21 de noviembre 2020
Es 16 de noviembre. El ojo del huracán Iota comienza a internarse en la Costa Caribe Norte de Nicaragua a eso de las cuatro de la tarde. Los silbidos del viento, las constantes lluvias, el crujir de paredes y techos anunciaron la destrucción que se avecinaba, y solo ocho horas más tarde se supo de la muerte de los primeros.
A 580 kilómetros de la zona de impacto del huracán Iota, en el municipio de Santa Teresa, en Carazo, las lluvias persistían desde tempranas horas del 16 de noviembre, aunque la tragedia parecía lejos para el Pacífico del país.
Los sobrevivientes de dos familias, habitantes de la ribera del río La Solera, en Santa Teresa, Carazo, relataron a Radio Stereo Romance que se encontraban dormidos cuando la desgracia los alcanzó. “No estábamos esperando eso, no estaba lloviendo suficiente cantidad para eso”, expresaron.
Eran las 11:40 de la noche cuando los Umaña Rodríguez se percataron que el río estaba penetrando en su vivienda. Los adultos se despertaron primero e intentaron buscar una salida segura por la puerta principal de la pequeña casa de madera, pero cuando abrieron la corriente empezó a arrastrar todo a su paso, incluyendo parte de las paredes, revelan los reportes periodísticos de la emisora caraceña.
Los cinco integrantes de la familia Umaña Rodríguez fueron jalados con fuerza por la corriente junto a sus enseres. El primero en ser arrastrado fue Óscar Danilo Umaña, seguido de su hija de 11 años y su pareja Fátima Rodríguez , quien en ese momento intentaba alertar y coger a sus otros dos hijos de ocho y cinco años.
Umaña, Rodríguez y su hija de 11 años sobrevivieron a la furia de la corriente del río La Solera —según su testimonio— gracias a que pudieron aferrarse a varios trozos de madera. Contrario a esto, los menores Óscar David y Daniela Umaña Rodríguez de cinco y ocho años, respectivamente, fallecieron ahogados y fueron enterrados el pasado 18 de noviembre.
La destructiva corriente del crecido río La Solera también se llevó la noche del 16 de noviembre a María José Chávez, de 37 años, y sus hijas María José y Carolina Yahoska, de 11 y 14 años, quienes también habitaban en la ribera del río, revela información divulgada por medios locales.
En total, en el municipio de Santa Teresa, Carazo, se registraron cinco muertes de personas que fueron arrastradas por las corrientes del río La Solera, según el más reciente reporte oficial.
Decesos en Jinotega y Nueva Segovia
Desde las primeras muertes en Carazo, los decesos no han parado de contabilizarse. Las siguientes víctimas fueron confirmadas por la vicepresidenta, Rosario Murillo, que detalló tres nuevos eventos que dejaron a cuatro personas fallecidas en Quilalí, Nueva Segovia y en Wiwilí, Jinotega.
Murillo especificó que la ciudadana María de la Cruz Duarte se encontraba viendo la “llena” de un caño que pasaba cerca de su casa, ubicada en La Garita del Cerro El Chipote, en Quilalí, Nueva Segovia, cuando una parte del barranco donde estaba se desprendió.
“Evidentemente esta es una persona que estaba ahí… observando el movimiento generado por las lluvias y desgraciadamente perdió la vida”, dijo Murillo.
Además, indicó que en la comunidad El Jilguero, en Wiwilí, Jinotega, los ciudadanos Carlos y Francisco Carazo, padre e hijo, respectivamente, fallecieron cuando hubo un derrumbe en su casa, lugar al que habían retornado del albergue en el que estaban —según Murillo— “a traer unas pertenencias para instalarse mejor”.
Murillo también indicó que en la comunidad El Diamante, en Wiwilí, Jinotega, falleció el ciudadano Carlos José López Méndez, de 40 años, tras ser arrastrado por las corrientes, mientras se encontraba en estado de ebriedad.
Deslaves en cerros de Matagalpa
Mientras el huracán Iota, ya degradado a remanente de depresión tropical, se alejaba de las costas del pacífico de El Salvador, en Nicaragua las muertes empezaban a registrarse también en Matagalpa.
Las constantes lluvias que cayeron desde el ingreso de Iota provocaron que los cerros de la región Norte de Nicaragua quedaran susceptibles a derrumbes, según las advertencias de expertos que además insistían en la urgencia de evacuar esas zonas.
La tarde del 17 de noviembre, según versiones de los lugareños ofrecidas a CONFIDENCIAL, ocurrió el deslave en el Macizo de Peñas Blancas, en Matagalpa, considerado hasta ahora uno de los más grandes desastres ocasionados por las lluvias que dejó Iota en Nicaragua. Se estima que el alud se extendió por 1000 metros de largo y 200 metros de ancho, ocasionando que seis familias fueran afectadas.
Hasta el 19 de noviembre, oficialmente se contabilizaron nueve personas fallecidas, cuatro sobrevivientes y dos mujeres desaparecidas en el deslave Macizo de Peñas Blancas, por lo que se conoció que las labores de rescate continuaron este viernes, 20 de noviembre.
Entre las nueve personas que quedaron soterradas en el Macizo de Peñas Blancas se encuentran: Martha Lorena Hernández , de 34 años; Orlando José Navarrete Hernández, de siete meses; Heykel Navarrete Hernández, de nueve años; Karen Junieth Martínez, de dos años; Fanor Otero, de 40 años; Elvin Otero, de 13; y Fanny Otero, de ocho años.
Las personas aún reportadas como desaparecidas son Flor López Aráuz, de 38 años y Heyzell Otero López, de 19 años; madre y abuela, respectivamente, de la niña Karen Junieth Martínez.
Los ciudadanos rescatados con vida son: Carlos Hernández Hernández, 38 años; Yarelis Díaz; Gregorio Aguilar; y Orlando Navarrete Baldizón.
Algunos de los parientes de las víctimas relataron, a través de entrevistas a medios independientes, la pérdida de hasta tres miembros de su familia, la mayoría menores de edad, en el deslave que dejó a su paso árboles caídos, cultivos soterrados y casas destruidas.
Los medios de comunicación independientes, desde que llegaron a la zona del desastre en el Macizo de Peñas Blancas, denunciaron el bloqueo ejecutado por oficiales de la Policía, que adujeron tenerlos lejos “por seguridad”. Sin embargo, medios afines al Frente Sandinista reportaron la tragedia desde el lugar donde culminó el alud en la zona Los Roque, ubicado en la comunidad San Martín de Peñas Blancas, en Matagalpa.
El otro deslave
El miércoles, 18 de noviembre, en horas de la noche el régimen de Daniel Ortega fue informado de otro deslave; esta vez en el Cerro El Puyú, ubicado entre los municipios de Mulukukú y Wasalala, en Matagalpa. Sin embargo, fue hasta este jueves, 19 de noviembre, al finalizar la tarde que la vocera del Frente Sandinista hizo público el deceso de tres hermanos de 22, 15 y nueve años, que fueron soterrados por ese deslizamiento de tierra.
“Un pastor por la noche, muy tarde nos avisó allá en Matagalpa al compañero diputado Pedro Haslam sobre un deslizamiento en el cerro El Puyú”, dijo Murillo.
Además, justificó su silencio sobre el derrumbe aduciendo que estaban “buscando los cuerpos y sobre todo viendo y atendiendo a los sobrevivientes”.
Los hermanos fallecidos son: Sayda Sugey Blandón Reyes, de nueve años; Adonis Blandón Reyes, de 15 años; y Pedro José Blandón Reyes, de 22 años.
Murillo indicó que en este nuevo deslave sobrevivieron cinco personas, detallando que entre ellos se encontraba el señor Arlen Blandón, Perfecta Reyes, Arelys Blandón Reyes, Pedro y Sayda, estos últimos padres del menor Adonis Blandón.
Según la también esposa del presidente Ortega, las familias afectadas por el deslave en el Cerro Puyú habitaban en la orilla del río del mismo nombre y, pese al riesgo que representaban las lluvias, decidieron quedarse ahí.
“La casa fue arrasada por el río, ahí se habían quedado y entonces perdieron la vida”, indicó Murillo.
En total, según el reporte oficial del 19 de noviembre, Nicaragua suma 21 decesos ocasionados por el paso del huracán Iota. Sin embargo, estos podrían seguir aumentando, ya que todavía tres personas permanecen desaparecidas.