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General Avilés pone en riesgo al Ejército de Nicaragua

Al plegarse al régimen atará el futuro de la institución castrense a la suerte que corra el dictador Daniel Ortega, señalan expertos

Daniel Ortega con el general de Ejército, Julio César Avilés, durante desfile militar. Foto: Presidencia

Confidencial Digital

4 de septiembre 2019

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La noche de celebración del 40 aniversario del Ejército de Nicaragua ha traído una resaca que durará varios días —como mínimo—, dependiendo de los próximos movimientos de la jefatura militar. El discurso del jefe de las fuerzas armadas, general Julio César Avilés, plegándose incondicionalmente a los mandatos del dictador Daniel Ortega, ha sido calificado como “desafortunado” y “desatinado” por politólogos y exmilitares, quienes además consideran que el líder ha puesto en peligro el futuro de la institución castrense, al atarla a la suerte que corra el gastado caudillo sandinista.

Avilés le prometió al dictador que podía contar con el Ejército para “seguir en el camino de una Nicaragua con seguridad, estabilidad, desarrollo económico, prosperidad y en paz”. Palabras que para el general en retiro Hugo Torres son un “grave error”, porque el jefe castrense debía dirigirse a la “nación, al pueblo de Nicaragua, o en todo caso a los nicaragüenses”, y no a un “presidente acusado de crímenes de lesa humanidad y causante de las desgracias que ya sabemos”.

Torres comparó el mensaje de Avilés con los discursos partidarios que pronuncia en Venezuela, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, uno de los soportes del chavismo y quien fue condecorado durante el acto del 40 aniversario en Nicaragua. El militar venezolano fue sancionado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos en 2018.

“Con este tipo de posicionamiento político, el general Avilés se ubica en el selecto grupo de personas (funcionarios orteguistas) que podrían ser sancionados (por Estados Unidos), y expone de esta manera a una institución como el Ejército de Nicaragua”, manifestó el general en retiro.


En los últimos dos años, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos ha sancionado a nueve personajes del régimen, entre ellos a la vicepresidenta y primera dama, Rosario Murillo; el hijo de la pareja presidencial Laureano Ortega Murillo; el jefe de la Policía Nacional y consuegro de Ortega y Murillo, el comisionado Francisco Díaz. Hasta el momento, el único militar castigado ha sido el general en retiro Oscar Mojica, quien funge como ministro de Transporte e Infraestructura.

Inicio del declive

Para el politólogo nicaragüense exiliado en Estados Unidos, Félix Maradiaga, la historia de Nicaragua ha demostrado que el declive de los cuerpos armados en el país ha iniciado cuando se han plegado a los deseos del caudillo de turno. El último caso fue la dinastía de los Somoza y su Guardia Nacional, derrocada por una insurrección político militar en julio de 1979.

“Después de un año (del levantamiento cívico), (Avilés) decidió plegarse al discurso de Ortega. Pone en riesgo a la institución”, apostilló Maradiaga, exsecretario del Ministerio de Defensa.

En esa misma línea, Víctor Hugo Tinoco, ex vicecanciller durante la revolución sandinista, mencionó que en la tradición y cultura política nicaragüense, los ejércitos no sirven para quitar dictadores o gobiernos. “En Nicaragua, son las rebeliones populares las que botan a los dictadores, y allá el Ejército si condena su suerte a la del dictador, o si trata de mantenerse en posición de respeto a la Constitución”.

Foto: Presidencia

“El pueblo no le está pidiendo al Ejército que quite a Ortega o al Gobierno, el pueblo lo que le demanda al Ejército es que no sea cómplice de la dictadura, que sea apolítico y no partidista”, añadió el disidente sandinista.

General a la defensiva

En su discurso, Avilés acusó sin pruebas que “funcionarios de organismos no gubernamentales y otros” instaron a “leales compañeros para abrir la posibilidad de darle un golpe de Estado al Gobierno legítimamente constituido, lo que jamás haremos”.

En su cuenta de la red social Twitter, la exguerrillera Dora María Téllez, señaló que el jefe del Ejército estaba  a la “defensiva” e “inventando que unas ONG querían que dieran un golpe. Después de más de un año de silencio, ahora se lava las manos y amenaza a quienes critican al Ejército. Muy valiente con desarmados, pero muy calladito con los paramilitares”.

En otro tuit, la fundadora del Movimiento Renovador Sandinista (MRS), subrayó que “se le olvida al jefe del Ejército que los muertos han sido jóvenes y adultos, asesinados por las balas de los Ortega Murillo. Todavía sus familias esperan condolencias de su institución. Hay presos, miles de heridos, exiliados y perseguidos. Ninguno de ellos miembro del Ejército”.

El intento de un “fallido golpe de Estado” ha sido la justificación del régimen para defender la brutal represión y persecución policial y paramilitar que ha dejado más de 325 asesinados, unos 3 000 heridos, centenares de presos políticos y unos 70 000 exiliados.

Sin explicación

Maradiaga dijo que Avilés no podrá explicar por qué el Ejército se somete ahora al “discurso partidario” del supuesto golpe de Estado, cuando desde hace un año organismos nacionales e internacionales de derechos humanos descartaron con hechos esa teoría del régimen.

Mencionó que él como director del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (Ieepp) no se siente aludido por la acusación de Avilés, ya que “siempre hemos trabajado dentro de la legalidad”. El Ieepp es una de las nueve ONG que el régimen canceló y expropió sin justificación, a finales del 2018.

“Lo único que le hemos pedido al Ejército es que cumpla con su misión institucional”, afirmó el politólogo, en referencia a la solicitud hecha también por otros organismos de desarmar a los paramilitares orteguistas, que desde el año pasado intimidan, atacan, secuestran y asesinan a la población civil, bajo el resguardo de la Policía del régimen y la pasividad de la comandancia del Ejército.

“Si desarmar a los paramilitares, según el general Avilés, significa dar un golpe de Estado, eso quiere decir que la interpretación que hace de los paramilitares es que son una fuerza institucional, una fuerza del Estado”, comentó Torres.

Una lealtad personal

Para Tinoco, el discurso de Avilés trasluce una “lealtad personal hacia Ortega, más que una lealtad a la patria, a la Constitución o a las leyes del país”, que es una consecuencia de una lógica dictatorial del vetusto caudillo, quien desde inicios de la década ha “tratado de sustituir la lealtad del Ejército a la patria por una lealtad personal a él”.

En 2014, Ortega se otorgó la potestad —mediante una reforma al Código Militar— de mantener en el cargo indefinidamente al jefe del Ejército. Es gracias a este poder que Avilés cumplirá el próximo año, una década en el puesto.

“Hay problemas en el Ejército porque Avilés está repitiendo mandato por segunda vez, por voluntad de Ortega. Se ha convertido en un tapón de los mandos que deberían continuar ascendiendo”, señaló Tinoco, quien agregó: “Otra inquietud en los mandos intermedios es que no están de acuerdo que se condene al Ejército a la suerte de Daniel Ortega”.


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