18 de junio 2019
El peor día, de los 392 que pasó encerrado en la cárcel, para Glen Slate fue cuando llevaron a su hija a visitarlo. "Recuerdo que llegó, me abrazó y me dijo: 'Papa, vámonos a la casa'. Yo solo le respondí que estaba trabajando y que no podía irme todavía", recuerda. Su compañero de celda y amigo, Brandon Lovo dice que la peor tortura que vivieron "fue el encierro".
Estos dos jóvenes creoles fueron condenados por la justicia orteguista, acusados de asesinar al periodista de Bluefields, Ángel Gahona, el 21 de abril de 2018, mientras transmitía por Facebook Live el ambiente en la ciudad costeña tras una manifestación. Ambos jóvenes insisten en su inocencia.
"Todo el mundo sabe que fueron los policías los que cometieron ese asesinato atroz", dice Brandon. Mientras Glenn agrega: "fueron ellos y nos acusaron porque se querían lavar las manos con nosotros".
A pesar de estar encarcelados en la Cárcel Modelo, lejos de Bluefields, aseguran que siempre confiaron en que saldrían del encierro. Ambos fueron excarcelados el pasado 11 de junio junto a otros líderes de la protesta cívica en Nicaragua.
"No pudimos ser nosotros"
Los jóvenes relatan que, en el momento que asesinan a Gahona, ellos estaban junto a otros amigos cerca de un restaurante, a cuadra y media de la Alcaldía de Bluefields.
"Nosotros escuchamos el disparo, pero nunca supimos que había pasado. En ese momento nosotros nos movemos del lugar, pero mientras vamos caminando sentí un dolor terrible. Llamé a Glen y le dije: ¡me pegaron!", relata Brandon.
Relatan que una ambulancia que pasó por la zona se negaba a trasladarlo, pero cuando Glen suplicó por su amigo se lo llevaron. "Fue hasta que estaba en el hospital que escuché que habían matado a un periodista y tiempo después llevaron su cuerpo y supe que era Ángel", explica Brandon.
Recuerda que se sintió impactado porque él había estudiado con Ángel, el hijo mayor de Gahona, y "era un periodista muy conocido y querido". En el hospital permaneció siete días en observación tras el disparo que recibió. Nunca imaginó que días después lo culparían de ese asesinato.
Sin pruebas
Estos jóvenes afrodescendientes, amigos desde la infancia, fueron acusados por la Fiscalía de asesinar al periodista con un arma hechiza. Ellos insisten en que quizás su única "culpa" es haber estado cerca del lugar en el que permanecían varios manifestantes y en un perímetro donde solo habían policías rodeando a Gahona.
"Nunca disparamos nada, nos agarraron a nosotros para decir que tenían unos culpables y poder lavarse las manos, pero todos sabemos la verdadera cara de la Policía, que son unos asesinos", expresa Brandon.
Aunque la Fiscalía no logró determinar con precisión su culpabilidad, Brandon y Glen fueron condenados a 23 y 12 años de cárcel. Lejos de sus familias fueron procesados y condenados en Managua, a pesar de que la misma familia de Gahona defendió su inocencia.
Glen relata que fue apresado el dos de mayo de 2018 cuando estaba con unos amigos jugando en una cancha. En la estación de Policía de Bluefields no le quisieron decir por qué lo apresaban. "Es por un caso especial de Managua", recuerda que le dijeron tras su insistencia.
"Fue hasta medianoche que unos policías de Managua me llegaron a interrogar y yo me quedé asustado cuando me empezaron a culpar de la muerte de Ángel Gahona", dice.
Tres días después capturaron a Brandon cuando iba a visitar a su hermana. "Me retuvieron, me revisaron… me empezaron a decir que les entregara un arma, que después me soltarían. Les dije que fueran a revisar donde quisieran, porque no iban a encontrar nada", explica.
El temor tras salir de prisión
Tanto Brandon como Glen expresan haberse sentido agradecidos con la familia de Gahona porque siempre creyeron en su inocencia.
"Nos sentimos bien al saber en que elos confiaban en nosotros, y en que sabían quiénes eran los verdaderos culpables de ese crimen", insiste Glen.
Brandon y Glen permanecieron casi trece meses en prisión, por un delito que no cometieron. Y mientras ellos intentan retomar su vida, el asesinato del periodista Ángel Gahona continúa en la impunidad, al igual que todos los delitos de la matanza orteguista, que dejó 325 muertos, y que la dictadura pretende desterrar al olvido con su ley de autoamnistía.
Brandon espera volver a estudiar y Glen espera encontrar trabajo. Sin embargo, ambos tienen temor de que los vuelvan a encarcelar o que les inventen un nuevo delito.
"Con ellos nunca se saben, porque nos pueden volver a querer meter presos o inventarnos cualquier nuevo delito", dice Glen. "Nada será como antes, porque ahora vivo con miedo de que me metan preso o que me hagan algo", agrega Brandon.