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La fórmula orteguista: reprimir y mentir

Mentir, mentir, mentir siempre, es su divisa oficial.

Más de 60 personas fueron arrestadas esta tarde cuando trataron de unirse a la marcha convocada por la UNAB. Ciudadanos reportaron detenciones y agresiones.

Onofre Guevara López

30 de abril 2019

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Después de más de un año de crisis nacional transcurrido, las consecuencias más trágicas siguen siendo los crímenes de lesa humanidad cometidos por la  dictadura.  El siguiente mayor delito  de los dictadores, es tratar de justificarse siguiendo una idea fija, fundamental, de crear una realidad paralela sobre la base de la mentira.  Mentir, mentir, mentir siempre, es su divisa oficial.

Mienten, culpando de sus asesinatos a los autoconvocados, a los jóvenes de ambos sexos de entre quienes hicieron sus principales víctimas mortales, más las víctimas de su continuada persecución, de sus secuestros y sus torturas.

Mienten, al calificar como un “golpe de Estado” a la insurrección cívica, desarmada, de un pueblo cansado de doce años de ilegalidades, de corrupción y de engaños políticos.

Mienten, cuando hablan de negociar para alcanzar la paz, pero no cesan la represión con su Policía (émula de la GN), a la que suman elementos reclutados de entre la delincuencia común a cambio de impunidad para sus robos, los que cometen saqueando viviendas, llevándose objetos personales y dinero de los secuestrados.


Mienten, acerca de su respeto por un orden constitucional que empezaron a destruir, y siguen destruyendo desde el año 2000, cuando Daniel Ortega firmó el pacto politiquero con Arnoldo Alemán, para repartirse el control de los Poderes del Estado.

Mienten, desde el reinicio de las pláticas en marzo de este año, las que –como se sabe— se descontinuaron a partir del mismo día 16 de mayo del 2018, cuando la enfermiza vanidad de los dictadores no soportó los reclamos de sus renuncias, las que hicieron en su propia cara los muchachos, representando el sentir del pueblo.

Mienten, ante los relatos bien documentados de los expertos de antes de los sucesos iniciados en abril del 2018, donde revelaron la responsabilidad de los dictadores en la violación de la institucionalidad y los derechos humanos (sesión extraordinaria de la OEA, viernes 26/04/19).

Mienten, ante el informe de José Pallais (Alianza Cívica) desde Managua, sobre la violación de los acuerdos del 29 de marzo de parte del gobierno, causa del impase de las pláticas.

Mienten, ante la emotiva y extraordinaria exposición de Haydée Castillo (UNAB) en la OEA, que no dejó ninguna duda acerca de los delitos de la dictadura en perjuicio del pueblo nicaragüense y sus derechos fundamentales.

Hay interioridades junto a la represión y las burlas a los derechos ciudadanos dentro de este proceso de lucha y resistencia, que no se ven ni se oyen en las sesiones de la OEA, pues forman parte del folklorismo y la corrupción de la política criolla.

Por ejemplo, ¿quiénes son los encomenderos de la tarea de mentir por los dictadores, en las pláticas con la Alianza Cívica?

Son seis sujetos servidores públicos y agentes políticos de los dictadores, y su tarea complementaria en las pláticas no es solo firmar acuerdos para no cumplir, sino también mentir para prolongar las discusiones políticas como táctica para ganar tiempo, o para perder el tiempo, que es lo mismo, buscando su objetivo de seguir mandando más allá del 2021.

Ahora, abramos un paréntesis:

Pretenden seguir mandando, pero sin gobernar, porque el lapso que media entre hoy y el año 21, lo están ocupando en buscar cómo salvar lo máximo de la riqueza acumulada desde el poder, amenazada por las sanciones imperiales ya aprobadas, pero aún lejos de ser aplicadas. También lo hacen con otro fin: demostrar una fidelidad al orden constitucional que nunca han practicado.

En el caso de las sanciones, como pueblo, somos objeto involuntario de un juego geopolítico.  Por un lado, las presiones del exterior contra la dictadura favorecen la lucha popular, pero por otro lado, detrás de esas presiones asoma el interés imperial del monroísmo redivivo por Donald Trump.  Esto aleja la solidaridad de parte de los sectores progresistas y de izquierda con la lucha del pueblo nicaragüense, pero se la ofrecen a la dictadura orteguista.

Dentro de la complejidad de este momento histórico, está el hecho de que los dictadores atraen la solidaridad de esa izquierda sin merecerla, porque desde hace muchos años atrás ellos traicionaron las ideas revolucionarias, pero enmascarados con ellas. No es creíble que esos sectores de la izquierda se solidaricen con los dictadores Ortega-Murillo, porque desconozcan la realidad nicaragüense.  Lo hacen por su visión mecánica, sectaria y burocrática…cuando no se trata también de traiciones a los principios de la izquierda.

Cerramos el paréntesis.

Sigamos recordando que el guía de los seis encomenderos, es el canciller de los dictadores Denis Moncada, bien conocido en el ámbito de la OEA por decir y repetir las mentiras de los dictadores, sin que su pétreo rostro permita imaginar siquiera que pudiera ser capaz de mostrar el mínimo rubor.  Su incondicional apego a los Ortega-Murillo es tanta que pareciera de la familia, pero no pasa de ser solo un servilismo familiar.

El magistrado de la Corte Suprema, ahora de facto, Francisco Rosales Argüello, encabezó una espuria “sala constitucional” que declaró inconstitucional la Constitución Política, para abrir paso a las reelecciones ilegales de Daniel Ortega. Expulsado del FSLN, Rosales apareció infiltrado, al parecer, para ganarse su reintegro al orteguismo, en el primer gobierno de la UNO (1991) como ministro del trabajo, donde toda huelga obrera la declaraba “ilegal, ilícita e inexistente”.  De de ahí pasó a ser eterno magistrado en la Corte Suprema de la dictadura.

Con la historia de cuando Chicón Rosales, se encargó de violar el Artículo 147 constitucional que prohibía la reelección, queda al desnudo la mentira orteguista de proclamarse un amoroso defensor de la Constitución, para no adelantar las elecciones.  Eso compara a los orteguistas con los individuos que se dedican a explotar la prostitución femenina, y cuando denuncian su delito, se declaran ofendidos… ¡fingiendo ser defensores de la dignidad de la mujer!

El otro encomendero orteguista, Wilfredo Navarro, es campeón del transfuguismo: comenzó en el partido de Somoza, derrota este, se arrimó al Partido Liberal Independiente de Virgilio Godoy, traicionó a Godoy pasándose al partido de Arnoldo Alemán, y ahora, por el momento, está anclado en el partido de los Ortega-Murillo.  Fue también ministro en un gobierno de la UNO… ¡y lleva ya 27 años pegado a una curul de la Asamblea Nacional, y quiere más!

De los otros, uno es el curulero Edwin Castro (“mañana, hijo mío, todo será distinto”, le dijo su padre-mártir, pero ese “mañana”, que es hoy, Edwin ayuda a que sea peor).  Es el jefe de la bancada rebaño del orteguismo en la Asamblea Nacional.

El quinto encomendero, un señor de apellido Figueroa –más conocido por sus hermosas cejas que por revolucionario—, es el subjefe del rebaño de los dictadores en la Asamblea Nacional. Su  cúnica misión de ayudarle a Edwin a hacer cumplir la consigna a sus “mudos” colegas.

Y, el sexto encomendero, es un “joven” de apellido Andino, cuyo  currículo se limita a su condición de estudiante de varias carreras universitarias durante varios años, y por no salirse de las aulas, cumpliendo su función de “orejear” las actividades del estudiantado en las universidades estatales.  Como presidente del Centro Universitario oficialista, también ostenta una veteranía.

Con esa mezcla de oportunismo político, nepotismo, corrupción,  traición, mentira –y toda activada en las operaciones del orteguismo—, no quedó espacio para los principios revolucionarios. Y si algún principio hubiera quedado rezagado en la mente de algún orteguista, no debió de haber tardado mucho en asfixiarse dentro de tanta deshonestidad.

Una curiosidad final: a quienes se les escucha mentir a los medios de comunicación sobre las pláticas con la Alianza Cívica, es a Moncada y a Navarro.  Y no es porque los otros cuatro no sepan mentir, y si no hablan, es para ahorrar saliva, pues para mentir… ¡Navarro y Moncada le parecen suficientes!

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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