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"Nos dicen que hay buen trato, buena comida... pero nos mienten", reclaman cortadores

A menudo, afirman, son engañados por los reclutadores de finca, deben dormir bajo lluvia y pasan hambre; muchos también viajan con sus hijos

Familia de cortadores de café esperando poder ir a una finca en Matagalpa. // Foto: Nayira Valenzuela

Iván Olivares

21 de diciembre 2020

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A María Cristina Martínez y su compañero, Daniel Ruiz González, ambos de 57 años, ya los han engañado varias veces quienes reclutan cortadores de café en Matagalpa. “Nos dicen que hay buen trato, buena comida, buena alimentación, que hay luz, que hay agua, pero nos mienten”, reclama.

Hace tres semanas, recuerda Martínez, “nos llevaron de aquí engañados con que era bueno el corte”. Sin embargo, asegura que en el albergue de la finca a la que llegaron no había techo. "Estaba brisando, dormíamos en el suelo, la comida era medio cucharón de frijoles parados, con una embarradita de crema, y una tortillita como las de aquí, de a dos pesos”, detalla.

Este situación que denuncia Martínez, a menudo son "trucos publicitarios" que utilizan muchos reclutadores para llevar cortadores a las fincas, y luego no garantizar las condiciones mínimas de trabajo y alojamiento.

Martínez y Ruiz son originarios de Matagalpa, pero emigraron a Managua, y terminaron instalándose en León, donde pudieron levantar una pequeña casa en un terreno cerca de donde era el fortín de Acosasco. Sin embargo, todos los años, para estas fechas de corte, regresan a Matagalpa, en especial en momentos como este, afirman, en que “no hay trabajo en León”, entonces buscan cortar café.

Inicia la temporada de corte


En el norte de Nicaragua, el café ya está comenzando a madurar, activando la competencia entre los finqueros por captar la cantidad de trabajadores suficientes para recoger el grano.

En 2019, el país captó 460 millones de dólares en concepto de ventas internacionales de café, con lo que se constituyó en el tercer producto de exportación, según datos del Centro de Trámites de las Exportaciones, y podría acercarse a esa cifra en 2020, luego que en noviembre pasado, acumulara casi 420 millones de dólares en ventas.

“En Matagalpa y Jinotega, en las zonas intermedias a bajas, llevamos un avance (de la cosecha) de 40% a 50%, y de 20% en las zonas altas. En Nueva Segovia, que es una zona de altura, entramos más tarde, pero producto de las lluvias de Eta y Iota, se dio una maduración temprana en las zonas intermedias a bajas, y llevamos un avance de 20% en esas zonas, y de 10% en las zonas altas”, asegura Aura Lila Sevilla, presidenta de la Alianza Nacional de Cafetaleros (ANC).

La apertura controlada de las fronteras costarricenses, ordenada por el Gobierno de esa nación para recibir a unos 25 000 cortadores extranjeros, significa que los finqueros nicaragüenses tendrán que ofrecer más, para convencer a los cortadores de que se queden, lo que parece difícil a priori, siendo que en Nicaragua, la lata de café se paga entre 35 a 45 córdobas, mientras que el pago al otro lado de la frontera, equivale a 70 córdobas.

Las restricciones establecidas en un acuerdo entre el Gobierno de Nicaragua y el costarricense el pasado seis de noviembre establece que entre los 25 000 cortadores de café no pueden contratarse niños o adolescentes, por eso, la cosecha tica, aunque atractiva, no es una opción para la familia de Martínez y Ruiz.

Un viaje con cinco niños y un adolescente

Este año, la pareja viajó con cinco de sus hijos, (varios de ellos, menores de edad), más un vecino adolescente, y un yerno. La idea de llevar a los niños es para que les ayuden, además que no les hace demasiado sentido dejar de verlos por los tres meses que dura la temporada de corte.

“Ellos ya salieron de clases, y quieren venir con nosotros, porque quieren conocer. Nosotros le hemos enseñado a trabajar a mis doce hijos, y todos ellos trabajan. Hacen mal en no aceptarlos [en las fincas] para trabajar”, valora Martínez.

Aunque conoce que hacer trabajar a los menores es “explotación” y es ilegal, la mujer argumenta que eso sería válido “si uno no los mandara a clases”, recordando que del mismo dinero que ganan entre todos, es que les compra el material para el colegio.

A pesar de esa defensa, reconoce que cuando los tratan mal, sufren todos. Entonces, no les queda más que aventurarse en la búsqueda de una nueva finca que les permita seguir trabajando y ganar el suficiente dinero para sobrevivir, aunque implique caminar largas distancias.

La familia Martínez Ruiz decidió salir de la finca donde los habían engañado inicialmente y comenzaron a caminar en dirección a San Sebastián de Yalí, hasta donde llegaron después de nueve horas a pie desde las 12 del día, hasta las nueve de la noche, con los niños llorando, y Daniel, el papá con calambre en las piernas, y afecciones del corazón y los riñones.

Para su suerte, los recogió un pequeño productor de la localidad, que se los llevó a su finca por dos semanas, y al concluir el corte, los llevó de regreso a la ciudad.

Reclutadores ofrecen “mejores condiciones” a cortadores de café

La decisión tica, de atraer mano de obra nica legal, no preocupa a Aura Lila Sevilla, presidenta de la Alianza Nacional de Cafetaleros (ANC), pues “los reportes que nos llegan es que hay suficiente oferta de mano de obra, porque no hemos entrado a la cosecha pico… que es cuando se nos madura el café en los dos departamentos”, refieriéndose a Matagalpa y Jinotega.

Sevilla considera que la competencia tica por la mano de obra nica “es similar a la de todos los años", por lo que estima que "tenemos la suficiente mano de obra”.

No obstante, los dueños de las fincas sí viven su propia competencia para captar cortadores y deben hacer ofertas que no son tan comunes en este sector. Primero envían un reclutador en un camión para captar y transportar personal a sus fincas.

Adolfo Lanzas, coordinador de actividades de la finca El Mirador, es uno de ellos. La oferta de la finca incluye “buen alojamiento, buena alimentación, y pago puntual, un poquito arriba de lo que ofrecen otros”, detalla.

Isidro Herrera, de la finca cafetalera La Bastilla, espera atraer suficientes cortadores, prometiendo “buenas condiciones, buena comida, alimentación, campamentos bien aseaditos, colchones para dormir, y TV por cable”.

Estas condiciones que se ofrecen como “mejores”, dentro de estas fincas cafetaleras nicaragüenses son parte de lo que reciben como elementos básicos los trabajadores que viajan a Costa Rica.

El convenio firmado entre Nicaragua y ese país establece que “el Gobierno de Costa Rica asegurará los derechos humanos, laborales, de salud, de seguridad social, e higiene y seguridad ocupacional de conformidad a la legislación costarricense (…) todo esto durante el ingreso, estadía en el territorio de Costa Rica y retorno a Nicaragua”.

Por ello, no solo el precio resulta atractivo para los cortadores de café, sino también otros beneficios que no tienen en las fincas nicaragüenses que pagan la mitad del precio por lata.

Sin embargo, las condiciones muchas veces no son suficientes y el trabajo tampoco, por lo que hay quienes no logran terminar los tres meses de cosecha y deciden regresar antes a sus casas.

Al final, el matrimonio, con sus cinco hijos, el vecino adolescente y el yerno, decidió regresar a León, porque no encontraron ninguna finca donde pudieran trabajar con el ahínco que deseaban. La última que visitaron estaba “montosa, y el café seguía verde”, así que la alternativa fue volver a casa… a comerse el quintal de arroz y el de frijoles que habían comprado con el dinero que ganaron las primeras semanas. Ya verán qué hacer, dicen, cuando se les acabe la comida y tengan que pensar en el alimento del día siguiente.

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Iván Olivares

Iván Olivares

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.

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