5 de noviembre 2020
En un final de terror y que aún podría teóricamente modificarse, todo parece indicar a estas alturas de la mañana, que Joe Biden será el próximo presidente de Estados Unidos y que Donald Trump habrá sido el cuarto presidente en tiempos recientes de un solo periodo. Con el triunfo de Biden en los estados de Wisconsin, Michigan, Arizona y Nevada (éste último no se sabrá con certeza hasta el miércoles) Biden superará los 270 votos electorales necesarios para ganar, pero de panzazo. Este desenlace es a la vez sorprendente y el que se esperaba.
Sorprendente porque Biden sólo le habrá arrebatado a Trump, tres, cuatro o cinco estados de los que se habían mencionado: Arizona, Michigan y Wisconsin. Y no es imposible que también se lleve Pensilvania y Georgia aunque no son necesarios para que gane Biden pero no es ni mucho menos seguro. Estados que se pensaba que tal vez Biden podía llevarse con una “ola azul” como Florida, Carolina del Norte, Ohio y hasta Texas, pues simplemente no dieron la sorpresa.
Ilustración: Alberto Caudillo
Previsible porque la campaña de Biden siempre le apostó a dos factores: llevarse los estados de Pensilvania, Wisconsin y Michigan, el viejo centro industrial, y de hacerlo sobre todo a través de boletas enviadas por correo. Por eso la noche del martes, Trump iba ganando en los tres estados, pero ya para el miércoles en la mañana, Biden lo había rebasado por lo menos en Wisconsin y en Michigan y posiblemente lo haría en Pensilvania. Arizona siempre fue el estado que más parecía posible “voltearse” junto con los tres del este, y todo parece indicar que así sucedió. Hillary Clinton ganó en Nevada en 2016 y todo sugiere que Biden lo haga también.
Otro elemento inesperado es que parece que el margen en el voto popular nacional a favor de Biden es más pequeño que el se esperaba y el que pronosticaban las encuestas, e incluso tal vez más pequeño en términos porcentuales que los 2.5 de Clinton hace cuatro años. Esto todavía es incierto ya que faltan por contabilizarse votos por correo y en el occidente del país.
Asimismo el voto hispano en Texas y en Carolina del Norte no acabó de materializarse, aunque los porcentajes a favor de Biden fueron elevados. Quizás el aspecto más decepcionante para Biden y los demócratas fue haber vuelto a entregarle el voto cubanoamericano en Miami al partido republicano y parece ser que o bien lo ganó Trump, o bien ganó Trump en el condado de Miami-Dade dónde se encuentra la mayor parte del voto cubano, o Biden habría ganado por un pequeño margen; sigue siendo el costo a pagar por la normalización de las relaciones entre Washington y La Habana llevada a cabo por el presidente Obama hace ya cinco años.
Todo esto aún puede cambiar ligeramente y es altamente probable que los cambios sean más bien a favor de Biden, si los hay. Iremos actualizando este blog a lo largo del día, para seguir explicando por qué sucedió lo que sucedió en los estados que aún no se han resuelto, que como ya dijimos, son muy pocos.
Tres comentarios adicionales, En primer lugar, ya las cadenas le adjudicaron a Biden la victoria en el estado de Michigan y de esa manera Biden ya está en 257 votos electorales, a 13 votos de la victoria, justamente el numero de votos que le darán mañana Arizona y Nevada. No es imposible que también gane en Pensilvania y/o Georgia, pero no importará más que para fines de mandato y de legitimidad y el senado. Y los litigios electorales provocados por Trump —voto por voto y casilla por casilla— no prosperarán.
Notable el resultado de un referéndum en el estado de Oregon donde por 58 % del voto contra 42 % se descriminalizó el uso de la cocaína, la heroína y el fentanilo. Mas allá de los detalles de esa decisión, y de las implicaciones que pueda encerrar, se trata de un acontecimiento histórico en el proceso de abandono de el enfoque punitivo contra las drogas.
Un torito para la 4T: ¿cuándo debe López Obrador felicitar por teléfono a Joe Biden? Seguramente ya lo tienen muy estudiado en Palacio y en Cancillería pero la decisión no deja de ser compleja. Los parámetros son evidentes: si se adelanta AMLO corre el riesgo de hacer enojar a su amigo Trump que todavía tiene más de dos meses y medio por delante para cobrarle “la traición”. Si se tarda demasiado, López Obrador corre el riesgo de que Biden piense que sigue apoyando a Trump y que se agregue una cachetada más a las que ya le ha infligido el mexicano. A ver cómo le hacen.
*Este artículo se publicó originalmente en Nexos, con el título: La sorpresa esperada