1 de abril 2019
A pesar de que estuvo encarcelado siete meses en La Modelo, el líder universitario y preso político excarcelado, Levis Artola Rugama, no perdió el sentido del humor ni la simpatía que lo caracteriza. Tampoco la rebeldía que lo motivó a involucrarse en la protesta contra la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
El “canciller”, como le llaman sus amigos, recibió el “beneficio” de régimen de convivencia familiar el 15 de marzo. Ese día salió del penal junto con 49 reos de conciencia. En San Dionisio, Matagalpa, celebraron su llegada.
Artola Rugama fue capturado ilegalmente el 25 de agosto en León, junto con cinco de sus amigos. Primero estuvo en la estación departamental de esa ciudad, luego fue trasladado a las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ) y diez días después fue llevado al penal de La Modelo. En todos estos lugares, sufrió maltrato físico y sicológico, pero estima que, comparado a lo visto en otros reos, él no se llevó la peor parte.
En esta entrevista, habla sobre las torturas en las cárceles, y se refiere al plazo de noventa días para la liberación de los presos políticos. “No se deben negociar los derechos constitucionales”, afirma.
El joven universitario estima que el preso político es como una “presa”. “Es ser una víctima más en un estado muy vulnerable y completamente riesgoso”, dice, y reclama la libertad inmediata y sin condiciones de todos los reos políticos, en rechazo al plazo de noventa días establecido en la mesa de negociación entre la Alianza Cívica y la dictadura.
¿Cómo fue tu llegada a la cárcel La Modelo y tu encuentro con los demás reos políticos?
El primer lugar donde estuve fue en los módulos, en la galería 16-1. No hacíamos nada, pero después nos llenamos de orgullo, de ser los actores que estábamos siendo, y decidimos comenzar a cantar el Himno Nacional. Por ello se me castigó y me trasladaron a una celda de castigo que estaba en una planta baja. Ahí estuve tres meses, obviamente no iba a dejar de cantar el Himno, tres meses lo cantamos, toda la noche, gritando consignas, cantando músicas patrias, y siempre con espíritu fuerte, rebelde. Después de estar tres meses en las celdas de castigo, nos trasladaron a máxima seguridad, también por rebeldía, fuimos rebeldes siempre, cantando el Himno, expresándonos, porque ahí, en esas circunstancias, para los reos y presos políticos es la ley del bozal, nadie habla, y si se habla, es lo que ellos quieren obligatoriamente.
¿Cuáles eran las condiciones en la celda en máxima seguridad?
Era una celda pequeña, posiblemente de dos metros de largo por uno y medio de ancho. Es muy pequeña, teníamos un camarote de concreto y un orificio en el que hacíamos nuestras necesidades. Había unos tragaluces que hicieron los albañiles, supuestamente para que entrara aire, pero no entraba nada. En ese lugar no teníamos luz, las puertas son herméticas, ahí no entra aire, en el día puede estar uno con un poco de claridad, pero ya para la tarde ya no hay claridad.
¿Cómo fueron las golpizas que recibiste vos y tus compañeros en La Modelo?
Para aclarar y ser muy sincero con todo el pueblo de Nicaragua, yo no sufrí tanto como otros lo hicieron, a mi parecer no se le dio visibilidad a las personas que debía dársele visibilidad, porque no es comparado lo que yo vi en otras personas. En León, cuando nos capturaron, fue una parte dura. Me golpearon a puño limpio, palmadas, empujones, patadas y me obligaron a estar debajo de todito el grupo. Se imaginan cuántas libras encima de uno. Nos golpearon, son personas violentas, personas crueles, que tienen un pensamiento paranoico, están muy a la defensiva, con mucho odio y rencor.
En el sistema penitenciario fueron toscos, bien brutos. A los funcionarios les hacen un trabajo político, les lavan el cerebro, y eso hace que esas personas actúen así, y me parece que ese sentimiento era causado por lo que estaba pasando, de que ellos se sentían a la defensiva y se sentían traicionados. También nos golpearon en las audiencias, cuando nos traían a las audiencias nos golpeaban, nos ofendían, siempre al golpe y a la patada con todo. En máxima seguridad intentamos hacer un motín, pero no se dio. Es que había problemas con los oficiales que nos pateaban las puertas, no nos dejaban dormir, son puertas metálicas, pero pateaban las puertas y solo eran estar ofendiendo, eso le crea a uno estrés, insomnio.
Después del motín que no pudieron realizar, ¿cuál fue el castigo que les impusieron?
Realmente fue una represalia, una de las más grandes. Sentí mucho más dolor de todo lo que nos había pasado antes, de las golpizas y las humillaciones. Lo que hicieron fue engrilletarnos de pies y manos hacia atrás, socado, lo que provocó que nos cortaran la circulación, se nos inflamaran las manos, se nos pusieran moradas, y eso además de los golpes y la posición en que estábamos, nos causó mucho dolor en todo el cuerpo, nos dolía todo, todo es todo, hasta las orejas.
Así pasamos desde la una de la madrugada hasta las once de la mañana, un tiempo largo, extenso. Fue una tortura. Estaba completamente desmayándome, gritaba, llegue a pedirle auxilio, porque no aguantaba y lo único que hacía era orar al Señor de que les tocara el corazón para que nos vinieran a aflojar un poco, pero no pasó. Fue algo frustrante, algo que nunca voy a olvidar. Siento completamente ruido en mi mente al ver a alguien con un reloj o una pulsera, es frustrante, yo pienso que eso me causó más problemas que los golpes y humillaciones que podría haber sufrido.
¿Cómo fue tu salida de la cárcel La Modelo?
Yo no sabía. Sí nos dimos cuenta, porque nos gritaban otros presos comunes que iban a liberar a 170 personas, pero no se sabía que de tantas personas yo iba a salir de ahí. A la una de la mañana llegaron a requisarnos con toda violencia, rápido y veloz a abrir la celda, y a sacarnos, a levantarnos. Me llevaron a un lugar, como iba desnudo, me dijeron que buscara una ropa en un montón de ropa vieja. Luego nos llevaron a otra sala, y ahí estuvimos esperando la mañana, y después nos hicieron firmar unos documentos que no vimos que era, pero percibí que era nuestra salida.
¿Qué opinás del cambio de régimen carcelario?
Es un fiasco, es un insulto el régimen carcelario para personas inocentes, para personas que han sufrido tanto, y no me refiero mucho a mí, sino a los demás. Es algo decepcionante porque verdaderamente, así como capturaron, secuestraron en un momento, bien pudieran liberar a todos y sin condiciones, sin estar poniendo condiciones.
¿Qué secuelas te han quedado luego de tu excarcelación?
He tenido bastantes problemas para acomodarme al ambiente, la luz me ha hecho mucho efecto, me ha golpeado la vista porque estaba en una situación de mucha oscuridad. También la misma presión que teníamos ahí adentro nos causaba que tuviéramos pocas ganas de comer, así que todavía no como mucho. También muchos dolores en las piernas, en los huesos, a veces producto de alguna golpiza que me dieron ellos, porque nunca golpearon en la cara, solo en el cuerpo.
¿Has recibido acoso de parte de simpatizantes sandinistas, Policía o paramilitares?
Sí, muchas amenazas, acoso. Actualmente mi familia tuvo serias amenazas, a mi mamá, que es una mujer que no se mete con nadie, muy cristiana ella, ha habido mucho acoso. Es una situación bastante incómoda, porque ellos están a la defensiva, tal vez desencantados o enojados, entonces es muy peligroso y ellos están armados.
¿Qué opinás sobre la negociación entre la Alianza Cívica y la dictadura?
La negociación no se debería de dar sin condiciones, condiciones de respeto, porque no se puede estar negociando por derechos humanos, los derechos humanos se respetan o se respetan, no se puede estar negociando porque los periodistas tengan libertad de prensa, jamás, eso es algo que es constitucional, que el Gobierno tiene que respetar, no estamos ganándolo en la mesa de negociación.
¿Qué opinás del plazo del régimen de liberar a los demás presos políticos en noventa días?
Considero que noventa días es mucho, es demasiado para las condiciones en las que están las personas allá, es cruel e inhumano. Y al menos yo que todavía me siento preso y puedo seguir pensando como si estoy en la celda, yo digo que es decepcionante, yo estuviera con una gran depresión de esperar noventa días todavía.
¿Cómo hacían para mantener el ánimo dentro de las celdas de castigo?
Estar rebobinando la cinta, estar pensando y analizando cómo estaba el país antes de abril, que se miraba un Gobierno fuerte, que se miraba un Gobierno imponente que tenía las riendas, el control de todo. Estar pensando en lo que se logró, te da fuerza. En como Nicaragua logró darle la espalda y darle una bofetada al Gobierno en esta situación cuando anteriormente nadie se manifestaba.
¿Tenés miedo de volver a caer preso?
No, en ninguna forma, toda la experiencia que hemos vivido me ha fortalecido, ha sido algo producente pero doloroso, ha sido doloroso, ha sido triste, ha sido cruel pero producente, porque me ha permitido fortalecerme y poder enfrentarme a algo ya con experiencia sólida. Ya sé cómo debo reaccionar, cuáles son mis límites, cómo debo medirme, y cómo debo actuar y hasta qué punto, creo que no tengo miedo de volver a caer preso por la patria.