8 de noviembre 2020
En muchos sentidos, nunca ha habido período más peligroso para los periodistas que el actual. Con crisis simultáneas amenazando la libertad de los medios de comunicación y la sostenibilidad, esta década será decisiva para el futuro de una vocación que es de importancia crucial para el bienestar de las sociedades. ¿Cómo sería el mundo si no hubiera periodistas profesionales y éticos para informar sobre las noticias? Resulta preocupante que esta interrogante ya no es hipotética.
El problema de la seguridad de los periodistas sigue siendo de vital importancia. Aunque los asesinatos de periodistas han disminuido durante la pandemia de COVID-19, las amenazas a su seguridad siguen evolucionando y aumentando. Estas amenazas también se están tornando más matizadas y más difíciles de combatir.
El año pasado, más periodistas fueron asesinados en países supuestamente en paz que en zonas de guerra, y el porcentaje de periodistas asesinados que fueron atacados deliberadamente mientras cumplían sus funciones fue más alto que nunca. Muchas de las víctimas estaban trabajando para exponer actos de corrupción e informar sobre otros temas delicados.
Hace apenas unos días, el 29 de octubre, el reportero Arturo Alba Medina fue asesinado en Ciudad Juárez, México, cerca de la frontera con Estados Unidos. Fue el sexto periodista asesinado este año en México, que sigue siendo el país más mortífero que no está en guerra.
Sólo en la última década, cerca de 1.000 periodistas en todo el mundo han sido asesinados por motivos relacionados con su trabajo. Muchos de estos casos nunca han sido debidamente investigados, y la gran mayoría de los perpetradores nunca han sido obligados a rendir cuentas. Esto se debe en gran medida a la falta de mecanismos eficaces de rendición de cuentas para garantizar que se haga justicia.
El 2 de noviembre, el Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas es una oportunidad ideal para empezar a tomar acciones concretas para poner fin, para siempre, a esta impunidad endémica. Las Naciones Unidas deberían nombrar un Representante Especial para la Seguridad de los Periodistas, con el fin de hacer cumplir el derecho internacional y así finalmente reducir el número de periodistas asesinados cada año en el desempeño de su labor.
La campaña de Reporteros sin Fronteras (RSF) para establecer un representante especial ha ganado un enorme impulso en los últimos años, pero sigue habiendo un obstáculo. Debido a que la persona designada sería un(a) representante del Secretario General de las Naciones Unidas, necesitamos el apoyo activo del Secretario General. Desafortunadamente, António Guterres aún no ha cumplido con la promesa que hizo cuando nos conocimos un mes después de que asumió el cargo en el año 2017: “Tomará tiempo, pero lo haré”, me dijo.
A Guterres le queda poco más de un año antes de que termine su actual mandato. Tiene tiempo más que suficiente para garantizar acciones significativas con el propósito de poner fin a la impunidad y proteger a los periodistas. El nombramiento por parte de Guterres de un miembro de su personal como persona de contacto sobre este asunto – el único paso concreto que ha dado hasta ahora – no es suficiente.
El mandato de un representante especial no sería meramente un ejercicio basado en el papel que generará más informes. Más bien, sería un medio de reunir los mecanismos, resoluciones y recomendaciones pertinentes de las Naciones Unidas para garantizar una coordinación y aplicación significativas con el fin de lograr la rendición de cuentas por los crímenes cometidos contra periodistas en todas partes. El nombramiento de un representante especial garantizaría que las buenas intenciones conduzcan a resultados reales.
Se necesita desesperadamente un impacto tangible en muchos de los casos en los que RSF está involucrado, incluido el caso del columnista saudí Jamal Khashoggi, quien fue asesinado y desmembrado dentro del consulado de Arabia Saudita en Estambul en el año 2018. Muchos de los casos se refieren a periodistas que realizan trabajos de investigación periodística, entre ellos Daphne Caruana Galizia, asesinada in 2017 por un coche bomba en la parte exterior de su casa en Malta; Ján Kuciak, asesinado a tiros en el año 2018 junto con su prometida, Martina Kusnírová, dentro de su casa en Eslovaquia; el periodista bielorruso Pavel Sheremet, asesinado por un coche bomba en 2016 en Kiev; y el periodista ghanés Ahmed Hussein-Suale, quien recibió tres tiros en el año 2019 mientras conducía su coche en Accra.
Hay muchos otros casos. El joven periodista independiente Christopher Allen fue asesinado en 2017 mientras informaba sobre el conflicto civil en Sudán del Sur, y Kirill Radtchenko, Alexandre Rasstorgouéev y Orhan Djemal fueron asesinados en el año 2018 mientras realizaban un documental sobre mercenarios rusos en la República Centroafricana.
Ya basta. RSF demanda medidas concretas ahora para poner fin a la violencia contra todos los periodistas, dondequiera que vivan y trabajen. Pedimos al Secretario General de las Naciones Unidas que apoye el establecimiento de un Representante Especial para la Seguridad de los Periodistas y que los Estados miembros permitan el desempeño y apoyen la labor de este mandato de crucial importancia. Por último, pedimos a la opinión pública internacional y a los responsables de la toma de decisiones que se unan a nuestra campaña para poner fin a la impunidad de los crímenes contra periodistas de una vez por todas.