21 de noviembre 2020
Traficantes de migrantes trabajan con algunos militares de Nicaragua y ciertos policías de Costa Rica para compartir información en el traslado irregular de nicaragüenses que cruzan la frontera de Nicaragua hacia Costa Rica, revela investigación de la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano.
El estudio encontró las rutas, los riesgos y las dinámicas migratorias regulares e irregulares usadas por la población migrante nicaragüense entre abril de 2018 y febrero de 2020, es decir a partir del estallido de la crisis sociopolítica en Nicaragua, -cuando se dio el exilio de miles de nicas-, y antes de la llegada de la pandemia de coronavirus.
"Las Caras del Exilio Nicaragüense: Expulsados y Vulnerabilizados", se realizó entre marzo y agosto de 2020, y evidencia la existencia de 51 puntos ciegos a lo largo de la frontera norte de Costa Rica entre los cantones de Upala, La Cruz y Los Chiles, y la situación de huida que han vivido los migrantes y exiliados nicaragüenses.
El estudio revela que el cruce irregular de migrantes “se considera una actividad de criminalidad organizada, muy bien estructurada, donde hay una actividad económica ilícita y beneficia a familias en ambos lados de la frontera”, indicó Ana Espinoza, directora académica de la Fundación Arias.
Antes de la crisis sanitaria se estimaba que diariamente cruzaban desde Nicaragua unos 500 migrantes que eran acompañados por los ‘coyotes’ hasta el lugar de destino. Ahora, debido al control policial de vigilancia de la frontera terrestre costarricense que se encuentra cerrada desde el 19 de marzo para contener la pandemia, solo cruza un 10% de esa cantidad y el modo de operar cambió, asegura el estudio.
El coyote o el traficante no va siempre con las personas que cruzan, sino que coordina por teléfono y guía vía telefónica, lo que complica la investigación y la detección de tráfico, dijo Espinoza.
Hasta 250 dólares por cruzar
Las personas nicaragüenses siguen cruzando frontera en condiciones de alta vulnerabilidad, continúan expuestas al pago ilícito a traficantes de migrantes o bien, tienen que caminar grandes distancias para evadir a oficiales policiales cuya presencia es ahora mayor en la frontera.
Según los hallazgos del estudio, el desplazamiento desde Nicaragua a Costa Rica se puede realizar caminando, en carro o autobús y también por la vía marítima o fluvial. Los viajes son coordinados en su mayoría por ‘coyotes’ y organizaciones de transportistas conocidas como ‘piratas’.
Los traficantes de migrantes se organizan con ciertos oficiales militares de Nicaragua y policiales Costa Rica para obtener información y coordinar las rutas, los que reciben un pago a cambio, aunque se desconoce a cuánto asciende.
Aspectos como la edad, el género, el motivo o “urgencia” y la temporada se consideran al determinar el precio que cobran a los migrantes. Los costos del cruce de frontera varían según los ‘servicios’ que se adquieran.
Vía terrestre el precio oscila entre los cinco a 33 dólares en ‘temporada baja’ y hasta 250 dólares en temporada alta. Por la vía fluvial el pago de la lancha puede costar entre seis a 25 dólares por persona.
Existen cobros adicionales que los ‘coyotes’ y ‘piratas’ hacen, por el préstamo de botas de hule, que cuesta tres dólares, o el uso de agua y manguera, por si el migrante necesita asearse, que vale de uno a dos dólares, detalla la investigación.
Expuestos al peligro
Dentro de los riesgos a los que se exponen los nicaragüenses al migrar por puntos irregulares, está la detección y devolución a su país de origen por autoridades costarricenses, la intercepción por parte de las autoridades nicaragüenses, asaltos, abusos, extorsiones, estafas, secuestros, trata de personas y violaciones, además de exponerse a picaduras y ataques de animales, el clima y enfermedades como el dengue y la covid-19.
Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), a finales del 2019, Costa Rica acogía a 6217 nicaragüenses reconocidos como refugiados y a 87 190 solicitantes de refugio pendientes de resolución.
En la presentación del estudio también se expuso la situación precaria en la que viven algunos migrantes una vez se asientan en Costa Rica: viven en condición de calle, su alimentación deficiente, expuestos a explotación laboral, en hacinamiento y en condiciones insalubres que se agravan por la pandemia de covid-19.
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