4 de febrero 2019
El golpe brutal que el régimen acaba de propinar a los nicaragüenses con las reformas a la seguridad social hay que apreciarla a la luz de sus causas y antecedentes. Conviene revisar de cuales polvos vienen estos lodos.
Cuando Ortega asumió el gobierno en el 2007 las finanzas del INSS registraban un superávit de 1700 millones de córdobas. Es decir, los ingresos que percibía la institución por la vía de las contribuciones de empleadores y cotizaciones de los afiliados, sobrepasaban a los gastos en 1700 millones de córdobas. A noviembre de 2018 la situación se había invertido drásticamente. El superávit se había transformado en un déficit de 2700 millones de córdobas. Los gastos superan ahora ampliamente a los ingresos. Veamos algunas de las razones de ese déficit.
Comencemos por el número de empleados.
Cuando Ortega asumió el gobierno en el 2007, el número de empleados en la institución eran 1200 trabajadores. Anotemos bien, 1200 trabajadores en total en el 2007, de los cuales 665 laboraban a nivel central. Al cerrar el 2017, el número total de trabajadores se elevó a 4060, de los cuales 2200 laboraban a nivel central.
O sea, mientras la planilla pasó de 1208 trabajadores, a 4060, el superávit de 1700 millones de córdobas se transformó en un déficit de 2400 millones de córdobas.
Profundicemos más en la nómina. En el 2006, en la Dirección Ejecutiva de la institución trabajaban 10 personas. ¿Cuántas trabajaban en el 2017? En la Dirección Ejecutiva trabajaban 136 personas. Repitamos la cifra. En el 2006, en la dirección ejecutiva había 10 empleados, diez años después ese número había pasado a 136.
¿Qué ocurrió con los salarios?
En el 2006, 291 trabajadores ganaban más de diez mil córdobas, esto es, menos de 300 trabajadores ganaban más de diez mil córdobas; diez años después 2654 trabajadores ganaban ¡más de 20 mil córdobas!
Podemos reducir el período: en el 2012 la nómina total anual ascendió a 734 millones de córdobas. Para el 2017 había crecido en más de mil millones de córdobas. Llegó a 1780 millones.
¿Y qué pasó con los gastos administrativos? En el 2006, los gastos administrativos representaban aproximadamente el 6% de los ingresos de la institución. Es decir, que por cada cien córdobas que ingresaban, la institución gastaba 6 córdobas, administración. Diez años después, los gastos administrativos superaban el 12% de los ingresos. Es decir, de seis córdobas por cada cien, los gastos se duplicaron y pasaron a representar 12 córdobas de cada cien.
Uno podría decir. Bueno, aumentó el número de trabajadores, aumentaron los gastos administrativos, pero mejoró la gestión de los fondos.
Pero qué va amigo.
Antes debemos explicar lo siguiente: el superávit que el INSS fue acumulando año con año se transformaba en un fondo de reserva que se invertía con el propósito de asegurar el patrimonio de los asegurados y a la vez percibir unos ingresos complementarios, adicionales a los ingresos por cotizaciones y aportes de los empleados.
¿Qué pasó con las reservas y con las inversiones?
El diario La Prensa destapó varios actos de corrupción, francachelas con los créditos y charanga con las inversiones. ¿Cuánto representó eso en números?
El rendimiento que generaban esas inversiones por varios años superó los mil millones de córdobas anuales, en cierto momento llegó a representar un ingreso de 1400 millones de córdobas.
¿Saben a cuánto se desplomó ese rendimiento?
En el 2017 fue de 500 millones. Para el 2018 se redujo a la mitad: 224 millones de córdobas. Para el 2019 se estima, de acuerdo al Presupuesto General de la República, en 87 millones de córdobas:
¡De 1400 millones de córdobas a 87 millones!
Todas son cifras oficiales.
¿Cómo podemos explicarnos que aumentó el personal, aumentaron los salarios, aumentaron los gastos administrativos, y disminuyó el rendimiento de las inversiones y el superávit se transformó en déficit?
¿En qué invirtieron los fondos? ¿Por qué se desplomaron tan dramáticamente los rendimientos de las inversiones? Obviamente que por la charanga. De ejemplo, ahí están a luz pública los edificios que parecen cajones vacíos.
Por otro lado está el impacto de las pensiones reducidas. Una medida justa pero que debió incorporarse al presupuesto. Los mismos jerarcas del INSS advirtieron que las finanzas del INSS no las soportarían. Pero a Ortega no le importó y en su populismo irresponsable asestó una puñalada a las finanzas de la institución.
Pero hay algo que poco se recuerda y que es importante remarcar: En el 2014 se impusieron unas reformas que pasaron de noche porque se aprobaron en los días de navidad y ya en enero nadie se acordaba de ellas.
Esas reformas significaron un aumento en las contribuciones de los empleadores que pasó del 16% de la planilla el 19%. Y un cambio en la fórmula de cálculo de las pensiones que representó una disminución significativa de las pensiones de los cotizantes activos.
En esa oportunidad los voceros del régimen aparecieron muy campantes afirmando que esas reformas garantizaban la viabilidad del INSS por 20 años, hasta el 2034 dijeron. Y bueno, ya sabemos que la institución estaba naufragando tres años después. Castigaron a empresarios y trabajadores, pero inútilmente.
¿En cuánto aumentaron los ingresos del INSS y por qué la medida fracasó tan rápido? ¿La misma charanga, incompetencia profesional o las dos cosas?
En conclusión: Charanga con los fondos, incompetencia profesional y el populismo irresponsable de Ortega.
Y aquí estamos ahora, con la institución agonizando, un garrotazo a trabajadores, desempleados, empresarios y consumidores. Y los mismos zánganos e incompetentes al frente de la institución.