9 de noviembre 2020
Con una ventaja de más de cuatro millones de votos en la elección popular y una proyección que supera los 279 votos electorales, al lograr consolidar su ventaja en Pensilvania y Nevada, mientras lidera los conteos en Georgia y Arizona, el candidato demócrata, Joe Biden, se convirtió este sábado siete de noviembre en el presidente electo de Estados Unidos.
Sin embargo, al advertir su derrota el presidente Donald Trump, lanzó un ataque frontal contra el sistema electoral, denunció un fraude en su contra sin pruebas, y emprendió una ofensiva judicial para demandar un reconteo de votos, con el que intenta frenar el avance de su rival a la presidencia.
Los analistas norteamericanos Michael Shifter, del Diálogo Interamericano y Cinthia Arnson, del Wilson Center, describen un país dividido en dos mitades, en un estado de polarización extrema por el fenómeno que representa el trumpismo como fuerza política, el populismo norteamericano que no terminará con la salida de Donald Trump de la Casa Blanca. Aunque se confirme su derrota en la elección presidencial, las elecciones demostraron que Trump tuvo el poder de movilizar a millones a votar a su favor y en su contra, y plantea un formidable reto a Biden para gobernar.
El triunfo de Biden significará una nueva política hacia América Latina, enfocada en la promoción de la democracia, el Estado de derecho, y los derechos humanos, coinciden los analistas. No será un aliado “socialista” de los regímenes autoritarios de América Latina como el de Ortega, como argumentaron los republicanos en su campaña electoral en Florida, para captar el voto de los cubanos, venezolanos, y nicaragüenses, sino la continuidad de la demanda de elecciones transparentes para el próximo año, explica la doctora Cynthia Arnson, politóloga y directora del programa latinoamericano del Wilson Center for International Scholars.
“Los principios básicos de (Joe) Biden serían a favor de la democracia, la transparencia y los derechos humanos. No comparto esa visión de que Biden puede conciliarse con el régimen (de Daniel Ortega), al contrario, creo que va a insistir con condiciones abiertas, claras, verificables en la elección presidencial de 2021”, apuntó Arnson durante el programa Esta Semana en el que participó en un panel junto a los politólogos de la Universidad Internacional de la Florida (FIU), José Miguel Cruz y Eduardo Gamarra.
Para Arnson, por el contrario, “habrá una fricción permanente entre Biden y Ortega en la medida que los abusos (cometidos por el régimen en Nicaragua) continúen en la manera que han desarrollado en los últimos años”.
Biden frente a Nicaragua, Cuba y Venezuela
El politólogo salvadoreño, José Miguel Cruz, profesor e investigador de la Universidad Internacional de la Florida (FIU), comparte esa postura ante un Gobierno dirigido por Biden en el que cree “veremos la elaboración de un plan” sobre cómo lidiar con los regímenes de Nicaragua, Cuba y Venezuela.
“Creo que (Donald) Trump en realidad nunca tuvo un plan, mas allá de parecer fuerte y duro retóricamente, sobre cómo lidiar y cómo remover estas dictaduras y fortalecer las democracias (…) y considero que con Biden habrá un plan, que obviamente va a implicar una serie de acercamientos, por un lado, pero por otro lado una serie de medidas para fortalecer la democracia”, manifestó.
Cruz estima que Biden “mostrará una estrategia que en apariencia va a parecer que está siendo más amigable con estos regímenes, cuando en realidad me parece que habrá un plan que conduce a la democracia que Trump ni siquiera se planteó”.
“El reto de la Administración Biden será mantener la presión y mantener claro el objetivo del fortalecimiento de la democracia en estos países”, insistió.
Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, considera que Biden tendrá “una postura bastante firme y dura con respecto a las dictaduras de Venezuela, de Nicaragua y de Cuba”. Sin embargo, ve matices y que va a “intentar otro enfoque” porque “tiene un estilo totalmente distinto al de Trump”.
“Él concentra mucho más en esfuerzos diplomáticos y multilaterales, pero sin ser suave. No se va a dejar engañar por esas dictaduras y tendrá una posición bastante fuerte porque ya conocemos cómo actúan esos Gobiernos que tienen muchos años en el poder”, estima.
Para Shifter “hay lecciones aprendidas que ya están incorporadas en la visión de Biden frente a esos Gobiernos, porque es cierto que las políticas de presión máxima, por ejemplo, en el caso de Venezuela con las sanciones muy duras y la retórica agresiva, que están sobre la mesa, no han dado ningún resultado positivo”, Por eso considera que Biden va a “repensar y replantear esa política en vista de las condiciones actuales de Venezuela”.
Por su parte, el politólogo boliviano Eduardo Gamarra, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU), indica que al menos en su plataforma de gobierno Biden tiene considerados temas de migración, democracia, economía y medio ambiente para América Latina.
“Existe un plan en todas las áreas y que de alguna manera particularmente en reforma migratoria creo que hay algo muy diferente a lo que han presentado los republicanos. Biden ha propuesto TPS para venezolanos, supongo que podría reconsiderar el TPS para centroamericanos y haitianos”, expresó.
Sin embargo, Gamarra admite que dada la correlación de fuerzas en el Congreso se dificultará la aprobación de muchas de las medidas planeadas por Biden.
El fenómeno Trump
Arnson señala que esta elección fue “una especie de referéndum” sobre la presidencia de Trump y ha sorprendido que ha obtenido más votos de lo que estimaban las encuestas.
Biden tiene un margen más amplio en el voto popular comparado con el obtenido por Trump, pero ambos sobrepasaron los votos mayoritarios obtenidos por Hillary Clinton en 2016.
Para la directora del programa latinoamericano del Wilson Center for International Scholars el trumpismo “no termina con la salida del presidente Trump de la Casa Blanca” porque podría volverse a postular en cuatro años o “su hijo podría intentar sacar ventaja de ese apoyo”.
Arnson describe dos tipos de campaña en estas elecciones tomando en cuenta la pandemia de la covid-19. Por un lado, Biden con mascarilla, con poca gente en sus mítines, no viajó mucho; mientras Trump “descartó todos los consejos de salud pública” y realizó una gran cantidad de eventos masivos.
La polarización de EE. UU.
Mientras, Cruz insistió en que la presidencia de Trump “ha incrementado los niveles de polarización en el país”.
“A pesar de ello ha habido una fuerte ola de rechazo a la presidencia y muestra de ello es que Biden ha ganado la mayor parte voto popular. Pero al mismo tiempo por la naturaleza del discurso de Trump y por esa efectividad en vender esa visión catastrófica en el futuro, si él no está en el poder, ha hecho que los republicanos interpreten la pérdida del poder como el fin del mundo para ellos”, detalló el politólogo.
Gamarra valoró que la polarización implica que los demócratas dejaron que los republicanos lograran instalar un discurso que provocó “el vaciamiento del centro”. Puso como ejemplo, el caso de Miami donde el mensaje sobre el impacto del comunismo para Estados Unidos de ganar Biden, logró ser cimentado por el equipo de Trump.
Indicó que se vendió el mensaje de que “Trump es el único que puede liberar a Nicaragua, Cuba y Venezuela de los dictadores, pero también es el único que puede liberar a Estados Unidos del comunismo”.
“En primer lugar, los republicanos hicieron un trabajo extraordinario en acercarse a esta comunidad (latina), al igual que en Texas y en otros lados. Le han prestado mucha atención, han ofrecido cargos en la administración, Trump visitó Miami con muchísima frecuencia (…) aunque con un mensaje mentiroso”, matizó.
La batalla legal de Trump
Cruz manifestó que el cuestionamiento hecho por Trump a los resultados “no es algo que apareció de la noche a la mañana” porque se “puede caracterizar su desempeño en la presidencia como un intento sostenido de erosionar las instituciones democráticas de este país”.
“Lo que dice claramente cuestiona la legitimidad democrática, cuando afirma que debe detenerse el conteo, ignorando el principio de que todo voto se debe contar. Esto pone a Estados Unidos en una posición muy delicada, porque pone en entredicho la idea de que Estados Unidos es un modelo de democracia”, afirmó el politólogo salvadoreño.
Eso provocará que en el futuro que “cuando los diplomáticos estadounidenses pidan colaboración para fortalecer la democracia” en países de América Latina, como Nicaragua, Bolivia, Brasil, “los funcionarios (de esos países) van a responder por qué lo tenemos que hacer si ustedes tienen un proceso muy cuestionado”.
En ese sentido, Gamarra cree que el conteo finalmente podría terminar el lunes y mostrará que Biden, de manera irreversible, es el nuevo presidente de Estados Unidos.
El politólogo boliviano apunta que, aunque Trump podrá ir a las Cortes de Justicia, hasta ahora la mayoría de las demandas han sido rechazadas y anticipa “que también esas demandas van a ser rechazadas casi todas”.
“El presidente Trump politizó a las Cortes en este país nombrando a más de 300 jueces, y nombrando a tres jueces de la Corte Suprema. Sin embargo, creo que va a ser muy difícil que la Corte dictamine que se deben borrar, cientos de miles de votos que tendrían que anular”, insistió.