27 de agosto 2019
Con el propósito de recuperar los colores azul y blanco de la bandera nacional que ha criminalizado, la dictadura orteguista ha ordenado a sus empleados y fanáticos colocar la enseña en cualquier lugar visible. Esta decisión, a juicio del coordinador general de la Alianza Cívica Carlos Tünnermann Bernheim, es un “triunfo” porque los ciudadanos han obligado al régimen a reconocer tácitamente que “la bandera (es) de todos los nicaragüenses”.
Desde la semana pasada, la azul y blanco es notoria en los espacios públicos y las instituciones estatales y otros poderes del Estado. Así como en patrullas policiales, los autobuses del transporte urbano colectivo de Managua y la flota vehicular del Estado.
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Durante una entrevista en el programa Esta Semana, Tünnermann afirmó que los ciudadanos autoconvocados usarán siempre la azul y blanco, pues aclaró que “no es lo mismo enarbolar la bandera de Nicaragua por amor a la patria, que hacerlo, como lo están haciendo ellos, por una orden de un partido político o por una instrucción del Gobierno”.
El exdiplomático y catedrático habló también sobre los planes de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, de la cual es coordinador general, de las futuras reformas electorales, y su vivencia como vecino de la pareja dictatorial, en el reparto El Carmen.
La Alianza Cívica anunció una reestructuración. ¿Cómo van a promover y lograr la unidad de todas las fuerzas de la oposición?
Consideramos que para lanzarnos a la tarea de promover una gran unidad nacional o una gran coalición nacional, primero teníamos que ordenar la casa. Eso significa tener una organización. Ahora tenemos una coordinación general, un consejo ejecutivo —que lo integran representantes de los ocho sectores que conforman la Alianza—, y un director ejecutivo a tiempo completo.
Ya habíamos elaborado nuestro plan estratégico de desarrollo, que implica la definición de nuestra misión, que es nuestra razón de ser, y de nuestra visión, que es nuestra aspiración hacia el futuro.
Tenemos varias organizaciones que han deseado formar parte de la Alianza, y ahora que ya tenemos esta estructura organizativa estamos en condiciones de iniciar estas conversaciones con estas organizaciones o asociaciones, que aunque no tengan personería jurídica, porque la misma Alianza no la tiene, vamos a trabajar para que se integren a la Alianza. Para eso necesitamos proponerles cuál es nuestra misión y visión para que la compartan, y al mismo tiempo, ir elaborando una especie de plan de nación.
La idea es fortalecer a la Alianza; y que luego la Alianza actúe como un agente catalizador de una gran coalición nacional, donde incluso puedan participar en el futuro partidos políticos. Todos aquellos que creemos realmente y con sinceridad en la democracia podríamos participar en esa gran coalición, porque ahora se trata de una lucha entre los que buscamos el retorno de la democracia al país y los que consideran que la dictadura debe permanecer en el poder y que se va a continuar a través de una sucesión dinástica.
¿Quiere decir que la Alianza se define ahora más como una plataforma de movilización y de propuesta política, y no solo de negociación con el régimen de Ortega?
Como en estos momentos no hay mesa de negociación, creemos que este es el momento —sin descartar que la mesa de negociación en algún momento reanude su trabajo— para trabajar en este sentido. De ir creando esa gran coalición. De tal manera que si se reanuda la mesa de negociación, la Alianza estará más fortalecida.
Estamos fortaleciendo la Alianza, dándole los instrumentos de trabajo para que pueda hacer esa labor, de incluso ir a visitar los territorios porque necesitamos proyectarnos unidos a los territorios, proyectarnos unidos en el exterior, porque en este momento en Nicaragua la orden del día es unidad. Unidad de objetivos y unidad de acción.
Los obispos en mayo de 2018 plantearon una agenda de democratización y justicia. ¿Qué queda de esa agenda? ¿Qué es lo que propone la Alianza?
De esa agenda quedan muchos temas, porque esa agenda que los obispos llevaron al señor Ortega, en realidad era una síntesis de lo que había surgido de la representación de la Alianza que estuvo en el (primer) diálogo nacional. Eran propuestas nuestras, que ellos ordenaron y dijeron: esto es lo que el diálogo nacional está proponiendo.
De tal manera que ahí retomamos, por ejemplo, el cese de la represión, la necesidad de reformas electorales profundas, en el sentido que necesitamos garantizar que en este país tengamos elecciones, como las pide la Carta Democrática Interamericana, que sean justas, libres y transparentes.
Siempre está en nuestra agenda la libertad de los presos que continúan secuestrados en las cárceles de Nicaragua, a quienes se les está achacando delitos comunes que no han cometido.
También el regreso de los exiliados al país, pero con condiciones de seguridad, que puedan regresar con la seguridad de que no van a ser objeto de represalias por parte del Gobierno.
En nuestra agenda, siempre están los temas de la justicia y de la democratización, que eran los grandes temas del (segundo) diálogo nacional.
Estamos planeando junto con un grupo de especialistas en temas electorales, una propuesta de reforma electoral, que vamos a presentar en un foro nacional, posiblemente la próxima semana o sino en los primeros días de septiembre, para que sea discutida con otros grupos de la sociedad civil; con los partidos políticos en un segundo foro, y que luego sea la gran propuesta consensuada que vamos a presentar como reclamo nacional, para que este país recupere la institucionalidad democrática, demolida por Ortega, y para que tengamos elecciones justas, transparentes y adelantadas.
Nosotros partimos de que en Nicaragua el país no resistiría ir hasta noviembre del 2021, aquí la economía va cada día agravándose más, el país está en una situación de crisis, aquí no está nada normal.
El hecho de que el Gobierno haya dado instrucciones a sus simpatizantes, a los ministerios, a las empresas del Estado, a las cooperativas de buses afines al Estado, que embanderen todos sus vehículos y todas sus oficinas para dar una imagen de normalidad; recuperando la bandera nacional, que ha sido el símbolo de los Azul y Blanco, o sea que la bandera azul y blanco ha triunfado, porque finalmente el Gobierno ya no la va criminalizar, como la venía criminalizando, sino que ahora reconoce que es la bandera de todos los nicaragüenses, aunque claro que ellos lo están haciendo, dijeron, para rescatar lo que nos arrebataron.
¿Puede ahora el movimiento autoconvocado marchar bajo la bandera azul y blanco, que el Gobierno está intentando recuperar?
Creemos que en septiembre, que hemos designado mes de la patria, porque fiesta, en realidad el país no está para fiesta porque seguimos siempre de duelo por los 328 muertos, los más de 2 000 heridos, los 120 presos que continúan en las cárceles, pero sí, creemos que si ellos han decidido que la bandera deja de estar criminalizada, vamos nosotros también a utilizarla. Pero hay una diferencia, no es lo mismo enarbolar la bandera de Nicaragua por amor a la patria, que hacerlo, como lo están haciendo ellos, por una orden de un partido político o por una instrucción del Gobierno. Hay una diferencia notable.
Nosotros vamos a seguir utilizando la bandera como símbolo de que cobija a todos los nicaragüenses, como la bandera que merece el respeto de todos los nicaragüenses.
¿Cuáles son los cambios que propone la Alianza sobre el tema electoral? ¿Cómo lo va a lograr si Ortega no quiere reforma electoral?
Los cambios máximos los vamos a exponer en el foro. Los mínimos pasan por el cambio de las autoridades del Poder Electoral. Desde la cúpula, que es el Consejo Supremo Electoral, así como también por los consejos electorales regionales, departamentales, municipales. La depuración del padrón electoral; un sistema de cedulación que garantice que no se van a repartir por motivos políticos; también vamos a establecer una serie de disposiciones que garanticen que los votos van a ser contados legítimamente, y que el resultado va a responder a la voluntad del pueblo nicaragüense, porque eso es lo que dice la Carta Democrática Interamericana.
Usted es vecino del presidente Ortega en el reparto El Carmen, que está rodeado de barricadas y policías, y por lo tanto es un testigo privilegiado sobre lo que le dijo Ortega a un grupo de norteamericanos de que Jesucristo y el pueblo lo protegen. ¿Usted se lo ha encontrado alguna vez en el vecindario, ha visto pasar sus caravanas de guardaespaldas?
Constantemente veo la caravana porque ponen las sirenas. Van dos Mercedes Benz blindados, camionetas de la Policía adelante y camionetas de la Policía detrás, motocicletas a los lados; en fin, un tren de seguridad y protección que ninguno de los Somoza utilizó en 30 años que estuvieron en el poder.
Por eso anda circulando, algo que me parece gracioso: ¿Por qué no acepta una invitación del pueblo de Monimbó para que vaya allá sin escolta a recorrer Monimbó, ya que el pueblo lo va a proteger? Que vaya a Monimbó y haga la prueba, para que demuestre que es cierto lo que dijo.