29 de julio 2019
Este domingo, la organización Hagamos Democracia (en su calidad de integrante de la Unidad Nacional Azul y Blanco), organizó un conversatorio con personas exiliadas en Costa Rica y miembros de la Alianza Cívica y de la Unidad Nacional.
Fui invitado al panel compuesto por varios otros invitados, entre los que estábamos Violeta Granera, Edwin Carcache, Juan Sebastián Chamorro, Medardo Mairena, Mónica López, Ana Quirós, Max Jerez, José Pallais, Mario Arana y Luciano García (espero no se me olvide nadie). A continuación expongo resumidamente la evolución de esa actividad, que fue bastante complicada:
Al inicio de la reunión, ingresó un grupo de exiliados sumamente molestos porque no habían sido invitados. Exigieron estar presentes al tiempo que decían no sentirse representados por la Alianza.
Luciano García, presidente de Hagamos Democracia, tratando de conciliar les explicó que se disculpaba con ellos, pero que la invitación era limitada porque la capacidad del salón era de 120 personas. Después de una acalorada discusión, que estoy seguro han visto en las redes sociales, Luciano habló con la gerencia del local para que aceptaran que se sobrepasara la capacidad original del local.
Fue así que se dio inicio a la actividad, a través de una larga sesión de preguntas y respuestas. En total quedaron en el local más de 300 personas.
Las preguntas y fuertes reclamos por parte de un grupo de asistentes, giraron alrededor de los siguientes temas:
*Exigencia de un paro nacional y plan de desobediencia civil.
*Plan de emergencia para atender las necesidades de alimentación, salud y empleo de los exiliados.
*Un plan para el retorno seguro de los exiliados.
*La conformación de una representación formal y democráticamente electa de los exiliados en Costa Rica. Varios asistentes dijeron no sentirse representados.
*Más unidad de la oposición.
*Representación de otros sectores en la mesa de negociación (por ejemplo, campesinos y madres de víctimas).
*Reforma electoral.
*Elecciones primarias para escogencia de candidatos y candidatas.
*Elaboración participativa de un plan de nación, etc.
(De seguro se me escapan algunos temas).
Es claro que la comunidad de exiliados en Costa Rica está muy indignada y con enormes necesidades que no han sido satisfechas. Quiero ser el primero en admitir que no hemos podido dar una respuesta adecuada a los hermanos exiliados. Por ello comprendo el tono de enojo y de reclamo por parte de una buena parte de los asistentes. Se dieron, sin embargo, otros incidentes de violencia física entre los exiliados, que nos indican lo mucho que aún debemos trabajar para construir una cultura de civismo y democracia.
Por casi tres horas se hizo el esfuerzo de responder con transparencia. Sin embargo, la reunión finalizó abruptamente cuando dos pequeños grupos de asistentes empezaron a discutir entre ellos por diferencias internas que no comprendí bien. La discusión terminó de una forma lamentable, cuando algunas personas de la audiencia se fajaron a golpes entre ellas mismas. La situación no pasó a más, pero dejó un sabor muy amargo.
Siento tristeza al ver violencia entre los mismos hermanos exiliados. Comprendo el nivel de tensión que se vive en Costa Rica, pero nada justifica el uso de los puños cuando deseamos construir una nación en libertad.
A pesar de ese episodio amargo, reitero el compromiso de continuar haciendo el máximo esfuerzo humano desde mis pequeñas trincheras, para lograr una pronta salida de la dictadura, que es el verdadero adversario. No vamos a descansar hasta ver a Nicaragua libre.
¡Que Dios bendiga a Nicaragua!