21 de abril 2019
A Guillermina Zapata le entregaron la sangre de su hijo este Viernes Santo. Fue un joven colochón, ágil y moreno quien le dio la bandera de Nicaragua manchada con la sangre de Francisco Javier Reyes Zapata.
El rastro de la sangre en el estandarte es más marrón que rojo, debido al paso del tiempo. Hace casi un año, el 30 de mayo de 2018, que el hijo de esta madre fue asesinado por francotiradores del Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
La sangre que manó de la cabeza de Reyes Zapata tiñó la bandera azul y blanco cuando el joven colochón, ágil y moreno recogió su cuerpo de los adoquines, para trasladarlo a una unidad móvil de primeros auxilios. Los videos y fotografías de ese día, cuando la dictadura Ortega-Murillo masacró en el día de las madres la “madre de todas las marchas”, muestran a Reyes Zapata siendo cargado sobre una motocicleta conducida por el joven colochón, ágil y moreno.
El cuerpo de Reyes Zapata —y su cabeza colapsada— se desplomaba de un lado a otro a merced de los acelerones y zigzagueos de la motocicleta, que esquivaba a la multitud horrorizada, gente que corría de las balas policiales y paramilitares. Reyes Zapata iba ya sin vida. Murió de inmediato. El disparo que recibió fue letal, como suelen ser las balas dirigidas por francotiradores a lugares críticos del cuerpo humano (cabeza, cuello y tórax). Esos impactos de gran calibre conducen casi siempre a la muerte. Cuando Reyes Zapata llegó al hospital Bautista, los médicos no tuvieron nada qué hacer más que tomar fotos para documentar el deceso violento, buscar alguna identificación en los bolsillos del cadáver para notificar a los familiares.
El joven colochón, ágil y moreno que quedó con la bandera manchada de sangre. Siguió a través de los medios de comunicación el sepelio de Reyes Zapata. Aunque no conocía al hombre de 33 años que rescató de los adoquines aledaños a la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), se enteró que era hijo de un policía activo, y que la madre, Guillermina Zapata, también asistió a la marcha del 30 de mayo. Él le quiso regresar a la madre la bandera manchada de sangre que Reyes Zapata ondeaba el día que fue asesinado. No pudo.
El joven colochón, ágil y moreno estuvo todos esos meses inmersos en las protestas y la resistencia en contra de la represión policial y paramilitar. Pero no perdió la bandera. En cambio la utilizó de estandarte para participar en las protestas y marchas venideras después de la masacre del día de las madres.
“Spider-man”
El joven colochón, ágil y moreno es conocido entre la resistencia azul y blanco como “Spider-man”, el hombre araña vandálico que sin mayores impedimentos se trepaba a las copas de los ‘Arboles de la Vida’ a colocar mecates y cintas para que los manifestantes, desde el suelo, los jalaran cuando eran talados.
“Spider-man” solía amarrarse la bandera manchada con la sangre de Reyes Zapata al cuello o alzarla en las manifestaciones cívicas. Este 19 de abril, en el primer aniversario del inicio de la masacre, que coincidió con Viernes Santo, el joven se trepó a la cruz de la Catedral Metropolitana de Managua a ondear la bandera ensangrentada y la bandera amarilla y blanca de la Iglesia católica, mientras las tropas antimotines reprimían y rodeaban el templo tras el Vía Crucis penitencial.
Al bajarse de la cruz, “Spider-man” se enteró que entre la multitud azorada de creyentes y manifestantes estaba Guillermina Zapata, sangre de la sangre del dueño de la bandera azul y blanco que tantos meses enarboló.
“Se la iba entregar cuando yo ganara esta guerra, pero hay la tiene. Es suya. Guárdela”, le dijo el joven colochón, ágil y moreno a la madre, quien desconsolada solo tuvo como respuesta un abrazo para “Spider-man”.
“Me sentí emocionada. Quería encontrarme con este muchacho que había recogido a mi hijo al momento que cae por la UNI”, relató Gullermina Zapata a CONFIDENCIAL. “Él (‘Spider-man’) iba con la bandera a todas las marchas. Nunca voy a la procesión de la Sangre de Cristo, pero este viernes santo me decidí porque es 19 de abril. Nunca pensé que me lo iba a encontrar. Él me dijo que se había prometido encontrarme y darme la bandera”, agregó.