13 de marzo 2019
La reforma tributaria, con la cual el régimen de Daniel Ortega pretende recaudar 300 millones de dólares, es para los nicaragüenses una nueva embestida que se suma a las reformas a la Seguridad Social, el congelamiento de salario mínimo y la caída de las ventas. Tres microempresarios y emprendedores relatan cómo enfrentan este embate de la reforma tributaria, en una economía ya deprimida por la crisis.
“Estamos estancados y apenas sobreviviendo”
Ángel Dávila está inconforme. La noticia del incremento de impuestos ordenado por la dictadura Ortega Murillo a productos esenciales de la canasta básica, es la última “palada de tierra” a los sueños de crecimiento de su negocio de distribución de comidas a domicilio. “Una empresa me canceló el contrato porque cerró operaciones y ahora con este aumento en el arroz, la carne, las verduras, nos tocará apenas sobrevivir”, explica.
Dávila, de 57 años, asegura que de joven fue sandinista. Ahora, las decisiones del régimen orteguista “le duelen” porque los más afectados siempre “son los pobres”. La dictadura ordenó que se gravara un 15% del Impuesto al Valor Agregado (IVA) a los alimentos que la ciudadanía compra en supermercados y mercados populares. Los mismos productos que Dávila utiliza para preparar la comida que distribuye en cada vez menos empresas de Managua.
El sábado dos de marzo, un día después de que la dictadura publicara en La Gaceta, diario oficial, el aumento de impuestos, en los mercados capitalinos el precio de algunos productos empezó a subir. Dávila compró la libra de carne de res a 75 córdobas, cuando solo días atrás la cotizó en 70. Los comerciantes le explicaron que en los próximos días el alza no iba a parar, y que el principal motivo de este escenario era el “famoso” anuncio realizado por el Gobierno.
Antes de abril del 2018, su negocio de comidas a domicilio iba “viento en popa”, sin embargo, luego de esta fecha, los clientes disminuyeron, las ganancias bajaron y por eso tuvo que implementar un servicio de buffet para contrarrestar los efectos de una realidad económica que aparentemente llevará a Nicaragua al despeñadero.
“El aumento de los impuestos en los productos nos va afectar bastante. El costo del plato va a subir y probablemente haya menos demanda. Lógicamente nos va a afectar porque habrá menos ingresos y habrá que ajustar el negocio. Ver qué trabajadores podemos sostener y cuáles no”, dice con resignación Dávila.
Actualmente el equipo de trabajo de Dávila está integrado por cuatro miembros de su familia y cinco colaboradores más. Aunque los precios aumentaron esta semana, todavía mantiene el plato de comida entre los 60 y 95 córdobas. Al gravar impuestos al arroz, frijoles y carne, es muy probable que este valor cambie y lo tenga que ofrecer entre 70 y hasta 105 córdobas.
Sobrevivir a las "vacas flacas"
Un estudio de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), asegura que el número de desempleados en el país producto de la crisis de 2018 es de 457 000.
El mayor temor de Dávila es que producto del aumento en los precios y en los servicios que ofrece, menos clientes lleguen a su negocio y por lo tanto tenga que tomar la decisión de prescindir de sus colaboradores, inclusive de sus familiares. “Todo esto incurre en algo negativo. Uno busca tener progreso con su emprendimiento, pero con esta situación, no tendremos nada de eso”, sentencia.
Dávila sostiene que la situación nacional no está para emprender o reinventarse para ganar dinero, sino para sobrevivir y soportar este tiempo de vacas flacas.
“La verdad es que a veces uno emprende su negocio con la esperanza de salir adelante con su familia y sus colaboradores, pero esto (las decisiones del Gobierno) nos afectó. Teníamos proyectos para continuar creciendo, pero estamos estancados y apenas sobreviviendo, tratando de no maltratar a los colaboradores. Si el negocio se viene a pique ellos serían los más perjudicados, porque ellos son quienes mantienen a su familia”, indicó Dávila.
Durante esos meses el golpe más fuerte que tuvo que enfrentar Dávila fue la pérdida del contrato con una empresa transnacional que recientemente cerró operaciones en el país. Fue un balde de agua fría, asegura, pues las pérdidas económicas se tradujeron en buscar otras alternativas para mantener salarios y demás prestaciones para los que trabajan con él.
“Hemos estado ahí tratando de buscar alternativas, pero la situación está difícil y eso nos ha complicado encontrar otras opciones. Estamos en eso, pero la verdad la mayoría de la gente está golpeada en ese sentido. Esta reforma nos viene a botar más el negocio”, reitera.
Dávila considera que el pilar fundamental para continuar con la ilusión de que “todo va a mejorar”, es la fortaleza que demuestra su familia, quienes en medio de la crisis y de las reformas, han luchado palmo a palmo para sostener el negocio que hoy ve como cae en picada producto de la crisis económica.
“En este rubro de la comida siempre hay una luz, nos toca seguir luchando. Esperamos que no sea demasiado tarde para cuando se arregle la situación y podamos seguir incursionando en otros negocios y lugares. De momento estamos trabajando en esto y vamos a caminar hasta donde podamos”, señaló.
“Ortega maquilla la realidad”
El restaurante está vacío. Los días ajetreados son cosa del pasado. Ángela Gómez, la cocinera de este negocio situado en Managua, no tiene la carga de hace unos meses, cuando en medio de la crisis, los clientes todavía llegaban por grupos. “Antes vendía hasta 40 especialidades en el día, sin contar los demás platos del menú. Ahora todo eso bajó y con la reforma, seguro que vamos a tener que cerrar”, dice frustrada Esvetlana Sandoval, copropietaria de este local.
Sandoval también es jefa de cocina en su propio restaurante. Nunca le ha gustado designar las compras de carne de res, cerdo y pollo, pues no todas las personas saben elegir lo más fresco para los clientes. Las idas y venidas a los mercados locales le permiten conocer de primera mano las variaciones en los precios. El martes, luego de hacer sus compras, por primera vez pensó que el cierre de su negocio está a la vuelta de la esquina.
“El arroz subió. El quintal lo compré a 1400 y ahora está a 1470, pero me dijeron que puede aumentar más. Yo uso trasera de lomo para mis platos principales y antes la compraba a 87 la libra, sin embargo, ahora está a 101 córdobas. El pollo está a 57 y lo estaba comprando a 42. Todos estos aumentos van a golpear más mi negocio”, indicó Sandoval.
Los pocos clientes que todavía llegan a su restaurante, están preguntando al ingresar si los precios se mantienen o no. Sandoval todavía no ha variado los números en el menú. Hasta antes de este aumento en el impuesto de algunos productos, se resistía a hacerlo porque no quería ahuyentar más a sus clientes, sin embargo, ahora se lo está pensando.
Sus proveedores le explicaron que el aumento en los productos que utiliza para elaborar los platos de su menú, se debe a los efectos de la reforma tributaria aprobada por el Gobierno. Este incremento se suma al gasto de energía que también se disparó en su negocio, así como la disminución de sus clientes.
“Esto es una locura, un caos. Esto afecta muchísimo a mi negocio. Yo estoy trabajando y a veces para saldar las deudas saco dinero de otros lados. Con esto te digo todo, yo estoy aquí para subsistir. No genero ganancias”, reiteró.
Sandoval expresó que de continuar el aumento en los productos y la agudización de la crisis económica su próxima opción será liquidar al poco personal que todavía continúa con ella, saldar las deudas restantes y posiblemente dejar el país para trabajar y mantener a su familia.
La alternativa de subir los precios en su menú no es algo que le convenza, pues no solo se trata de que los clientes que entienden la situación paguen lo que se van a comer, sino que el trabajo cada día está más escaso, y las personas no están gastando en estos “gustos”, pues o reciben poco salario o simplemente están desempleados.
“El aumento en el precio de los productos viene a intensificar más lo que venía lento. El rumbo de mi negocio puede ser el mismo que otros negocios en la capital y el país. La dictadura lo que quiere es de cualquier manera estrangular al pueblo y que el pueblo sienta la presión, que ‘a huevo’ le demos dinero. Nos están ahorcando para que nos dobleguemos. Y pienso que están haciendo todo lo que está a su alcance por seguir buscando de donde obtener dinero”, señaló Sandoval.
La mentira de los “emprendedores”
El 21 de febrero de 2019 Daniel Ortega afirmó en un discurso a la nación, durante un acto en homenaje al general Augusto C. Sandino, que, a raíz de la crisis sociopolítica y económica, la población nicaragüense que “quedó en el desempleo” no se quedó en la orilla de la acera, sino que decidieron emprender en diversas actividades que fortalecen las actividades productivas del país y por ende retomar el buen paso que “teníamos antes de abril”.
Para Sandoval el discurso de Ortega es una muestra más de su “desconocimiento” de la realidad nacional. Agregó que las palabras del dictador pretendían maquillar las vicisitudes que están pasando esos nuevos emprendedores, quienes tratan de subsistir y ven de lejos el sueño de prosperar para tener una mejor vida.
“Nicaragua es muy trabajadora, está llena de gente luchadora que aquí o en cualquier país cae de pie. Pero ese emprendimiento que existe ahorita es producto del desempleo. Las personas que antes trabajaban conmigo ahora andan vendiendo en la calle comida o cualquier cosa. No es un emprendimiento para crecer y mejorar, es un emprendimiento que él con sus malas decisiones ha provocado, un negocio que es únicamente para sobrevivir”, indicó Sandoval.
Sandoval ha conversado con otros dueños de restaurantes de la capital que al igual que ella, se sienten ahogados por la situación actual y por la amenaza que representa la reforma tributaria en sus negocios. La mayoría han tenido que despedir a trabajadores porque no pueden sostener planillas. “Los sueños se vienen abajo”, porque el Gobierno continúa “persiguiendo su deseo de recuperar dinero a costa de los pobres”.
El restaurante de Sandoval cumplió diez años en enero de 2019, pero no pudo celebrarlo como en aniversarios anteriores. Su personal disminuyó en un 75% y cualquier gasto no presupuestado, afectaría mucho la marcha del mismo negocio. Los deseos de expandirse en otros puntos de la capital se vinieron abajo.
“Esa es la realidad. La mayoría de negocios estamos igual, nos mordemos entre nosotros mismos, está mal, la estamos sintiendo. Lo que pasa es que estamos en silencio y nos da miedo decir hasta cuando estaremos operando. Siento que todo ha sido un retroceso. Y los próximos días serán peores. Trataré de no subir tanto los precios. Claro, es muy probable que me vaya mal. Yo le pido a Dios subsistencia, no proyectos grandes. Es imposible esperar eso en medio de toda esta crisis”, finalizó Sandoval.
“Ahora es un gustazo beber una cerveza”
Por la mañana el bar está cerrado. No hay tanto desorden porque “ayer no vino mucha gente”. Gustavo Hernández lo atribuye a que fue “lunes” y ese día pocos son los que llegan a degustar de una cerveza bien helada. Su negocio está ubicado en el centro de Managua, es uno de los más concurridos de la zona. “La gente siempre viene a echarse su ‘helada’ aunque la ‘bicha’ vaya para arriba”, dice un tanto optimista.
El aumento al que se refiere Gustavo fue provocado por el incremento ordenado por el Gobierno de Daniel Ortega a productos esenciales de la canasta básica y bebidas como la cerveza, los licores nacionales y extranjeros.
- ¿Las personas se han quejado por el aumento de la cerveza?
Gustavo duda en responder. “Ayer precisamente uno de los clientes me dijo que por qué le había subido a la cerveza. Le dije que no fue por mi voluntad, que así están en todos los negocios y que la culpa es del Gobierno. No me dijo nada, luego se fue a sentar y siguió bebiendo. Eso sí, ya su cuenta no fue como la de otras veces, fue menor y deduzco que fue porque la cerveza la tengo a 39”, explicó.
En su negocio la cerveza que antes valía 34 córdobas, ahora tiene a 35; otra de 31, ahora cuesta 36.
“En los licores todavía no he hecho bien las cuentas, porque eso se pide quincenal, al menos así lo hago yo. Entonces no me ha entrado pedido, pero seguramente los tragos que hacemos a base de ron van a subir su precio y también las cervezas extranjeras que tanto le gusta a la clientela. Ahora es un gustazo beber cerveza”, dijo irónicamente Gustavo.
Antes de la crisis de abril, Gustavo mantenía su bar a reventar. Luego de esta revolución pacífica las cosas se pusieron “color de hormiga”, pero la gente “no dejó de llegar”. De acuerdo a este dueño de negocio, las ventas bajaron y hubo un momento en el que pensó en cerrar su establecimiento. Las deudas lo estaban ahorcando, pero recibió la ayuda de un familiar que dispuso de dinero para sacarlos del atolladero.
“Las cosas no están normales. No puedo decir eso. Mi bar se llena, es uno de los que más se llena, pero no es como antes. La gente perdió su empleo, y a otros les bajaron el salario. Yo mismo tuve que retirar a cinco colaboradores. Como te digo, las cosas no están normales, pero estamos sobreviviendo. La cuestión es cómo nos va a impactar estos nuevos aumentos”, cuestionó Gustavo.
Gustavo recibió pedido la semana pasada (prefiere no decir el día) y hasta el lunes por la noche no había vendido todo el producto que pidió a la compañía cervecera. “A veces nos ha pasado de que las semanas van lentas pero luego nos recuperamos. Ojalá sea esto y no ese aumento. Como te dije, hay clientes que se han quejado, y que compran menos cervezas. Otros siguen como si nada. Todavía es muy pronto para darte una respuesta de si nos ha ido mal después del aumento o no”, señaló Gustavo.