16 de enero 2019
La salida de 1086 millones de dólares de las bóvedas de los bancos comerciales del país, entre el 12 de abril y el 30 de noviembre (el dato a diciembre aún no está disponible), incrementa el riesgo de que en Nicaragua deje de existir el libre cambio de moneda, y la economía nacional se deslice por el viejo y nunca del todo olvidado camino de la devaluación.
Producto de la zozobra causada por la represión del régimen de Daniel Ortega, como respuesta a la Rebelión de Abril, los ahorrantes —pequeños y grandes— fueron retirando los depósitos guardados en los bancos, lo que afectó las reservas internacionales del país, y ya deja su huella en la brecha cambiaria, que ronda el 3%.
“Debido a la alta concentración de los depósitos totales en un número relativamente reducido de depositantes, parece evidente que se trata de inversionistas financieros y no de pequeños ahorristas”, dijo uno de varios economistas que accedieron a hablar con CONFIDENCIAL, a condición de mantener sus nombres en el anonimato.
Una devaluación de facto
“Según el Banco Central de Nicaragua (BCN), son los primeros los que han retirado el monto principal de depósitos, y no se trata de ahorristas que los gastan en consumo, sino de agentes que buscarían opciones de inversión, preferiblemente fuera del país”, añadió el experto.
Más allá de que el público tiene que enterar más córdobas por cada dólar que adquiera en cualquier institución financiera del país —lo que implica una devaluación de facto— a los economistas les preocupan los otros efectos que la falta de moneda extranjera puede causar en el conjunto de la economía nacional.
“La pérdida de reservas internacionales obedece al exceso en la demanda de divisas. Para eliminar ese exceso, se dejaría libre el precio de la divisa estadounidense hasta el punto en que la oferta se equilibre con la demanda. Ese equilibrio sería posible porque al tener que pagar un mayor precio por cada dólar, reduciría la demanda por esa moneda”, aseveró el experto.
El problema para la presidencia del Banco Central es que “todo permanecería aproximadamente igual, solo que a un nivel de precios más alto, si el precio de todos los bienes y servicios, y la oferta monetaria, se ajustan o aumentan conforme al precio del dólar”.
Ello podría hacer necesario eliminar el mantenimiento de valor y la indexación al dólar, de una serie de bienes y servicios clave, así como de los salarios, para evitar que aumenten en la misma proporción que el dólar. “Paralelamente, se restringiría la oferta monetaria, para forzar una reducción en la demanda agregada y de dólares, que evite que el tipo de cambio se eleve o fluctúe demasiado”, añadió.
“Eliminar el mantenimiento de valor de los préstamos tiene sentido porque de lo contrario el valor de las deudas de los agentes económicos, empresas y personas físicas, se elevaría en proporción al dólar, mientras sus ingresos no lo harían porque no está dolarizados, produciéndose una cantidad importante de casos de insolvencia”, explicó.
“En ese caso debería eliminarse también el mantenimiento de valor de los ahorros, y establecer una nueva regla de ajuste de préstamos y depósitos, al mismo tiempo que se adoptarían medidas para evitar transferencias de fondos al exterior, con el propósito de evitar que continúe la fuga de capitales y la disminución global de la oferta de divisas”, advirtió.
Consultado sobre la viabilidad de que se cumpla ese escenario, el economista admitió que estas medidas tienen sentido “sobre el papel, y en condiciones normales quizás serían las recomendadas para hacer frente a una pérdida acelerada de reservas (y aun así su efecto sería fuerte), pero en las condiciones actuales del país, más bien aumentarían la incertidumbre, e inducirían a un enorme caos y confusión”, complementó.
Riesgo de retroceso
Otro economista independiente consultado por CONFIDENCIAL, dijo que “la señal que anunciaría una posible devaluación es el ‘mercado paralelo’, que se rige por la oferta y la demanda” de córdobas por dólar.
Añade que si bien aún no se perfila una devaluación inmediata, esa podría ser la siguiente medida a tomar por el BCN “una vez que las reservas alcancen un mínimo insostenible, y la inflación aumente paralelamente”, recordando que el sistema monetario y la economía nacional en su conjunto están indexados al dólar, como lo evidencia el hecho que los depósitos en esa moneda representaban más del 70.6% del total al cierre de noviembre 2018.
El economista valoró cómo la decisión del BCN de contraer la oferta monetaria, le ha dado al ente rector de la economía nacional “un cierto margen de maniobra para que maneje los fundamentos macroeconómicos y monetarios, en regla con los estándares sobre importación, circulante, oferta monetaria, etc.”.
El problema es que contraer la oferta monetaria (o sea, reducir la cantidad de dinero que está en circulación) también implica contraer el gasto público, hacer que la economía del sector privado y del sector informal (especialmente el comercio y los servicios) caigan en recesión, reduciendo el tamaño de la economía.
“De extenderse la crisis, y las sanciones al Gobierno, podríamos regresar al PIB de 2008 o 2009, es decir al periodo del efecto de la crisis financiera internacional, lo que implica que la economía funcionaría parcialmente, con niveles monetarios y de reservas ajustados a esa situación”, añadió.
Dicho de otra forma, la reducción del gasto público, las inversiones, el consumo y las importaciones se ajustan a las medidas tomadas por el BCN para extraer córdobas del mercado, controlar la inflación, y paralizar los créditos bancarios, etc., mientras que el endeudamiento público contribuye a la contracción monetaria y a financiar el presupuesto.
El experto visualiza cómo la economía comienza a caminar con estas medidas “de sobrevivencia”, dictadas por el BCN, para ajustarse a la expectativa de niveles de ingresos del país y de los créditos que puedan obtenerse, más los ingresos por exportaciones, remesas, y otras fuentes de financiación más pequeñas.
“Estos elementos se estarían ajustando a un PIB más pequeño, mientras que el desempleo, y la carencia de bases sólidas para una recuperación temprana, serían el factor de ajuste”, detalló.
“Vislumbro que la medida que el BCN puede llegar a establecer en el futuro sería un estricto control y protección de las divisas, utilizando mecanismos que podrían resultar incómodos a los ahorrantes y a los agentes económicos del país”, vaticinó.
Operar poco a poco
Por su parte, el economista Néstor Avendaño, presidente de Consultores para el Desarrollo Empresarial (Copades), descarta que el Banco Central sea el que dé el primer paso para legalizar la devaluación de la moneda, porque eso iniciaría la espiral inflacionaria.
En vez de eso, cree que lo que hará el BCN es mantener el deslizamiento de la moneda en 5% anual, y si esta se devalúa a un ritmo mayor en la calle, lo que harán es seguirlo, legalizando una tasa de cambio del dólar que sea ligeramente menor a la observada en la calle.
“El Banco Central no puede cerrar la brecha de un solo, sino que tiene que hacerlo paulatinamente, o esperar a que termine la crisis y entonces introducir una corrección”, porque hacerlo de otro modo induciría expectativas inflacionarias, y convertiría al BCN en el origen del efecto que trata de evitar.
Avendaño cree que el BCN simplemente no puede devaluar la moneda, limitado como estaría por las cláusulas de mantenimiento de valor, y por la indexación de precios, a menos que comience a desmontar la cláusula de mantenimiento de valor, “lo que implica modificar la misma Ley del BCN”.
Una decisión de ese tipo también tendría efectos sobre los sistemas y las prácticas contables en moneda local, todo lo cual provoca “más desorden inflacionario y cambiario”, explicó el experto.
El presidente de Copades precisó que la fuga de 1086 millones de dólares en los depósitos en moneda extranjera —equivalentes a un mes de producción de bienes y servicios del país— más el retiro de 8400 millones de córdobas de los depósitos en moneda local, (equivalentes a 304 millones de dólares), han sido los aspectos más relevantes del mercado monetario ocurridos entre el 12 de abril y el 30 de noviembre.
A ello se suma la contracción de 4300 millones de córdobas en la oferta de dinero para proteger la posición de las reservas internacionales, en especial después de comprobar que entre enero y noviembre, el saldo de las reservas internacionales brutas (RIB), se redujo 507.2 millones de dólares, hasta quedar en 2250.6 millones.
Tal reducción “se explica principalmente con la venta de dólares del BCN a las entidades bancarias; los retiros de fondos de préstamos líquidos atados a proyectos y programas del Sector Público No Financiero, y al pago a los acreedores de la deuda pública externa. El saldo de las RIB fue equivalente a 2.41 veces el saldo de la base monetaria, menor que la condicionalidad de 2.5 veces”, detalló el experto.