9 de diciembre 2020
A las seis de la mañana del 24 de noviembre, en la ciudad de Rivas se encuentran cerca del Parque Central Deyling Valle y su hijo de 14 años. Salieron la noche anterior de Boaco, ahora esperan un bus que los trasladará hacia el vecino país. “Aquí en Nicaragua no hay nada que hacer, entonces buscamos Costa Rica. Ir a coger café, para salir adelante” comenta.
A ellos se suman otras 36 personas que esperan enrumbarse a la zona cafetalera de Los Santos, región montañosa del centro sur de Costa Rica. Son todos migrantes nicas que año con año se trasladan de forma temporal para levantar las cosechas, en especial la del café, uno de principales productos de exportación costarricense.
El Ministerio de Agricultura y Ganadería de Costa Rica calcula que el 90% de la fuerza laboral en la cosecha de productos agrícolas es migrante. En la recolección de café, la mano de obra migrante estacional corresponde al 60%, es decir más de 45 000 de un total de 74 000 recolectores.
Costa Rica cerró sus fronteras desde el 19 de marzo para controlar el esparcimiento del coronavirus. A partir de ese momento, hubo preocupación por la falta de los migrantes estacionales una vez empezaran las cosechas. ¿Quién recogería el café, la piña o los cítricos si los recolectores no podrían ingresar al país? ¿Se perderían las cosechas?
Hoy las fronteras terrestres continúan cerradas para extranjeros, pero la entrada de los recolectores nicas es necesaria. Fue por ello que la Dirección General de Migración y Extranjería, el Ministerio de Salud, el Ministerio de Trabajo, Gobernación y otras instancias en Costa Rica se reunieron para planificar el ingreso seguro y controlado de la mano de obra extranjera que normalmente ingresaba de forma irregular.
“El primer mecanismo fue el llamado fuerte de la mano de obra nacional. El segundo fue un proceso exitoso de la regulación de la mano de obra migrante con arraigo, es decir que ya vivía en el país pero que estaba irregular. De ambos hay más de 20 000 personas inscritas que ya pueden contar con su permiso y autorización. El tercer mecanismo es el ingreso controlado y ordenado de los indígenas Ngäbe Buglé por la frontera sur (con Panamá). El cuarto mecanismo es la entrada segura y ordenada de los migrantes nicaragüenses para la cosecha de café”, detalla la viceministra de Agricultura y Ganadería (MAG) Ana Cristina Quirós.
El convenio
El 6 de noviembre los gobiernos de Nicaragua y Costa Rica firmaron un convenio que permitiría la entrada controlada de nicaragüenses a territorio costarricense para su contratación en labores agrícolas.
Quirós expresa que el convenio es un acuerdo entre ambos países para poder realizar la movilidad humana, segura y controlada, de manera ordenada entre los dos países.
Se acordaron las condiciones sanitarias en las que entran los trabajadores, el mecanismo de trazabilidad para conocer sus condiciones de salud y el retorno de estos trabajadores a su país, incluyendo la condición que solicita el Gobierno de Nicaragua para el regreso de los recolectores, que es la prueba PCR de covid-19 con resultado negativo.
Para que los trabajadores puedan ingresar al país, deben ser requeridos previamente por el productor en Costa Rica. Bilbia González, de la Unidad de Asuntos Jurídicos del Instituto del Café de Costa Rica (ICAFÉ), indica que este procedimiento inicia con una solicitud del requerimiento de mano de obra por parte del productor a través del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de Costa Rica.
“Es muy importante la coordinación y el engranaje previo del productor con las autoridades que están emitiendo estos lineamientos. Recordemos que es un requerimiento de mano de obra previo y que adicionalmente nos pone a darle un seguimiento importante detrás de esta mano de obra recolectora”, comenta González.
Logística de entrada a Costa Rica
Por la crisis sanitaria del covid-19 deben de cumplirse ciertas regulaciones sanitarias exigidas por el Ministerio de Salud de Costa Rica para autorizar el ingreso de los migrantes estacionales para las cosechas.
“Desde que toman el autobús al lado nicaragüense ya empiezan con ciertos protocolos sanitarios y la toma de temperatura. Dentro del mismo bus vienen separados por ‘burbujas’”, es decir por grupos, según la finca de café hacia la que se dirigen o según su núcleo familiar. Ya una vez en la frontera de Peñas Blancas bajan del autobús también por grupos, pasan a lavarse las manos, seguido al chequeo del Ministerio de Salud, donde toman datos personales y se les emite un carnet, explica Carlos Herra Canales, coordinador de la Oficina de Migración, en Peñas Blancas, Costa Rica.
Los productores corren con los gastos de la logística, como el costo del traslado en bus, que ronda los 30 dólares por persona. La prueba de covid-19, que cuesta unos 60 dólares, se paga gracias a un fondo administrado por el ICAFÉ, detalla Víctor Vargas, coordinador del Departamento de Producción Sostenible de esa entidad.
El microbiólogo José Ricardo Roldán, encargado de la toma de muestras de los recolectores en Peñas Blancas, detalla que se hace la prueba al 20% de cada ‘burbuja’ que arriba.
Para finales de noviembre llevaban 180 muestras recolectadas, de las que hubo dos casos positivos. “Estamos hablando que por el momento ni siquiera se supera un 1%. Es una cantidad muy tranquilizante”, agrega.
Los casos positivos son notificados al productor para que aísle a la persona y a su 'burbuja'.
Migrar para subsistir
Los nicaragüenses emigran por falta de empleo, después de tres años consecutivos de recesión económica, provocada por la crisis sociopolítica que estalló en abril del 2018. La situación se ha agravado por la pandemia y por el paso de los huracanes Iota y Eta en noviembre pasado.
José Mercedes López de 49 años viaja desde León. Desde hace doce años emigra en busca de trabajo. Ha trabajado en construcción, en las piñeras y en las bananeras. Este año va junto con su hijo de 22 años a la recolecta de café.
“Uno viene a buscar trabajo por necesidad. Ahorita andamos aquí porque teníamos cosechas, pero estos dos huracanes nos dejaron sin frijoles, sin nada… El maíz, lo botó todo. Al vernos así tuvimos que buscar la manera de venir, porque allá no hay empleo” indica López.
Pedro Jarquín, de 50 años, es originario de Esquipulas, Matagalpa. Tiene cuatro años de viajar a Costa Rica para recolectar café y así mantener a su familia y pagar la educación de sus hijas. “Al patrón nosotros le ayudamos la vez pasada y miró que somos responsables en el trabajo, entonces por medio del celular nos comunicamos y le pedimos que si nos podía ayudar y él nos está apoyando de esta forma” cuenta.
Lázaro Marvin Valle, de 32 años, es originario de El Rama, de la Región Autónoma del Atlántico Sur, RAAS. Desde hace trece años forma parte de la mano de obra que recolecta café en Costa Rica, tiene hermanos que viven en la zona cafetalera y que trabajan en la misma finca.
Para Deyling Valle esta será su primera vez. Viaja con unas amistades. ”Como ellos siempre han venido a esa finca, a ellos los llamaron y les dijeron que buscara a más gente”.
Antes, Deyling trabajaba en la recolecta de café en Nicaragua, pero el salario no era suficiente. Buscó otras opciones laborales, pero no pudo encontrar un trabajo estable. “Me habían buscado trabajo de doméstica, pero no se halla, más bien la gente hace lo de la casa porque no tiene ‘reales’ (dinero) para pagar. Y si le ofrecen que uno trabaje, le pagan poco”, explica.
Sus rostros proyectan sentimientos encontrados: cansancio, tristeza, agradecimiento y entusiasmo. La nueva oportunidad laboral despierta una esperanza entre los migrantes.
“Uno siempre viene alegre, viene a trabajar, para ayudarle mucho a la familia”, indica Pedro.
“Me siento alegre porque esto nunca lo había logrado... Esta pandemia no nos dejaba trabajar, pero gracias a Dios el Gobierno nos dio ese don de venir aunque sea con ese permiso”, comenta esperanzado José Mercedes.
Deyling se ve triste, tuvo que dejar a su hijo en Rivas para que regresara a Boaco. “Llegaron ellos a pedirnos el nombre de cada quien. Como yo traía el hijo mío, de 14 años, ahí me dijeron que no pasaba porque era menor de edad”, cuenta con sus ojos llorosos.
Trabajador Migrante Temporal
Previo a la pandemia, había poco registro y control de la entrada de los migrantes estacionales. “En café se daba mucho que era una migración irregular, con este convenio lo que se trata es de que estos trabajadores puedan entrar de manera segura, ordenada, de manera legal y que eso le ayude al trabajador también para que no se le violenten los derechos”, detalla Herra.
A la fecha, 1043 nicaragüenses han entrado bajo el convenio, según los registros del ICAFÉ, informa Vargas.
La Viceministra del MAG explica que la categoría migratoria establecida es de trabajador migrante temporal. “El convenio binacional es por un año, pero nosotros ahorita estamos generando el carnet durante el período de las cosechas, que terminan a eso de abril del 2021”
En este momento urge la cosecha de café, pero pronto también empezarán las de otros productos agrícolas. “Tenemos una proyección de unas 25 000 personas aproximadamente que podríamos estar ingresando, pero también sabemos que debido a la situación de la pandemia muchas personas toman la decisión de no movilizarse. También hay una característica, este año no se reciben menores de edad y eso también afecta en la movilidad de las mujeres”, indica.
Zona de los Santos
A 362 kilómetros de Peñas Blancas, Guanacaste, se encuentra la zona cafetalera de Los Santos. Debe su nombre a que los cantones tienen nombres de santos: San Pablo de León Cortés, San Marcos de Tarrazú y Santa María de Dota.
Según el ICAFÉ, sus tierras producen alrededor de 700 000 fanegas de café. La calidad de sus suelos influye en las condiciones ideales para su cultivo.
La recolección comprende un período de cinco meses, de noviembre a marzo. Coincide con la época seca, que permite una maduración uniforme y fruta de alta calidad.
Esta zona alberga diversas cooperativas, beneficios y productores cafetaleros de Costa Rica. Uno de ellos es el Beneficio Juanachute, donde el 80% de los recolectores son migrantes, indica su propietarios Luis Castro, productor de café y campeón nacional de barismo.
“Teníamos la incertidumbre de fronteras, si iban a abrir o no. Al parecer ahora sí, para que los migrantes puedan entrar a ayudar con la recolección que es de suma importancia para nosotros, porque solamente con la mano de obra costarricense no logramos recolectar todo nuestro café”.
Castro indica que desde hace tres meses comenzaron a prepararse para los nuevos requerimientos a seguir por la crisis sanitaria de covid-19.
El pago tico dobla el nica
El mayor incentivo para ir a Costa Rica entre los recolectores nicas es la diferencia de salario entre un país y otro. “Para la temporada de café es increíble toda la gente que viene y se regresa a su país de origen cuando termina la recolección”, comenta Castro.
En Nicaragua la cajuela de café recolectado se paga a 35 córdobas, que equivale a 1.01 dólares. En Costa Rica el valor es entre 1000 y 1200 colones, o sea, casi dos dólares.
Pedro Jarquín comenta que por día acumula 10 000 colones, lo que equivale a 579 córdobas nicaragüenses, unos 16 dólares. Su día comienza desde las seis de la mañana entre los cafetales y termina la jornada a las dos de la tarde.
En la finca Juanachute hay cortadores de café que ahorran el dinero para sobrevivir el resto del año o invertir una vez regresan a su país. “Vienen en familia y trabajan en familia, hacen el ahorro para el año”, dice Castro.
Es el caso de Deyling: “La idea es trabajar para recoger algo, para llegar a invertirlo en algo”. Marvin va con la misma emoción, quiere recoger mucho dinero para ver qué comprarse en Nicaragua.
El beneficio es binacional. Los migrantes nicas encuentran una fuente de ingresos, los productores ticos una fuerza laboral vital.
La viceministra Quirós la cataloga como un trabajo imprescindible. “Sin haber resuelto el tema de un ingreso controlado y seguro… en nuestro país inicialmente se habían perdido las cosechas. Realmente dependemos de mano de obra extranjera para hacer las cosechas en Costa Rica”.
Con la pandemia también se abre una oportunidad para que las mejoras en la logística lleguen para quedarse: “Nosotros tenemos la expectativa de que este proceso no sea solo por la pandemia, sino que sea el proceso que apliquemos a futuro para la movilidad de estas personas con el fin de garantizar sus derechos laborales, pero también sus deberes como trabajadores temporales”.
*Con colaboración de Cindy Regidor y Deyling Gutiérrez.