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Muerte en los calabozos

El orteguismo sigue el crimen impúdico de lesa humanidad, y también, la irracionalidad terrible que se apoderó del somocismo al momento de colapsar

Fernando Bárcenas

21 de mayo 2019

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Reo político es una categoría jurídica que en el derecho romano se aplica a quien es acusado de un delito político o que cumple una pena por tal motivo. Preso político, en cambio, se aplica a quien está detenido, lo que en una dictadura da lugar a que en esta categoría se encuentre alguien secuestrado por fuerzas afines al régimen, o sometido a torturas o a vejaciones en calabozos de tormento, obviamente, al margen de la ley.

Con esta distinción, no podríamos cuantificar la cantidad de presos políticos asesinados en las mazmorras o centros de tortura de todos los regímenes dictatoriales que hemos padecido. Son miles los casos como el de Báez Bone, o de David Tejada, éste último muerto en las salas de tortura de la Loma de Tiscapa. Ni es posible saber la cantidad de desaparecidos por obra de las fuerzas tenebrosas que auxilian a las dictaduras en la eliminación de adversarios.

Pero, refiriéndonos a los reos políticos, condenados o en trámite de juicio, solo recuerdo cinco casos de ejecuciones por vías de hecho (aunque hago la salvedad que pudiera haber otras ejecuciones que se me escapan). Esta es parte de nuestra tragedia histórica en la lucha por la libertad

Las ejecuciones de reos políticos

El primero de ellos, es el de Luis Scott y Rito Jiménez, prisioneros en la Aviación, asesinados en el mismo penal, en 1947, durante el golpe de Estado de Somoza al doctor Argüello.


El segundo caso, fue la ejecución, a manos del coronel Carlos Silva, de Jorge Ribas Montes y de Luis Morales, implicados en la rebelión de abril de 1954 en contra de Somoza. En octubre de 1956, por instrucciones de Luis Somoza, fue sacado Ribas Montes de la Casa de Piedra en el Campo de Marte, donde estaba recluido, y llevado a las 2:00 a.m. rumbo a la quinta El Mango, carretera al Tránsito. Este combatiente de origen hondureño, mientras era trasladado en la camioneta de la guardia, comentó en voz alta: esto me huele a chamusquina. Sí, le dijo Silva, es una chamusquina. Y Ribas Montes, dueño de un temple excepcional, comenzó a tararear una canción. Llegados a la quinta, Silva lleva a Ribas Montes a un cerrito, y le deja ir un tiro en la parte de atrás de la cabeza. Ribas Montes no cae, y Silva le deja ir un segundo tiro, siempre atrás de la cabeza, y Ribas Montes tampoco cae. Aterrorizado, Silva pasa hacia el frente y le dispara en medio de los ojos. Y Ribas Montes, de 37 años, cae muerto.

El tercer caso, es el que La Prensa tituló “noche de hienas en la Aviación”, el 18 de mayo de1960. Los Somoza, por intermedio de algunos guardias del penal les montaron una celada a Cornelio Silva, Edwin Castro y Ausberto Narváez, condenados a quince años de prisión que cumplían en las cárceles de la Aviación. Les hicieron creer que los custodios estaban complotados para dejarlos escapar. Al punto, que hicieron llegar a la celda de Cornelio Silva una pistola calibre 22. Una vez en los patios de la cárcel, fueron destrozados con balazos de todo calibre. El rostro de Edwin Castro fue mutilado a tiros, y los guardias se turnaban para darles patadas en el rostro a los caídos. Se dice que Somoza acudió a dispararles en venganza porque estos prisioneros habían participado en el complot para ajusticiar a su padre que, para todos los efectos, en realidad ejecutó en solitario Rigoberto López Pérez.

A este tipo de ejecuciones en la prisión se le conocería como ley fuga. Y, ante la conciencia ciudadana, que sabe que un prisionero está inerme, a merced de sus captores, pero, protegido por las convenciones internacionales aun en una confrontación bélica, volvería intolerable la cobardía de la dictadura.

El cuarto caso, es el del joven Ajax Delgado, miembro de juventud Patriótica, de 19 años, que había puesto una bomba de niple en Casa Pellas. Fue asesinado el 5 de septiembre de 1960 en las cárceles de la Aviación. Hecho que La Prensa tituló “amanecer trágico en la Aviación”. Es otro caso de ley fuga. Ajax pensó que el custodio, al que había dado considerable dinero con ese fin, le ayudaría a fugarse durante la madrugada. Al momento convenido, mientras el custodio lo tomaba de mira, le dijo: “te estaba esperando chelito”, y al instante que Ajax atravesaba sigilosamente el patio de la prisión le disparó un balazo de Garand en la cabeza. Su cadáver fue tirado por la guardia en un predio vacío cerca de la casa de sus padres.

El caso más irracional

El quinto caso, el más irracional de todos, ocurre en la cárcel Modelo, el 16 de mayo de 2019, bajo la dictadura de Ortega. A las 2:30 p.m., los custodios, luego de manifestar que los prisioneros políticos los tienen hartos con sus cantos de protesta y por entonar el himno nacional, al momento de decirles que les tenían ganas, disparan con AK-47 a los reos políticos de las galerías 16-1 y 16-2, que estaban dentro del perímetro, tras el portón del penal. El policía apodado “la Cobra”, de la Dirección de Operaciones Tácticas, acierta al prisionero norteamericano Eddy Montes, de 57 años, con un disparo de AK-47 en la parte izquierda baja de la ingle. Montes moriría desangrado a los pocos minutos. Mientras al resto de reos les rociarían gas lacrimógeno y gas pimienta. Luego, 300 antimotines golpearían con bastones y tubos de hierro a los noventa reos puestos de rodillas, rompiéndoles a diecisiete de ellos la cabeza, brazos y costillas, y les rociarían gas pimienta en los ojos, boca, testículos y ano, gritando victoriosos por la hazaña cometida: “somos los cachorros de Ortega”. Y todo lo anterior, frente a decenas de testigos y durante una visita al penal del Comité Internacional de la Cruz Roja.

Este crimen, por supuesto, involucra de manera directa al alcalde de la prisión. Y por su ejecución irracional, sin motivo aparente, por el crimen ostentosamente descarado, sin reparo alguno, no tiene precedentes en nuestra historia. Es parte del caos mental del ¡vamos con todo!

En las postrimerías del somocismo, luego del bombardeo de las ciudades y de las operaciones limpieza, cuando los guardias asesinaban a sangre fría a los jóvenes que encontraban en las casas bajo asedio, adoptaron una actitud similar de anarquía criminal que culminaría con el asesinato irracional del periodista norteamericano Bill Stewart, corresponsal de guerra de ABC News. Asesinato a sangre fría que al transmitirse en vivo por todas las agencias de noticias influiría decididamente para que Somoza perdiera todo apoyo en el Congreso y en el Senado estadounidense.

En un futuro juicio ante un tribunal internacional, el Comité Internacional de la Cruz Roja deberá testificar sobre este crimen ocurrido contra prisioneros desarmados en la Modelo, a la luz del día, con premeditación y alevosía. Esta acción irracional, que se conoce en sus mínimos detalles antes que pasaran 24 horas, por declaraciones y fotografías filtradas desde la Modelo, solo es posible cuando hay un proceso acelerado de descomposición criminal, porque se sabe que en un Estado absolutista reina la impunidad para los partidarios de Ortega, en una situación de crisis terminal.

En todos los casos de ley fuga, durante la dictadura somocista, se conoció el nombre de los guardias que cargaron directamente con el crimen. Y éstos fueron sometidos a un juicio aparente, para desaparecer después en el anonimato. Ahora, con Ortega, cuando la apariencia de normalidad jurídica ha saltado por los aires, junto a la inestabilidad hay un pesado velo de impunidad que cubre a este régimen por encima de la ley.

Contexto político del crimen en La Modelo

Ortega está a la defensiva estratégica luego de la masacre de abril del 2018 y del resto de crímenes de lesa humanidad que ha cometido. Si bien no toda crisis económica conduce a una crisis política, debido a que una sociedad democrática responde con cierta flexibilidad en las esferas del poder para evitar una crisis simultánea en este terreno, toda crisis política, originada en la falta de flexibilidad, da lugar a una crisis económica espontánea por el riesgo asociado a la falta de confianza en el régimen anacrónico.

De manera que Ortega enfrenta, simultáneamente, una crisis política y una crisis económica en aumento, que su torpeza agrava continuamente. Para reducir la polarización, Ortega, de mala manera, finge negociar la salida urgente de los presos políticos, y aparenta sin éxito que ofrece cierta apertura de las libertades democráticas. Sin embargo, a punto de recibir mayores sanciones económicas y políticas si en la mesa de negociación no reduce su poder absolutista, Ortega ejecuta el crimen de la Modelo contra los reos políticos.

Cada vez más, el orteguismo sigue no solo el crimen impúdico de lesa humanidad, sino, también, la irracionalidad terrible que se apoderó del somocismo al momento de colapsar.

*El autor es ingeniero eléctrico.

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Fernando Bárcenas

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