blanco

Estamos en la fase más intensa de las fiestas patrias en la que se está librando abiertamente una batalla en torno a la bandera nacional ¿Cómo valoras la reacción de los estudiantes de los colegios de secundaria?

Una reacción similar a la de abril, porque acompañaron el proceso del inicio de la crisis. En los primeros días de la crisis, yo recuerdo lo que pasó en el colegio Rigoberto López Pérez cuando bajan la bandera rojinegra en medio de la efervescencia que había, actualmente continúa esa resistencia, el último precedente que yo vi fue el del desfile de San Rafael del Sur, autoridades del Mined partidarizadas por el Frente Sandinista, dirigen a los muchachos a una manifestación, y en la manifestación van gritando “Viva Nicaragua Libre, o de que se van se van”.

Los estudiantes están conscientes de que quieren libertad, justicia y democracia, a pesar de tener un adoctrinamiento, hay un rechazo total a las mentiras del régimen y no se consume, el discurso de Ortega de intentar demostrar normalidad, aun dentro de los colegios.

¿Esos estudiantes de secundaria están organizados, tienen alguna vinculación con el movimiento de estudiantes universitarios, con los grupos azul y blanco, o son movimientos espontáneos?

Fueron movimientos espontáneos, al inicio hubo como dos o tres células que se crearon en colegios y que se pusieron nombre como Movimiento de Secundaria 19 de Abril, pero han sido totalmente reestructurados, es decir, muchachos que no siguieron estudiando porque también acompañaron a sus familias a emigrar, o en algún momento han sido controlados, dentro de los colegios, por los directores que se han prestado para agredir, directores que se prestan también para ser portadores de ese discurso de Ortega martillando la protesta.

¿Cómo ves este cierre de las fiestas patrias, con ese movimiento de estudiantes de secundaria al que se le está imponiendo la bandera partidaria?

Yo lo que digo es que el proyecto de Ortega fracasó, en todo caso, de anteponer la bandera roja y negra como símbolo nacional. Ahorita tenemos un triunfo de que la bandera azul y blanco, en todo palmo del país, se ha enarbolado.  Dentro de los colegios creo que es una lucha constante, yo personalmente vengo de un instituto público donde se nos obligaba a enarbolar la bandera roja y negra dentro de las aulas de clase, el  Instituto Modesto Armijo Lozano. Era un colegio que se prestó al adoctrinamiento de Ortega, y en los desfiles yo era abanderado, llevando el pabellón nacional, pero por detrás venía la bandera rojinegra y también la bandera de la alfabetización.

Rosario Murillo, para lograr el poder, oculta la bandera rojo y negro en el 2007, luego saca las garras, y hoy vemos nuevamente que la bandera roja y negra crea todos los anticuerpos posibles en Nicaragua, y pretenden maquillar a la bandera azul y blanco. Sabemos que el uso es muy distinto. Nosotros tenemos una bandera azul y blanco que pide la paz, que pide que en Nicaragua reine la libertad,  y ellos, en todo caso, una bandera azul y blanco que esta manchada de sangre.

El movimiento estudiantil y el exilio

¿Cuál es el estado actual del movimiento estudiantil universitario, si las universidades públicas están prácticamente militarizadas y muchos lideres expulsados?  ¿Tiene presencia el movimiento estudiantil universitario, o están fuera de las universidades?

No tenemos la misma fuerza que al inicio de abril, obviamente porque hemos sido desarticulados por distintos factores: en lo externo está el proceso de forzados al exilio, otros encarcelados, otros expulsados; factores internos que hoy es necesario que, en la reorganización, esté también plantear que tenemos mayor capacidad de conocimientos técnicos y también ganar experiencia en el proceso de organización.  Es por eso que probablemente nos vean débiles, en la lucha de las universidades o en la presencia en la calle, que también impera la persecución.

Dentro de la Alianza Cívica yo puedo atestiguar que sí se nos respeta, las propuestas sí son escuchadas, se llevan a la mesa, somos un sector que se complementa con los demás y que tenemos un compromiso y una responsabilidad que la adquirimos, hasta hoy sigue siendo la misma, darle a Nicaragua la oportunidad de libertad, saborear la democracia, una incipiente democracia que vamos a construirla todos, y que en todo caso no vamos a permitir pactos ni arreglos de cúpula.

Dieciséis meses después del estallido de esta protesta en la cual los estudiantes universitarios encendieron la llama, ese movimiento que entonces no tenía organización, hoy tiene rostro, tiene líderes, que pueden convocar a la lucha. ¿Dónde están?

En algún momento también este movimiento se vio desarticulado por estos factores externos, la migración forzosa al exilio, el encarcelamiento, y también muchos que decidieron retirarse, digamos, del foco público.

Estamos en una fase de construcción de liderazgo y está consolidándose. Ejemplo de esto: Amaya Coppens, Byron Estrada, Nairobi Olivas, Max Jerez, Edwin Carcache, y Madelaine Caracas, que son visibles. En todo caso, el movimiento en sí no tiene la misma fuerza de los primeros días de abril.

¿Este movimiento es una fuerza política? ¿eventualmente, quiere ser un partido político?

Personalmente, soy creyente de que nuestro compromiso va más allá de los derechos estudiantiles, son derechos ciudadanos, porque yo viví esa frustración de que como jóvenes no tenemos oportunidad de empleo al salir, al terminar nuestra carrera, entonces es una frustración para todo estudiante, y si no tenés un aval político no podés hacer tus pasantías, entonces te genera, además de cansancio, frustración, y sobre todo decir –a qué hora termina esto. Nuestra lucha es para darle a Nicaragua:  desarrollo, que exista una paz, no es igual a la que promete Rosario, con la que nosotros queremos construir, y el bienestar para esos jóvenes. Así que, creo que el cambio del movimiento estudiantil, hasta el momento continuamos con esas demandas ciudadanas.

¿Cuál es tu apreciación del exilio en Costa Rica y Estados Unidos, esa otra fuerza política que está fuera de nuestra patria y que ansía regresar a Nicaragua?. ¿Hay condiciones políticas para el retorno de los exiliados?

El retorno no debe ser obligado sino voluntario y determinado individualmente. Un retorno masivo creo que saldría de las manos a todo aquel que lo convoque, porque no hay ambiente.  Es decir, si no se garantizan los derechos para los ciudadanos que están a lo interno, jamás para aquel que ha salido y se ha visto forzado.

Hay distintos tipos de exilio: aquel que está en condiciones muy precarias, aquel que se vio forzado a salir sin nada, y también aquellos que han llegado a ser recibidos por familiares que habían migrado anteriormente. El tiempo avanza, se prolonga la crisis, genera o desencadena la mayor crisis humanitaria. Hemos visto la solidaridad del exilio del setenta, del ochenta y del noventa, que necesariamente algunos fue por razones económicas y otros por razones políticas, y que se han visto muy solidarios con esta nueva ola, pues, de países de recepción como Costa Rica

¿Cuál es la condición particular de tu exilio y cómo evalúas las condiciones políticas que te permitirían regresar a Nicaragua?

Yo salgo de Nicaragua a cumplir una agenda, que la adelanto por el motivo de la persecución, entonces comienzo a desarrollar el trabajo de incidencia y denuncia a nivel internacional. Yo no formalizo un estatus migratorio en ningún país, porque mi sueño es volver, desde el día que salí, a Nicaragua.

Sé que las condiciones para mí no van a existir aún el día después sin Ortega, pero yo voy a tomar el riesgo y la responsabilidad. Decía su papá (Pedro Joaquín Chamorro), “cada quien es dueño de su propio miedo”, yo le añado, cada quien es dueño de sus propias responsabilidades.

Voy a retornar a Nicaragua por ese sueño, mi lucha sé que está a lo interno, para mí no es cómodo que me hagan ver como que me fui o dejé la lucha. En todo caso, no la he dejado, hasta el día de hoy continúo en ese proceso, trabajando con el movimiento universitario al que pertenezco, y también dentro de la Alianza Cívica, pero con la conciencia de que si yo regreso, no es a martillar el discurso de Ortega de que todo está normal, ni tampoco haciéndole la invitación a que otro regrese. Son responsabilidades muy individuales.


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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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