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Microfinancieras nicaragüenses pierden 117 500 clientes

Empresas de microfinanzas con pérdidas de 29.5 millones de dólares en 2018, una disminución de -334% con respecto al resultado de 2017

Iván Olivares

10 de abril 2019

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Las empresas adscritas a la Cámara de Microfinanzas (Asomif) pasaron de tener un superávit de 12.6 millones de dólares en 2017, a pérdidas de 29.5 millones en 2018, es decir, una diferencia de -334%. Según datos de la directora ejecutiva de la Cámara, Sharon Riguero, las microfinancieras también “vieron caer sus pasivos en 19% en 2018”, lo cual equivale a casi 100 millones de dólares menos para prestar a sus clientes, que igual se han reducido debido a la crisis que afecta al país.

Cada año, al final del periodo, las empresas dedicadas al negocio financiero tienen que reportar resultados a sus accionistas, directivos, y proveedores de fondos. A estos últimos tienen también que enviarles el abono por los préstamos recibidos y en muchos casos, esos fondeadores deciden reinvertir el monto del abono y hasta suelen hacer nuevos aportes, cuando el mercado se ve sano.

Pero nada es igual en Nicaragua desde el 18 de abril pasado, y los proveedores de fondos lo saben. Por eso actúan “con precaución”, explica Riguero. “Quieren ver cómo se desarrollan los sucesos. Nos hacen preguntas. Están inquietos por la crisis, quieren saber cuándo se resuelve, pero nadie tiene esa respuesta”, agrega.

La reforma tributaria

Si la recesión y la crisis son preocupantes por sí mismas, las posteriores decisiones en materia económica tomadas por el régimen, agudizan esa angustia. “Les preocupa la reforma tributaria porque saben que esta es una economía débil, y que esas decisiones afectan a todas las empresas de cualquier nivel. La suma de todas esas variables ahonda la preocupación”, comenta.


A partir de eso, algunos, solidarios, mantienen invariable el monto de su inversión en Nicaragua, “pero otros están recuperando su dinero”. De ahí que la diferencia entre los montos que las empresas de microfinanzas han pagado a sus fondeadores, y los que estos decidieron no reinvertir en el país, se acerque a los 100 millones de dólares que mencionaba Riguero.

La afectación es mayor si se considera que “normalmente podía volver hasta el 120% porque el mercado estaba creciendo”, en referencia al hecho que los fondeadores enviaban de regreso a Nicaragua, el monto del abono recibido, y alguna partida adicional.

Del superávit a las pérdidas

El resultado directo de la crisis es “una caída significativa a nivel general”, en la que las empresas asociadas a Asomif perdieron el 22% de su cartera y el 21% de sus clientes, muchos de los cuales no están siendo atendidos, porque todos los sectores económicos se han visto afectados —unos con más rigor que otros— pero todos ven disminuidos sus ingresos”, explicó Riguero.

Ese 21% de disminución de un año a otro, suma casi 117 500 clientes, lo que significa un número mayor de familias que verán disminuir sus ingresos, en algunos casos, porque se autolimitan a seguir pidiendo préstamos, pues se sienten sin capacidad para pagar, explicó.

La disminución también ocurre porque las instituciones evalúan con más rigor a los solicitantes de crédito, “lo que los saca del sistema al ser más estrictos, y si hay menos recursos externos, se beneficia a los idóneos”, detalló Riguero.

En la situación actual, las empresas de microfinanzas parecen enfrentadas al dilema de tener que decidir qué es mejor para ellas: seguir prestando, aunque el riesgo de colocar esos créditos sea alto, o limitar los préstamos, autorizando solo aquellos que ofrezcan mayor seguridad de retorno del dinero.

La directora de Asomif no cree que las empresas deban elegir, pues, a su juicio, lo que tienen que hacer es “aplicar las dos variables: cuidar la capacidad de pago de los clientes, pero también el sobreendeudamiento, que sería de alto riesgo. Lo que no se puede hacer es cerrar el flujo de financiamiento, porque estrangularía a los clientes”, graficó.

Riguero explica que se pueden reducir los montos, “porque la salida no es cerrar el grifo por que su situación económica sea frágil, sino adecuarnos a sus capacidades. No se trata solo de garantizar que se recuperarán los préstamos —porque los clientes han demostrado que aun en condiciones adversas, cumplen sus compromisos— sino rediseñar el análisis, sin negarles el crédito”, matizó.


El riesgo de perder la oportunidad

¿Qué papel pueden jugar las microfinanzas en la labor de redinamizar la economía?

Toda crisis genera oportunidad, y varios que han perdido sus empleos formales, intentan reinventarse.

“La versatilidad del nica queda siempre a la vista, y eso puede ayudar a crecer. Nosotros tenemos el reto de seguir atendiendo a estas personas, para aumentar el mercado de trabajo para quienes buscan salir adelante con pequeños emprendimientos económicos, pero sin dejar de atender a nuestros clientes fieles”, asegura la directora ejecutiva de Asomif, Sharon Riguero.

La ejecutiva sostiene que la crisis ha impactado diferente a cada institución, pero su estabilidad y continuidad no depende de su tamaño, sino de sus niveles de eficiencia operativa, la capacidad de redimensionar sus estructuras, ajustarse a la crisis y revisar diferentes indicadores.

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Iván Olivares

Iván Olivares

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.

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