14 de noviembre 2020
Avianca se constituyó, sin quererlo, en la única aerolínea internacional en volar hacia y desde Nicaragua, después que el resto de líneas aéreas pospusiera para 2021, el retorno de sus naves a nuestros cielos. Este viernes, el sitio web del Aeropuerto Internacional, mostraba que solamente se esperaban tres vuelos de esa compañía, conectando Managua con San Salvador y Miami. Nada más.
En marzo, las aerolíneas se vieron obligadas a guardar sus flotas en los hangares, ante la decisión soberana, tomada por la mayor parte de los países del continente, de cerrar las fronteras para tratar de frenar la tasa de contagio de covid-19. La decisión golpeó significativamente a las empresas del sector turístico, pero también a los pasajeros.
Edgard López, un nicaragüense que emigró a Estados Unidos a mediados de los años 80, y regresa al país dos a cuatro veces por año para estar con su familia, relata: “Desde mayo estoy tratando de volar a Nicaragua”. Seis meses después, sigue sin poder hacerlo.
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Pensando que la cuarentena internacional duraría unos pocos meses, compró un boleto en mayo para volar el 31 de julio a Nicaragua con Aeroméxico, pero la compañía le envió un correo electrónico 15 días antes de la fecha de viaje, informándole que cancelaban el vuelo, y que su boleto quedaba abierto para usarse en otro momento de los 365 días siguientes.
Deseoso de regresar a Managua para volver a ver a su esposa, López compró otro boleto, esta vez a Copa, para volar el 31 de agosto, pero también lo cancelaron 15 días antes de la fecha, indicándole que esperaban poder honrar su compromiso para noviembre o diciembre. “Pedí un boleto para viajar el 22 de diciembre, y me lo dieron”, rememora.
Esta vez, el aviso de suspensión le llegó mucho antes de lo esperado. En la primera semana de noviembre, recibió otro correo avisando que cancelaban el vuelo sin darle ninguna razón, ofreciéndole reembolso o una nueva fecha, así que pidió un boleto para viajar a Costa Rica, que tiene mayor frecuencia de viajes hacia múltiples destinos.
Si bien, es probable que su elección le garantice que verá a su familia poco antes del día de Navidad, tal cosa tuvo un alto costo adicional, pues Aeroméxico no le devolvió los 470 dólares que pagó por el boleto que está en suspenso, sino que le dio un váucher para que compre otro cuando lo desee.
Por su parte, los 450 dólares pagados a Copa para el vuelo inicialmente previsto a realizarse en agosto, se elevó hasta los mil dólares, que cuesta el tramo Los Ángeles – Panamá – San José, en vista que el hub de esa aerolínea está ubicado en la nación canalera, pero los gastos no terminan ahí, porque López aún debe pagar el viaje por tierra entre San José y Managua.
Empresas cerradas
No solamente los ciudadanos particulares se han visto afectados por los efectos del SARS-CoV-2. Las empresas turísticas también están sufriendo por la ausencia de clientes que ya no demandan servicios de alimentación, hospedaje, transporte, y muchos otros asociados con esa actividad.
Adán Gaitán, director propietario de la agencia de viajes y turismo receptivo Munditur Tours, y José Solórzano, dueño y socio del Holiday Inn - Convention Center, son dos empresarios que vieron cómo desaparecían sus clientes, mientras luchan por mantenerse, a la espera de que las cosas (quizás) mejoren… en 2021.
Solórzano dice que ya no tiene esperanzas de ver alguna recuperación, por leve que sea, en lo que resta del año. “No creo que haya cambios de aquí a enero, porque Europa volvió a cerrarse, mientras Estados Unidos sigue enfrascado en su proceso electoral, y busca cómo contener la segunda ola del virus”, argumenta.
Considerando que “American Airlines ya dijo que no viene”, el hotelero concluye que “este año ya se perdió. Ya no hay esperanzas de tener alguna recuperación en noviembre y diciembre, que son los mejores meses. Después siguen enero, febrero y marzo, que son los peores meses del año para nosotros. Que Dios nos salve”. Esa aerolínea estableció el 2 de diciembre como fecha de retorno, pero no ha sido confirmada y tampoco hay señales de ello.
En contraste, observa que Panamá ya abrió sus fronteras aéreas, y decidió hacer el test en el aeropuerto, cobrando 50 dólares por ello. Si el pasajero está sano entra. Si no, regresa al lugar de donde llegó, o hace una cuarentena obligatoria en un hotel especialmente acondicionado con medidas de bioseguridad, pagando tarifas especiales por el servicio, lo que ayuda no solo a mantener la conectividad aérea del país, sino también a la recuperación de la industria hotelera.
Ese esquema habría sido útil para Gaitán, de Munditur, que ha visto cómo cancelaban sus reservaciones, uno tras otro, los grupos de turistas que año con año atiende de forma regular: tanto el concesionario de Best Western, que viene con varios de sus amigos a hospedarse en Las Mercedes y Montelimar, como el grupo de montañeros que viene de pesca por varios días.
Uno de ellos, que sí decidió venir a Nicaragua, comentó a Gaitán que le pidieron “un montón de requisitos para abordar el avión. Estamos de acuerdo en que se deben practicar medidas de bioseguridad, pero hay que buscar maneras de hacerlo más flexible, para que los pasajeros —recomienda— no se sientan incómodos”.
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