25 de febrero 2019
Este 21 de febrero ha pasado otro aniversario del asesinato de Sandino y su nombre volvió a reverberar en algunos rincones del territorio nacional. Como todos los años se le recuerda por su lucha contra la intervención norteamericana. Entre las citas de su pensamiento que se usan fuera de contexto en consignas, se pierde parte de su pensamiento, especialmente la parte normativa de cómo creía él que debería organizarse el Estado nicaragüense una vez que Nicaragua fuera libre. He aquí algunas de esas ideas:
Separación de poderes: En sus escritos y acciones queda claro que Sandino estaba a favor del principio de la separación de poderes. En una carta fechada el 24 de mayo de 1927 dijo: “Considerando que las bases propuestas y aceptadas por el General José María Moncada no garantizan la paz y la tranquilidad del país bajo la presidencia de Don Adolfo Díaz, contando, como en realidad cuenta, con una mayoría elegida por él mismo en el Congreso, Senado y Corte Suprema, y que con el tiempo daría ocasión a nuevos vejámenes para el Partido Liberal y nueva guerra civil…”. En esta cita se nota que no estaba de acuerdo con que un partido controlara todos los poderes del Estado.
Sandino creía que este era el origen de las guerras civiles en Nicaragua: cuando todos los poderes del Estado están en manos de un solo partido, este tiende a cometer vejámenes contra la oposición, lo que causa que ésta a su vez se alce contra el partido en el gobierno.
Además, no solo en teoría Sandino estaba de acuerdo con la separación de poderes, en la acción también. Sandino firmó el Convenio de paz y respetó el orden establecido que presidía Juan Bautista Sacasa. En ese entonces la constitución vigente, que Sandino respetó y decía que debía respetarse, era la Non Nata de 1913, que era producto de la ocupación norteamericana que pretendía implantar el modelo democrático-liberal y representativo de EEUU en Nicaragua. En ella se establecía la separación de poderes.
El Estado de derecho: El respeto a la ley y la Constitución es una constante en el pensamiento de Sandino. En 1926 él regresó a Nicaragua y se unió a los liberales que se habían levantado contra los conservadores, en lo que se llamó la Guerra Constitucionalista porque querían que se cumpliera con la Constitución vigente. El detonante de este levantamiento fue la violación del orden constitucional por parte de Emiliano Chamorro que derrocó al gobierno libero-conservador de Carlos Solórzano (conservador) y Juan Bautista Sacasa (liberal) en el golpe de Estado conocido como El Lomazo. Carlos Solórzano sucumbió al golpe de Estado de Emiliano Chamorro y renunció, pero Sacasa no, y por lo tanto, según la Constitución, era a él a quien le correspondía la presidencia.
Como Emiliano Chamorro no quería abandonar el poder, los liberales se levantaron en 1926 para restaurar la Constitución, que en este caso significaba instaurar a Sacasa en la presidencia. Sandino se integró a esa lucha.
Más tarde, su lucha por respetar la Constitución lo llevó a enfrentarse a Anastasio Somoza García. Esta confrontación, que selló su destino, ya que a raíz de ella Somoza decidió asesinarlo, fue sobre la legalidad de la Guardia Nacional, que era producto de la ocupación norteamericana, y que, según Sandino, no era constitucional. En la carta que le envió al presidente Sacasa el 19 de febrero de 1934, Sandino le insistió en que la Guardia Nacional debía constitucionalizarse: “”que reglamente la forma y procedimientos de la Guardia Nacional, de acuerdo con la Constitución Política”. Para Sandino la constitucionalización de la Guardia Nacional significaba que esta se sujetara al presidente de la república, que era un civil. Sandino seguramente tenía miedo de que la Guardia, con un poder autónomo, no le obedeciera al presidente legítimo, como corresponde en una democracia liberal. Como los acontecimientos posteriores lo demostraron, Somoza no estaba dispuesto a obedecer a una autoridad civil ni a seguir la ley.
El Convenio de paz que Sandino aceptó, mencionó el respeto a la Constitución y leyes fundamentales de la república: “los que suscriben el presente pacto convienen en señalar, como punto capital de sus respectivos programas políticos, el respeto a la Constitución y leyes fundamentales de la República…”
En una entrevista publicada en La Prensa el 18 de febrero de 1934 dijo…”pagaré los impuestos para sostener al Estado siempre que la Guardia esté incluida dentro del marco de las leyes”. Esto lo dijo después de haber aceptado el Convenio de Paz, y es una clara posición de que iba a cumplir sus deberes de ciudadano e iba a respetar las leyes de la república.
Sandino reconoció que la Constitución bajo la cual iba a vivir no era la mejor porque era “hija legítima de la Intervención Norteamericana”, pero esperaba que “el partido naciente Autonomista”, al que él pensaba unirse, pudiera “elaborar plesbiscitariamente la Constitución para los nicaragüenses”.
Derechos del individuo: Una de las partes más controversiales de la lucha de Sandino contra la intervención norteamericana fue la de los abusos cometidos contra la población. Como liberal, Sandino creía que los individuos tenían derechos inalienables. El artículo 5 del documento que firmaban los que querían integrarse a su ejército decía claramente que se “debían respetar todos los derechos de los ciudadanos”. El artículo 6 de los estatutos del EDSNN, conocidos como Pauta para la organización del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, dice: “A todo Jefe de Operaciones le está prohibido estrictamente hostilizar a los pacíficos campesinos, así como lanzar préstamos forzosos…”
La importancia del respeto a los derechos de los individuos no solo lo expresó en ese documento. En uno de sus informes dijo: “…nuestra administración, basada en la más pura democracia, pues aun a nuestros mismos enemigos concedemos toda clase de garantías en sus personas e intereses”.
Ahora, es cierto que Sandino, como jefe militar en tiempo de guerra, le quitó algunos derechos constitucionales a los que apoyaban a los invasores (los marinos norteamericanos también lo hicieron; los presidentes Abraham Lincoln, Franklin Delano Roosevelt y George W. Bush también lo hicieron hasta con ciudadanos norteamericanos). En el documento titulado Acuerdo sobre los traidores a la patria, fechado el 14 de noviembre de 1927, Sandino dijo que respetaría los derechos de nacionales y extranjeros, siempre que no apoyaran a los invasores. Esa parece ser haber sido la línea divisoria: por un lado, los que apoyaban a Sandino tenían todos los derechos; por el otro, los que apoyaban al enemigo no tenían ningún derecho. Esta fue una de las debilidades de su lucha y de su visión, una que le hizo perder apoyo en algunos sectores de la población.
Sandino estaba consciente de ese problema. José Román en Maldito país dijo que Sandino le había dicho que “para Nicaragua esta fue una guerra de desolación, pues ambos bandos nos empeñábamos en aniquilarnos”. Bill Gandall, uno de los marinos que estuvo en Nicaragua en la lucha contra Sandino en los años treinta, reconoció que los marinos de Estados Unidos cometieron atrocidades.
Según Sandino, los invasores y la Guardia Nacional, que decían que luchaban por una democracia liberal, no tenían el valor ni la dignidad de aceptar responsabilidad por sus atrocidades; por lo menos, él sí tenía “valor y dignidad de confesar lo brutal de nuestros procedimientos, y sobre los cuales, si bien no hay explicación sí hay justificación”.
Libertad de expresión y prensa: De la libertad de expresión y prensa no dijo mucho. En su Estado Mayor practicaba la libertad de expresión, permitiendo a sus miembros que hablaran en completa libertad. Urbano Gilbert en su libro Junto a Sandino cuenta lo que pasó cuando él disintió en una reunión del Estado Mayor. Mientras que otros miembros del Estado Mayor lo tildaron de traidor, Sandino lo escuchó y lo elogió por su sinceridad y por sus servicios al EDSNN. No hubo represalias contra él.
A Carleton Beals, el periodista norteamericano que lo entrevistó por cuatro horas, Sandino le dijo que estaba en libertad de publicar lo que que quisiera. Al periodista Nicolás Arrieta le dijo que una vez firmada la paz pensaba publicar un periódico para difundir los ideales de su movimiento. Como Sandino no quería ser dictador, él asumía el reto de competir en un espacio abierto para hacer llegar sus ideas al pueblo, o sea, que no pensaba imponer sus ideas por la fuerza. Es un testamento de que creía en la libertad de prensa.
Rendición de cuentas: Sandino era accesible a la prensa, daba entrevistas a la prensa nacional y extranjera, y tenía una política de rendir informes sobre el estado de la lucha. Cuando el periodista Carleton Beals lo entrevistó, Sandino le mostró su libro de gastos. Beals dijo: “Me mostró el libro de gastos. Todo lo que gastamos figura aquí,” le dijo Sandino a Beals.
Como el mismo Sandino dijo, la apertura era su conducta oficial: “En los Convenios de Paz no queda ningún pacto secreto, porque no entendemos la política de puertas cerradas…”
Elecciones libres y honestas: Sandino creía que el soberano debe ser el pueblo y que la voluntad del soberano se expresa en elecciones libres y honestas. En el Manifiesto al pueblo de Nicaragua sobre las elecciones dijo: “El pueblo es soberano y debe respetársele su derecho a elegir sus gobernantes y por esto luchará (el EDSNN) sin descanso para hacer efectivo ese derecho”.
Este es un resumen corto sobre las ideas que tenía Sandino de cómo estructurar un régimen democrático en Nicaragua. Sandino dijo una vez: “entregaremos las armas solamente a un gobierno liberal”. El establecimiento de una república democrática-liberal era una de las metas de su lucha.
Se sabe que Sandino no era marxista-leninsta, es decir, que no estaba de acuerdo con el establecimiento de un partido único y con la estatización de la economía. Ni Farabundo Martí ni el Partido Comunista Mexicano pudieron convencerlo. Si a comienzos de los años treinta, muchos años después del triunfo de la revolución bolchevique, Sandino no era leninista, era porque no estaba de acuerdo con ese sistema. Como lo han demostrado Michelle Dospital, Volker Wünderich, Alejandro Bendaña y Jorge Eduardo Arellano, a él lo influenciaron teorías libertarias como las del liberalismo, el anarcosindicalismo y la Escuela Magnético Espiritual de la Comuna Universal de Joaquín Trincado.
*El autor es sociólogo.