15 de mayo 2019
La excelencia académica de María Alejandra Centeno, de 20 años, no evitó que las autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua) la expulsaran por “falta grave”, aunque su único pecado fue participar en las protestas cívicas de 2018. A la joven capitalina le faltaba un año para culminar sus estudios de la carrera de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales.
Centeno no esperaba esa reacción de las autoridades de la UNAN-Managua, aunque reconoce que dentro de las universidades se vive en una “dictadura”, que echa a los que piensan distinto. “No toleran las críticas a un sistema autoritario”, sentencia la joven en una entrevista al programa Esta Noche.
“Cuando salí a protestar en abril no pensé que me iban a expulsar, si mentalicé que podía tener dificultades dentro de la universidad por unirme a las protestas. En el contexto de la toma de la universidad, empezaron los rumores de que había una lista de estudiantes que iban a expulsar, yo sentí que mi nombre podía estar en esa lista”, comenta la estudiante, quien añade: “Me pegó muy duro que me expulsaran porque me estaban despojando de cuatro años de esfuerzo y de disciplina, y no solo de esfuerzos míos sino de mi familia”.
La joven afirma que ella volvería a las aulas de clases, si la UNAN “reconoce” su error y reincorpora a los estudiantes expulsados. “Nunca debí salir de la universidad, a mí no me expulsaron por falta disciplinarias o bajos rendimientos, a mí me expulsaron por discriminación política”.
UNEN aplasta a líderes
Centeno tenía un promedio que sobrepasaba los 97 puntos y ganó en un par de ocasiones un concurso de ensayo político. Antes de abril, su vida transcurría de su casa a la UNAN-Managua y viceversa. “Era una chavala normal, que iba a clases de una a seis de la tarde y que se peleaba por alcanzar en la ruta, porque sino me tocaba esperar hasta las siete de la noche. Me limitaba a estudiar y tratar de sacar buenas notas”.
De bajos recursos económicos, la joven recuerda que empezó a estudiar la carrera por “la idea de formar parte de alguna misión diplomática. No tenía una relación con la vida política del país, porque desde mi pequeño entorno, de mi realidad dentro de la universidad, sentía que los espacios políticos estaban muy viciados y ocurrían muchas cosas con las que no estoy de acuerdo”.
“La vida política con un enfoque estudiantil dentro de la UNAN solo la podés hacer como parte de la UNEN (Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua). El sistema está diseñado para que si vos querés ser un líder o desarrollar una iniciativa te tengás que integrar a las filas de la Unión Nacional de Estudiantes, y si vos te salís de eso, el sistema te va aplastar, UNEN te va aplastar, los maestros van a tomar medidas de represalias contra vos. Entonces, yo no quería tener problemas en clases, pero tampoco ser de UNEN”, relata la universitaria.
Revolución obsoleta
La capitalina, bailarina de danza y escritora en ciernes, no descarta en un futuro hacer carrera política. “No quiero dejar de participar en las tomas de decisiones del país, pero no quiero ser un político”, apostilla.
La joven reflexiona que “la política no es algo malo, y no le compete solo a los partidos políticos, a los gobernantes o a los políticos mismos, que son estas figuras que hemos construido alrededor de la corrupción y de la maldad”.
- Universitarios reclaman por participación de UNEN en congreso en Guadalajara
- Los atrincherados de la UNAN Managua: la rebelión contra UNEN por la autonomía
- Estudiantes en protesta: “UNEN no nos representa”
Centeno no tiene simpatía por ningún partido político. “Desde que llegue a primer año (en la UNAN) me enseñaron que el frente (FSLN) es el mejor partido de todos y que representaba a las clases más bajas. En los primeros años sentí que el frente era un buen partido, y creo que lograron que los estudiantes de primer año sintiéramos algún tipo de afinidad a este conjunto, pero después de tercer año, cuando empiezas a estudiar un poco mejor las cosas y a ver la realidad, te das cuenta que hay muchos vicios”.
“Más que desilusionarme, creo que entendimos que esta idea de la revolución estaba obsoleta. Vos no podés seguir justificando con la revolución, todo este entramado de corrupción, de tráfico de influencias, de poca transparencia, de manipulación, de poca institucionalidad en el país”.
Detención de amigos
Centeno participó en las protestas cívicas y en la toma de la UNAN-Managua, pero no fue capturada como sus compañeros de sección y facultad Yaritza Rostrán y Levis Artola Rugama, respectivamente, que fueron secuestrados y detenidos ilegalmente por siete meses. Ambos fueron excarcelados en marzo pasado.
Todavía guardan prisión otros amigos: Victoria Obando, que estudiaba en la Facultad de Humanidades y Ciencias Jurídicas de la UNAN-Managua; Byron Estrada y Nairobi Olivas, que son de León y se conocieron en una Asamblea de la coordinadora universitaria.
“Era muy dolorosa la situación de Yaritza y Levis. Durante estuvieron presos, pensé en ellos todos los días”, asegura la estudiante, quien confiesa que uno de los días más difíciles fue cuando comenzó el diálogo nacional. “Me estaba alistando para ir al INCAE y estaba viendo en la televisión cómo liberaban a presos políticos, pero no estaba ni la Yaritza ni Levis, entonces fui al diálogo sintiendo que teníamos una gran responsabilidad”.
Autonomía universitaria
La joven tenía una participación silenciosa en la lucha estudiantil. Sin embargo, en febrero pasado fue elegida como una de las asesoras de la Alianza Cívica, en las negociaciones con el régimen orteguista.
“Más que como asesor, que sugiere cosas, nos reunimos para tomar decisiones como sector estudiantil y construir de manera unánime nuestras propuestas y llevarlas a la alianza”, expresa la capitalina.
Detalla que la propuesta más reciente de los estudiantes fue la construcción de un protocolo de autonomía universitaria, que plantea “una reforma a la Ley de Autonomía, en el sentido de llenar los vacíos y poner límites a las autoridades y al movimiento estudiantil, que en algún momento pretenda la representación de los estudiantes”.
El protocolo de autonomía universitaria todavía será negociado con la delegación gubernamental en el diálogo nacional, que ha bloqueado las conversiones por su exigencia de suspender eventuales sanciones contra Nicaragua, aunque todavía no cumple los acuerdos alcanzados.
Centeno ha sido uno de los enlaces del movimiento estudiantil con el Parlamento Europeo. Su objetivo primordial ha sido explicarles la crisis de la autonomía universitaria. Miembros de la coordinadora universitaria se reunieron con una delegación de eurodiputados, que estuvo en el país en enero pasado.
“Es bien curioso porque la primera vez que yo miré a los europarlamentarios fue en una reunión a la que no estábamos invitados, pero nosotros consideramos que era muy importante que ellos tuvieran nuestra apreciación. Ese día le entregamos una carta a cada uno, donde le planteábamos la situación de los estudiantes, de las universidades, y de la dictadura en las universidades”, revela la joven.
Elecciones adelantadas
Considera que unas reformas electorales para lleven a unas elecciones adelantadas sería uno de los mayores triunfos del diálogo porque “es la posibilidad de que nosotros podamos volver a elegir y contar con una autoridad a la que podamos hacer todas las demandas y que nos pueda responder, porque Daniel Ortega no va a responder a ninguna de nuestras demandas y necesidades, simplemente porque no le interesa”.
Sobre si existe un límite de tiempo para esperar el cumplimiento de los acuerdos, Centeno manifiesta: “No se trata de darle todas las oportunidades al Gobierno, sino de seguir trabajando porque nos preocupa la situación de la gente. Si a ellos les importara la ciudadanía o el pueblo nicaragüense, no tuvieran a todas esas personas presas. Lo que nosotros podemos hacer es seguir velando porque se cumplan los acuerdos. Al final, el cumplimiento o incumplimiento se traduce en condiciones de vida para las personas”.
Amenazas de orteguistas
Su elección como asesora en el diálogo nacional ha traído retos para Centeno, quien confiesa que ha sido “un poco más difícil” de lo que pensaba. “Después de que nadie me conocía, empecé a recibir muchos mensajes y atender muchas más opiniones. Me dio mucha paz haber asumido tras un proceso de votaciones dentro de la coordinadora. Eso fue muy importante, que mis compañeros confiaran en mí para asumir esta tarea”.
Desde que asumió un rol de mayor visibilidad en la Alianza Cívica, la maquinaria del régimen lanzó una campaña de intimidación contra ella y su familia. “Lo primero que hicieron fue construir un plan para balearme la casa, pero nos enteramos y salimos a tiempo. Lo segundo fue llegarnos a decir que nos van a quemar la casa y seguir a mi hermano, que es un menor de edad. Por eso tuve que salir de mi casa, que ha sido una de las cosas más difíciles y es algo a lo que todavía estoy adaptándome”, relata.
Tras su selección, simpatizantes del orteguismo circularon en redes sociales una fotografía de la joven con manchas rojas, asemejando sangre, y con la leyenda: “traicionaste a los estudiantes. La sangre y la libertad ni se negocia ni se pacta”.
“(Esa foto) me dio tristeza porque si algo me preocupa y he querido evitar, desde lo poquito que puedo hacer, es el derramamiento de sangre”, menciona Centeno, quien reconoce que pensó en irse. “Podía hacer dos cosas: asustarme y no hacer nada, o asumir mi responsabilidad y hacer mi mayor esfuerzo para que mis compañeros lograran estar libres; Yaritza y Levis ya están libres, nos faltan la Victoria, Byron y Nairobi”.