13 de julio 2019
Este sábado 13 de julio se cumple un año del ataque armado contra el recinto universitario Rubén Darío de la UNAN-Managua y la parroquia Divina Misericordia, aquellas 19 horas de incertidumbre, miedo, desesperación, frustraciones y dolor. Horas que culminaron en el asesinato de dos jóvenes, decenas de heridos, cientos de nicaragüenses con un trauma muy fuerte y el sufrimiento de miles de compatriotas que siguieron la noticia minuto a minuto dentro y fuera del país; a un año de la despiadada y cobarde acometida, la UNAN-Managua no cayó y la resistencia universitaria no claudica.
El RURD (recinto universitario Rubén Darío) permanecía tomado desde el día siete de mayo de 2018 como método de protesta pacífica que las y los estudiantes de dicha institución emplearon para expresar su descontento por el actuar del actual Gobierno, las violaciones a derechos humanos en todo el país y el irrespeto a la autonomía universitaria que llevaron a cabo las autoridades de las instituciones de educación superior como la rectora Ramona Rodríguez y el movimiento “estudiantil” político partidario UNEN de la mano de su mayor representante, el señor Luis Andino.
Gerald Vázquez, una vida entre el son de marimbas y las trincheras
Durante todo el tiempo que las instalaciones de la universidad permanecieron tomadas por jóvenes protestantes, sufrieron múltiples ataques armados que atentaban contra sus vidas y cuya intención era lograr que abandonaran el recinto; en esos intentos, los paramilitares y efectivos policiales orteguistas también asesinaron a los jóvenes Shester Chavarría e Isaías Portocarrero, además de herir y secuestrar a muchos otros, creaban noticias falsas y lograban infiltrar personajes afines al gobierno dirigidas a cometer acciones para desprestigiar la protesta pacífica.
Todas y todos los jóvenes que se encontraban dentro de este recinto, abandonaron su estilo de vida, sus estudios, trabajos, familia, vida social y decidieron sumarse a una manifestación que expresaba el sentir de miles de estudiantes que ya querían poner un alto al proselitismo en la universidad y la mofa de la autonomía de la que se supone debería gozar la institución; se fomentó la unidad, la organización, el compañerismo y la búsqueda de soluciones a problemas poco convencionales, juntas y juntos sobrevivieron a las brutales acometidas y demostraron que la lucha por las libertades cívicas no se libra unicamente con armas en la mano.
Entre la tarde y noche del día 13 de Julio y mañana de 14 de Julio, todas las personas que se encontraban dentro de la universidad y la parroquia, incluyendo a universitarios, jóvenes estudiantes de secundaria, madres y padres de familia, defensoras y defensores de derechos humanos, miembros de la parroquia, miembros de la sociedad civil y periodistas independientes vivieron horas muy largas de terror en las que uno de los principales sentires era la inminente muerte, por que con esa intención se mostraron los esbirros armados: ¡La intención era sacarnos, vivos o muertos!
El grito de “médico, médico” es uno de los sonidos que aun suenan en nuestras constantes pesadillas, al saber que otro hermano había sido herido y que las probabilidades no jugaban a nuestro favor; ese mismo grito, que sonó por ultima vez cuando ingresaron al Chino a la casa cural con ese impacto de bala, que le arrebató la vida a nuestro hermano, a Gerald, quien fue atendido a pesar de todas las limitaciones, aunque los esfuerzos no resultaron positivos; ese grito que no alcanzamos a escuchar cuando dijeron “le dieron al Oso” y Francisco ya no tenía signos vitales, a todos los involucrados nos invadió el sentimiento de culpa por no haber si quiera intentado salvar al chavalo; quizá es la primera vez que lo digo, pero la culpa me atormenta.
Cuando ya se había declarado la muerte de Gerald “El Chino” Vásquez se escuchó un silencio ensordecedor, seguido del grave y extendido grito de “noooo, el chino no” del líder del portón de “la DM”, el Padre Raúl salió a hacer un rezo por la vida de nuestro hermano, se escuchaba el llanto de todas las personas que le conocían, los periodistas presentes haciendo su trabajo, pero entre uno que otro momento, se escapó una lágrima de nuestro amigo periodista José Noel.
Al caer la mañana, el ataque había finalizado pero ni una persona en la trinchera cantó victoria -porque sí, estábamos vivos, pero no estábamos todos- , llegó la Mamá de Gerald, y a pesar de haber perdido al amor de su vida, ella nos brindó fuerzas para asimilar que acabábamos de sobrevivir a lo que posiblemente es uno de los ataques más despiadados ejecutados por la perfidia orteguista; el himno nacional sonaba entre lamentos, dirigido por los jóvenes del portón seis , quienes se despedían de Francisco “El Oso” Flores -junto a ellos, toda la trinchera- , los abrazos y las sonrisas sigilosas estaban presentes por montón, los agradecimientos y el amor estaba de sobra, pero lo cierto es que aún no se asimilaba lo recién vivido.
Llegaron los vehículos, nos iban a trasladar a Catedral, estábamos listos para irnos y uno de los chicos “4-20” andaba jugando con un desodorante en spray diciendo “ hagan fila, no nos hemos bañado pero no andaremos hediondos”, continuábamos abordando los vehículos y un grupo de paramilitares ‘como si se tratase de un ritual enfermizo de victoria- nos apuntaban y saludaban con sus armas en mano desde dentro de las instalaciones de Claro; empezamos el camino rumbo a la Catedral de Managua en una caravana de vehículos, toda la gente de los alrededores salió a aplaudirnos y sacar sus banderas, ellos también vivieron esas horas de terror con nosotros , la cínica policía nacional en los semáforos de Villa Fontana y las personas que se movilizaron en caravana hacia los alrededores para apoyarnos moralmente empezaron a resguardar la caravana y a darnos acompañamiento hacia nuestro destino final; ya en catedral, pues toda la cobertura de medios pudo documentar lo sucedido.
La trinchera de la UNAN significo más que solo las personas que estaban dentro del recinto, significó cada madre y padre, cada persona que llevaba una bolsa de pan o una gaseosa, cada tuit o post en Facebook, cada toque de música, cada video en apoyo, todas y todos los nicaragüenses estuvimos en la UNAN y eso es lo que más hirió el ego del tirano Ortega; el mayor enemigo de Daniel no es el pueblo, es sentirse totalmente abandonado y su soledad es cada día más evidente.
A un año de esta oscura fecha, con traumas no sanados y mucho que contar, toda Nicaragua (principalmente el sandinismo) debe estar consciente que nos sacaron del recinto, asesinaron a nuestros hermanos y expulsaron a nuestros compañeras y compañeros pero la UNAN-Managua no cayó.
Shester Chavarría, Isaías Portocarrero, Francisco Flores y Gerald Vásquez….. ¡PRESENTES!